Luis Fernando Vílchez: “Para crecer en la inteligencia moral de la sociedad es necesaria la ejemplaridad”

Por NICOLÁS MIRABET

FOTOS: DELFINA VALENTINI

Psicólogo y pedagogo español, aunque se autodefine como maestro de escuela. Con la firme convicción de que la acción de la familia es fundamental para el crecimiento del niño, especialmente en los primeros años de vida, y que el afecto actúa directamente en los desarrollos emocional, cognitivo, social y moral, Luis Fernando Vílchez asegura que las teoría sobre la educación “han cambiado”, pero que la familia sigue siendo “el factor más incidente en la inmensa mayoría de las personas”. Compinche de Pablo Pineda, el maestro y psicopedagogo español con síndrome de Down, considera que los logros de este joven fueron posibles gracias a la compañía, el apoyo y el afecto que sus padres le han sabido dar a lo largo de su crecimiento. A pocas semanas de que salga a la calle su nuevo libro La inteligencia moral. Perspectivas (PPC), conversó con Vida Nueva sobre los desafíos de volver a instaurar una cultura ética en la sociedad.

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Más allá del saber cotidiano ¿qué dice la ciencia sobre la acción de la familia en el desarrollo de cualquier niño?
La familia es para el desarrollo de una persona lo que el humus es para la tierra. Más allá de la importancia en la crianza y en la protección, cuando nos metemos en lo que es el desarrollo de las facultades más fundamentales del ser humano, como la inteligencia, las bases están en la familia. Un niño amado, al que se lo ha acariciado, es un hijo en el que hemos sembrado afectividad. Pero también la familia aporta otros desarrollos, por ejemplo, el lingüístico. Si desde la casa se lo corrige, nunca para ridiculizar sino para mejorar, si se estimula el lenguaje con adivinanzas, estamos aportando a ese niño una enseñanza que va unida al desarrollo cognitivo y al desarrollo social. Como psicólogo, creo que son fundamentales aquellas teorías que han acentuado que en los primeros años de la vida es donde se obtiene toda esta experiencia.

Entonces, la familia es fundamental…
No es lo mismo que a un niño le demos la oportunidad de estar con niños de su edad, o que seamos padres que no permitimos que los niños inviten a casa a pasar el día a un compañero. Si favorecemos estas experiencias, estamos socializando a ese niño. También, si el niño ve que en su casa hay una biblioteca con libros, si ve que sus papás leen libros, si sus padres le leen a él, ese niño seguramente tenga una afición por la lectura, y estamos estimulando no solo los campos cognitivo y lingüístico, sino también el emocional y el social. Las teorías educativas han cambiado mucho, pero lo que no ha cambiado jamás es el factor más fuertemente incidente en la inmensa mayoría de las personas: la acción familiar.

¿Se podría sostener que si falta la familia los niños crecen con un gran vacío?
El ser humano nace con muchas potencialidades a las que llamamos capacidades o inteligencias, pero eso está latente y se tiene que estimular para que despierte. Durante unos años colaboré en España con la educación de chicas adolescentes que estaban en los tribunales de menores. Todas tenían unos pasados realmente duros: víctimas de abusos, de malos tratos, de vejación por parte de los padres. Cuando con el equipo con el que trabajaba le proponíamos algún test de inteligencia, sistemáticamente daban puntuaciones más bajas frente a una muestra de niños sin esos tipos de problemas. O cuando le proponíamos graficar la figura humana, hacían dibujos muy infantilizados. Esto nos indicaba que estas adolescentes no tenían un desarrollo cognitivo correspondiente a la edad de 13 ó 14 años. Por lo tanto, puedo afirmar que el desarrollo cognitivo está asociado al desarrollo emocional. De esto hablo en mi libro La inteligencia moral. Perspectivas, que en breve editará PPC.

 

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¿Qué influencia tiene la figura del adulto en otros ámbitos como la escuela, el grupo juvenil, el taller de arte?
En los tribunales de menores veía que en estas adolescentes no se había dado una conexión con la dimensión moral de la persona. Uno de los capítulos del libro La inteligencia moral. Perspectivas lo dedico a lo que llamo la “desconexión moral”. Me apoyo en la teoría del psicólogo canadiense Albert Bandura, quien habla de que existe la desconexión moral, por ejemplo cuando la persona utiliza razonamientos justificadores de la conducta: “si todos roban, yo también robo”. Estas chicas podían decir: “unas amigas y yo robamos a unas viejas. Las golpeamos con un palo y les quitamos todo el dinero”. Situaciones como estas las relataban tranquilamente, como si cualquiera comentara que compartió un café en el bar de la esquina con un amigo. En estas chicas no se había dado una “conexión moral”, como tampoco se había dado una conexión con los afectos emocionales. Por lo tanto, nuestro trabajo de rehabilitación tenía que orientarse a ayudarlas a proyectarse, y para eso había que hacer varias conexiones: cognitiva, emocional, social y moral.

