Más allá de que se alcancen acuerdos significativos y determinantes –algo que dirá, y juzgará, la Historia–, la Cumbre de Copenhague sobre el Cambio Climático (7-18 de diciembre), convocada por la ONU, está evidenciando una cierta esperanza por la disposición, en diferentes grados, de China y los Estados Unidos para apostar por la progresiva reducción de emisiones de dióxido de carbono. A esa esperanza se suma el Papa, quien ha enviado una delegación vaticana a la capital danesa. Desde Roma, Benedicto XVI ha aportado su grano de arena: “Proteger la creación –ha dicho– supone adoptar estilos de vida sobrios y responsables, sobre todo respecto a los pobres y a las futuras generaciones”.
En el nº 2.687 de Vida Nueva.
