Liderazgos

Lucía Ramón(Lucía Ramón Carbonell– Profesora de la Cátedra de las Tres Religiones de la Universidad de Valencia)

“En un mundo tan violento como el nuestro, ella [Aung San Suu Kyi] encarna la lucha valiente y esperanzada por la justicia y la democracia basada en los principios de la no violencia activa”

Hay líderes y líderes, eso lo sabemos bien los cristianos, que deberíamos entrenarnos en el arte del discernimiento de aquéllos que consideramos nuestros referentes.

A finales de julio, Amnistía Internacional concedió el premio Embajadora de conciencia a Aung San Suu Kyi, líder de la oposición democrática de Birmania, legítima vencedora de unas elecciones, veinte años detenida. Fue Vaclav Havel, otro preso de conciencia, quien la propuso como premio Nobel de la Paz, galardón que recibió en 1991. En mi modesta opinión, Aung San Suu Kyi es, desde criterios evangélicos, la mayor líder política actual, a la altura de Gandhi y Luther King.

Esta mujer admirable cuestiona nuestro uso del poder y nuestro modo de entenderlo, individual y colectivamente. En un mundo tan violento como el nuestro, ella encarna la lucha valiente y esperanzada por la justicia y la democracia basada en los principios de la no violencia activa. Y no es una ingenua: sabe perfectamente que el régimen militar dedica el 40% del presupuesto nacional al ejército, mientras la mayoría del pueblo vive en medio de la pobreza y la enfermedad.

Pero está convencida de que la no violencia activa es la única alternativa viable para la supervivencia de su pueblo y de la humanidad. Su liderazgo político y moral se nutre de una profunda espiritualidad: un budismo de la compasión activa y comprometida que ofrece una importante contribución política y moral ante las diversas crisis que afrontamos.

Si, parafraseando a Kundera, la lucha del hombre contra el poder ilegítimo es la lucha de la memoria contra el olvido, la mejor forma de no olvidarla es dejarnos interpelar por su situación y por su modo de hacer política, incluso en las condiciones más terribles.

En el nº 2.674 de Vida Nueva.

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