Reclaman mayor presencia de lo religioso en la sociedad

La ACdP celebra el X Congreso Católicos y Vida Pública

(Marina de Miguel) “Estamos convencidos, con Benedicto XVI, de la necesidad apremiante de decirle a esta sociedad que ‘el mal y la muerte no tienen la última palabra, sino que, al final, Cristo Vence. ¡Siempre!'”. Así se recoge en el manifiesto Con esperanza, fruto del X Congreso Católicos y Vida Pública, promovido por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación San Pablo CEU.

Más de 1.400 personas participaron en este encuentro que, celebrado en la universidad madrileña entre el 21 y 23 de noviembre, tuvo como lema Cristo, la Esperanza fiable. Siguiendo el espíritu que el Papa imprimió a la encíclica Spe Salvi, el principal propósito de este encuentro fue “anunciar con gozo la belleza del cristianismo y cómo trae y da esperanza en cada una de las actividades donde el hombre está presente”. 

El texto, en el que se tacha a la sociedad de “aturdida en su prepotente y falaz autosuficiencia”, advierte que, en la raíz de tantas crisis, originadas en ámbitos diversos, está otra mucho más angustiosa: “la quiebra moral profunda de los valores cristianos que han generado y vertebrado, durante siglos, nuestra propia identidad como pueblo”. 

La actuación concreta y coherente de cada uno es la forma de cambiar a la sociedad, argumentan, y la única esperanza fiable, como reza el título de las jornadas, es Cristo, “la única creíble, la única verdadera y auténtica”. 

Ya que su obligación de caridad es decir la verdad, los participantes denuncian en el texto que, en España, “no se respeta el sacrosanto derecho a la vida, ni en las inicuas leyes del aborto y de la eutanasia, ni en los no menos inicuos proyectos del suicidio asistido y de la manipulación abyecta de las fuentes de la vida humana”. Igualmente, critican la falta de consideración hacia “la familia y sus valores, el único matrimonio verdadero, el inalienable derecho que los padres tienen a educar a sus hijos según sus propias condiciones religiosas y morales”, así como expresan su deseo de que “se haga todo lo posible por derrotar y acabar de una vez y para siempre con el terrorismo”.

Hay que plantear la abolición del aborto como lo que es: un objetivo progresista, de avance de la civilización, pues el reconocimiento jurídico de los derechos humanos y su ampliación es fruto del progreso del ser humano en la comprensión de su realidad y de su dignidad como persona”, alentó al respecto la ex senadora socialista, Mercedes Aroz.

Reconciliación

La crisis económica también está presente en el manifiesto, porque ha evidenciado las contradicciones de un sistema que no pone al hombre en el centro de su actividad. “Los católicos españoles queremos seguir contribuyendo decisivamente a una libertad en democracia basada en el respeto a la Verdad, a una paz, que es imposible sin justicia y sin perdón, a una definitiva reconciliación entre españoles”, afirman dirigiendo una llamada especial a los más jóvenes y mostrando su disposición a un diálogo abierto a la fe y la razón.

Semejante propuesta realizó Krzysztof Zanussi, productor y director de cine, pues aseguró que “vivimos en un mundo que se llama postmoderno y que vive en un carnaval permanente, sin pasado ni futuro, en el que sólo se tiene en cuenta el hoy, y si no hay futuro, tampoco habrá esperanza”.

PRESENCIA DE DIOS

Alfredo Dagnino, presidente de la ACdP y de la Fundación, dedicó su intervención a subrayar que “no puede ser Dios irrelevante para el hombre y tampoco puede serlo para el Estado”, ya que, su reconocimiento y el de las verdades inmutables y prepolíticas que de él penden son la garantía de un sistema democrático. Igualmente, reclamó la presencia de lo religioso en la vida pública, esencial para que sea respetado “el sacrosanto derecho a la libertad religiosa” y condición imprescindible del Estado de Derecho. 

En la misma línea, Juan Antonio Martínez Camino, secretario de la CEE, aseguró que la acción de lo religioso en la esfera pública constituye una inmunización frente a la tentación totalitaria de que el hombre no sea considerado más que como un simple engranaje de la maquinaria social. Por esa razón, insistió en que elementos como la oración, los templos o los crucifijos regeneran la vida pública porque “indican a los hombres cuál es su sentido”.

Por su parte, el escritor Juan Manuel de Prada advirtió que el olvido o silenciamiento de cuestiones como la Segunda Venida de Cristo o el Juicio Final es causa de “una fe vacía, de esa cosa nauseabunda llamada tibieza”.

En el nº 2.638 de Vida Nueva.

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