Carta a Mario Javier Saban

(Pablo López López– Jerusalén) El artículo que usted escribió en el nº 2.661 de la revista Vida Nueva, y que lleva por título: “Positivo, pero con un sabor semiamargo” (página 34), referente al reciente viaje del Papa a Israel, contiene numerosos puntos que necesitan aclaración. Me ceñiré sólo a uno en concreto.

En el último párrafo dice usted que el Papa, después de su visita al Memorial Yad Vashem se “saltó” la entrada al Museo y comenzó la visita por otro sector. Como judío, usted se calla la razón por la que el Papa no entró: el Museo contiene, entre otras cosas, un retrato del papa Pío XII y frases injuriosas contra él, sin que las autoridades judías se hayan dignado a quitarlas. El papa Benedicto XVI fue coherente “saltándose”, como usted dice, la entrada al Museo. Así pagáis los judíos a Pío XII todo lo que hizo por salvar miles de vidas de judíos en Roma. Esto sí que tiene un sabor “amargo”. 

Yo añado: el Memorial del Holocausto es un símbolo religioso de aceptación de la superioridad judía sobre la cristiana, un ídolo del nuevo culto pagano, del cual Dios está ausente. Su director, Judah Bauer, ha negado a Dios y la creación, y el director anterior es un criminal de guerra. El actual Yad Vashem está en Gaza, cuya población sigue masacrada por los judíos de Israel. ¿No estaréis los judíos utilizando el Holocausto para justificar el crimen masivo de Gaza?

En el nº 2.663 de Vida Nueva.

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