Del Año Paulino al Año Sacerdotal

Jacinto Núñez Regodón, nuevo decano de Teología de la UPSA

ordenacion-sacerdotes(Jacinto Núñez Regodón– Profesor de la Universidad Pontificia Salamanca) La relación entre el Año Paulino y el Año Sacerdotal va más allá de la pura sucesión cronológica. El hecho de que ambos años jubilares compartan 11 días se me antoja un signo que supera la simple casualidad. El segundo recoge del primero la sustancia de la figura de Pablo: su condición de apóstol. Hay tres elementos de esa condición que tienen carácter fundante y, en consecuencia, establecen una relación muy directa entre el ministerio apostólico de Pablo y el ministerio sacerdotal.

jacinto-nunezEl primero de esos elementos, de naturaleza teológica, es el de la gratuidad: el ministerio es un don de Dios. Cuando Pablo dice que ha recibido su apostolado “no de parte de los hombres ni por mediación de hombres, sino por Jesucristo y por Dios Padre” (Gál 1,1), está remitiendo a un contexto histórico conflictivo, en el que algunos negaban la legitimidad de su apostolado. Él hará frente a aquellas sospechas apelando a la gracia recibida: “Indigno de ser llamado apóstol, pero por la gracia de Dios soy lo que soy” (1Cor 15,9-10). El contraste entre indignidad y gracia se resuelve con la confianza en Dios: “No es que sea capaz por mí mismo de hacer algo como cosa propia, pues mi capacidad viene de Dios” (2Cor 3,5).

El don del ministerio

La dificultad en la aceptación del ministerio trasciende la coyuntura particular de Pablo. Pertenece de algún modo al dinamismo propio de todos los dones y carismas, que reclaman una acogida consciente y gozosa. También hoy la comunidad eclesial ha de renovar su aceptación del don del ministerio sacerdotal. Existen tanto el riesgo de que se comprenda y viva de forma que queden anulados otros servicios y funciones, como el de que los demás ministerios y vocaciones se articulen de manera que crean innecesario el sacerdocio ministerial.

El segundo elemento es de carácter pastoral: la “paternidad”, que es la imagen de la que se sirve Pablo para hablar de su relación con las comunidades. En 1Tes 2 usa la metáfora materna (v. 7: “Nos comportamos con vosotros como una madre”) y la paterna (v. 11: “Hemos sido para vosotros como un padre”). Sobresale por encima de todos el texto de 1Cor 4,15: “Aunque tengáis diez mil pedagogos, padres no tenéis muchos, soy yo quien os ha engendrado a la fe”.

En la simbología de la paternidad se da el aspecto de responsabilidad, por una parte, y el de ternura por otra. Éste subraya la simetría, y el primero la asimetría. Pertenece a la naturaleza del ministerio la tensión entre ambos aspectos, según la cual la responsabilidad nunca se convertirá en ejercicio arbitrario de poder ni el afecto entrañable a la grey servirá de excusa para dejarla de la mano. Este equilibrio se consigue no por vía de estrategias artificiales, sino por la docilidad al Espíritu, el único capaz de integrar la diversidad en la unidad y la armonía.

A la imagen paterna va asociado el motivo de la imitación, que encuentra su secuencia más completa cuando Pablo dice: “Sed imitadores míos, como yo de Cristo” (1Cor11,1). No es tarea del apóstol hacer de la comunidad un “clon” de sí mismo, sino darle la “forma Christi”: el apóstol es “pastor y forma del rebaño”. 

El tercer elemento es de naturaleza espiritual: la configuración personal del apóstol con el misterio pascual de Cristo. En Flp habla Pablo de “configurarme con su muerte para alcanzar la resurrección” (3,11), pero ha sido sobre todo en 2Cor donde más ha profundizado en la íntima relación entre el ministerio apostólico y el misterio pascual.

Esa relación tiene que ver principalmente con la entrega del apóstol, cuyo cuerpo se convierte en sacramento de la muerte y resurrección de Cristo (2Cor 4,10-11). La debilidad, las dificultades, la propia muerte son signos de la entrega oblativa por la que el apóstol pierde la propia vida para que los otros tengan la vida de Cristo. Ése es el sentido de la frase que mejor resume la relación entre ministerio y misterio pascual: “La muerte actúa en nosotros y la vida en vosotros” (2Cor 4,12).

De este repaso del ministerio apostólico en Pablo emerge una estructura ternaria (dimensiones teológica, pastoral y espiritual) que, más que una herramienta metodológica, remite al ministerio sacerdotal a su fundamento trinitario, en cuanto don de Dios, conjunto de relaciones en el Espíritu y configuración personal con Cristo.

En el nº 2.666 de Vida Nueva.

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