Generosos instrumentos del amor gratuito de Dios

En su tiempo libre, Los jóvenes de San José atienden a los indigentes de Barcelona

(Juan M. Castelblanque) Dos veces al mes, un grupo de jóvenes barceloneses, con edades comprendidas entre los 15 y los 25 años, recorren las calles de la Ciudad Condal con el fin de atender a los indigentes que en ellas viven. Son los Jóvenes de San José, quienes, nacidos en el seno de la Unión Seglar de San Antonio María Claret, fundamentan su labor de ayuda al prójimo en la cita bíblica “tuve hambre y me disteis de comer” (Mt 25, 35).

Sus objetivos son alimentar a los sin techo, ayudarles a incorporarse al mundo laboral y mostrarles el Evangelio. “Éste es realmente el motor que impulsa nuestro trabajo, el amor a Jesucristo, la alegría del Evangelio, el poder explicar a los hombres de forma gratuita lo que de forma gratuita hemos recibido de nuestros mayores, y ser así instrumentos del amor de Dios”, asevera Marcos Vera, organizador de los Jóvenes de San José.

La dificultad a la hora de encontrar trabajo es uno de los mayores problemas de los indigentes, puesto que, “contra lo que la mayor parte de la gente piensa, los sin techo no viven en la calle por vagos o perezosos, sino por la imposibilidad de conseguir un empleo. La mayoría de ellos sólo logran trabajar unos cuatro meses al año”, remacha Vera.

Según datos oficiales, el número de indigentes de Barcelona se sitúa entre las 800 y las 900 personas, unas cifras que para Vera ascienden hasta las 1.200 ó 1.300.

La labor de los Jóvenes de San José, en la actualidad unos 25 chavales que deciden dedicar parte de su tiempo libre a los que no tienen nada, deja muchos testimonios de fe y de humanidad. Marcos Vera recuerda como en una ocasión dos mendigos les pidieron unos sacos de dormir, pero al no tener medios para procurárselos les animaron a que se los pidieran a la Virgen. Al poco, un sacerdote les dio un saco de dormir que le había entregado una feligresa, y por la noche, ya en la calle, una mujer se les acercó ofreciéndoles otro. Vera también tiene muy presente el día en el que un mendigo en silla de ruedas, en la estación de Sants, les pidió unos pantalones y un abrigo. “Nosotros le explicamos que sólo salíamos los sábados, pero que intentaríamos ir el domingo para darle lo que nos pedía, aunque no le prometíamos nada. Al día siguiente, cuando fuimos a la estación de Sants allí estaba Enrique, quien nos comentó que llevaba esperándonos desde las cinco convencido de que acudiríamos porque se lo había pedido a la Virgen de la Almudena”, rememora Marcos Vera.

Clarificador del desamparo en el que viven los indigentes fue el día en que los Jóvenes de San José, al preguntar a un mendigo que se encontraba revolviendo entre los cubos de basura si necesitaba algo, éste respondió que en los 10 años que llevaba en la calle ellos eran las primeras personas que se habían interesado por él. Todos ellos son testimonios de fe, soledad y abandono.

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