Decíamos ayer (19 de enero de 1985)

Esperanza

“No puede un cristiano dejarse dominar por la tristeza, menos por la desesperación. Incluso en momentos de dificultades siempre se abre un horizonte de esperanza ante los ojos del creyente; incluso de la persona sensata que no se deja vencer por las tribulaciones o peligros que siempre existirán en la vida. (…) Creo que éste es el momento propicio, tanto en la Iglesia como en el mundo, para que, renovando la esperanza, nos empeñemos todos en hacer un mundo mejor y una Iglesia más dócil a las inspiraciones del Espíritu. Nos faltan profetas. No de calamidades, sino de esperanza”. Cardenal Tarancón.

En el nº 2.692 de Vida Nueva.

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