Revertir la conciencia social

¿Cómo ve a la sociedad desde el punto de vista de la moral?
En la sociedad hay una desconexión moral sistemática. Por ejemplo, el problema de la corrupción de los partidos políticos es transversal a la sociedad. La corrupción en el mundo económico es transversal a la sociedad. Da igual el país donde nos coloquemos. Para que a una empresa le den una concesión oficial, el empresario le tiene que dar un soborno al funcionario de turno, porque sino la concesión la podría ganar la competencia. Por eso, sostengo que la inteligencia moral es la capacidad para solucionar problemas morales, como la inteligencia en general es la capacidad para solucionar problemas diversos, ya sean matemáticos, lingüísticos, lógicos, entre otros.

¿Cuáles son las acciones que deberían darse para que la sociedad empiece a crecer en la inteligencia moral?
Considero que lo más necesario debería ser la educación. Y no me refiero solamente a la formalidad del sistema educativo, sino principalmente a lo que se enseña desde la palabra y la ejemplaridad. Ser ejemplar es ser imitable; este es un valor que uno puede encontrarlo en casa, en el lugar de estudio, en el club. El niño también debe encontrar esta característica en el ámbito de los otros adultos educadores, la escuela. El resultado se ve cuando un niño dice: “me gustaría ser como mi profesor”. También es necesario el apoyo de los medios de comunicación. Reconozco que son empresas que persiguen un rédito económico, pero el público debería exigir que tuvieran ese plus ético que hace que podamos construir entre todos la conexión moral. Y desde los ámbitos en donde estemos, la educación, la política, los medios, tenemos que hacer una resiliencia social frente a esa desconexión moral que puede volver a invadirnos. Yo conozco mucha más gente buena que mala, sin duda y sin comparación, gente extraordinaria. Pero al mismo tiempo reconozco que existe ese problema, por eso la ejemplaridad es absolutamente fundamental.

Como personas, ¿qué podemos hacer por la sociedad?
Tenemos que hacer el ejercicio del pensamiento crítico. No podemos tragarnos cualquier información sin filtro, sobre todo en las etapas formativas del desarrollo. Tenemos que conseguir el valor de atrevernos a llamar a las cosas por su nombre, a decir “esto no es así”, “esto está equivocado” o “creo que esto no es ético”. Desde un punto de vista de las religiones, el tema de la ética es una discusión compartida. El papa Francisco vive dando lecciones morales, como cuando dice: “¿quién soy yo para juzgar?”. Pensando en la catequesis, siempre se enseña en lo que hay que creer y después en cómo hay que obrar según lo que creo. Sin embargo, deberíamos empezar por ser buenas personas, por tener una buena manera de actuar que nos diferencie del resto de la gente, para poder luego enseñar la fe. Los mensajes de Jesús son lecciones de ética y de moralidad: “tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, era un extraño y me hospedaron…” (Mt 25, 35), la parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37), o la lectura del joven rico (Mc 10, 17-30).

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¿Qué ejercicio recomienda para estimular la inteligencia moral?
Durante muchos años en la universidad he dado una asignatura optativa que se llamaba Desarrollo Moral. A los alumnos los retaba desde el primer día con alguna problemática de bioética, como la eutanasia o la pena de muerte. Todo el mundo levantaba la mano para opinar, pero se quedaban en argumentos vacíos. Los filósofos clásicos dirían la doxa, es decir, la pura opinión; no pasaban a la epistemia, la opinión razonada. A fin de año mi satisfacción era ver cómo los alumnos fueron capaces de transitar el camino desde la simple opinión hacia un argumento razonado. Esto tiene que ver también con lo que dice el Papa sobre el discernimiento como función de la conciencia. La inteligencia moral se sitúa en la intersección de las otras inteligencias. Para resolver un problema necesito de la inteligencia cognitiva que nos permita entenderlo, de la inteligencia emocional que nos da sensibilidad y empatía para hacernos cargo de la situación, de la inteligencia social para comprender dónde estamos, y de la inteligencia moral que nos ayudará a dar respuesta sobre lo que creemos que es justo.

 

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