Maternidad encarnada

(Lucía Ramón– Profesora de la Cátedra de las Tres Religiones de la Universidad de Valencia)

“Una y otra vez diversas instituciones sociales nos recuerdan que para las madres reales sigue sin haber sitio en la posada”

Estos días no puedo dejar de mirar los nacimientos que decoran nuestras casas y ciudades con cierta sensación agridulce. Son muy bellos, pero no evocan apenas una dimensión esencial de la Navidad: el misterio de la maternidad encarnada. De lo que puede significar hoy la historia de esa adolescente que hizo posible la presencia de Dios entre nosotros de forma irrevocable haciéndose cargo de una arriesgada maternidad.

María eligió la vida, a pesar de todas las convenciones, de todas las limitaciones, de las dudas propias y ajenas. Como muchas mujeres siguen haciendo también hoy, en la misma oscuridad, en el mismo desamparo.

Nuestras teologías y sermones subliman en exceso una maternidad idealizada, muy lejos de las madres reales que eligen la vida, muchas veces en medio de contextos y realidades familiares muy poco asimilables al “ideal cristiano”. Apenas se oye hablar en nuestras Iglesias de la experiencia y de las necesidades de esas madres que luchan por sobrevivir bajo el poder de la crisis económica, el racismo, la violencia de género, la pobreza y la desnutrición, el analfabetismo, y la guerra, que se ceban especialmente en las mujeres.

Una y otra vez diversas instituciones sociales nos recuerdan que para las madres reales sigue sin haber sitio en la posada.

Por favor, en esta Navidad de espumillón hagámosles sitio. Necesitan nuestra solidaridad efectiva y afectiva, nuestra generosidad y reconocimiento para seguir llevando a cabo hoy la historia de la salvación.

En el nº 2.642 de Vida Nueva.

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