Danza en la periferia

El proyecto Arte sin fronteras desarrolla talentos en niños y adolescentes de Manaus (Brasil)

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En la ciudad de Manaus, corazón de la Amazonía brasilera, hace un poco más de dos años, la Compañía de Danza Ruy Alencar osó abrir el palco a personas en condiciones de discapacidad. El 10 de mayo de 2012, durante la apertura de los juegos deportivos promovidos por la Secretaría Estatal de Educación, presentó un performance de jazz y danza moderna, en el que actuaron 27 bailarines, tres de los cuales eran personas con limitaciones mentales y físicas: una de ellas con deficiencia mental, otra en silla de ruedas y otra más con dificultades de locomoción. La concepción artística y la dirección coreográfica estuvieron a cargo de Wilson Junior, formado en la Universidad del Amazonas y especialista en ballet, jazz y danza contemporánea.

“Sin límites en el palco”, destacó la crítica. Más allá de las destrezas artísticas, el performance fue una sugestiva apuesta por la inclusión social que, en realidad, no es un asunto que preocupe a muchas compañías ante las actuales dinámicas competitivas por las que atraviesa el arte. 

Nizete Correia, madre de una de las “bailarinas especiales” y rectora de la Escuela Estatal de Tiempo Integral (EETI) Rafael Henrique Pinheiro dos Santos, un colegio que se encuentra en la zona rural de Manaus, convidó a Junior a visitar su institución y le ofreció su apoyo para crear un proyecto artístico destinado a los niños y a los adolescentes de la periferia. Así nació Arte sin fronteras.

Ficha técnica de Arte sin fronterasportalamazonia

Dirección general: Wilson Junior

Dirección artística: Raphael Galvão

Gestión cultural: Laura Dourado

Dirección coreográfica: Wilson Junior

Coreógrafos: Luciano Moraes, Rosana Brito, Aquiles Brandão, Victor Venâncio y Wilson Junior

Producción: Dayane Santos y Paulo Rogerio

Dirección de midias: Victor Venancio

EncantARTE

Al día de hoy, Arte sin fronteras ha logrado tocar la vida de cientos de niños y jóvenes que al entrar en contacto con la danza experimentan positivos cambios en sus vidas. Encantados por el arte, encuentran nuevas posibilidades en sus proyectos de vida y en su equilibrio emocional, que incluso los ha llevado a mejorar su desempeño académico y disciplinario.

Así ha sucedido con los 430 estudiantes de la EETI Rafael Henrique Pinheiro dos Santos, localizada en la comunidad Jesus Me Deu (zona norte de Manaus), a una hora del centro de la ciudad. A finales de 2012, después de seis meses de haber iniciado el proyecto, en la evaluación del índice de de desarrollo de la institución pasó de 3,2 a 4,6 puntos. Según Junior, la danza no solo ofrece posibilidades de socialización, también contribuye a la disciplina, al respeto, a la organización y a la reflexión: “todos estos factores se suman al trabajo corporal que beneficia, tanto a nivel físico como a nivel mental, a quien se adhiere a los movimientos rítmicos”.

Ciertamente, la formación integral pasa por la corporeidad, donde confluyen emociones, motivaciones y comportamientos que no son ajenos a los procesos de aprendizaje, como lo explica el mismo Junior: “prueba de esto es el aumento en el índice educacional de los alumnos de las escuelas donde hemos intervenido como proyecto social. La danza proporciona buen condicionamiento físico, lo cual, consecuentemente, facilita el aprendizaje en las aulas”.

La periodista Mellanie Hasimoto argumenta los buenos efectos de la danza y de la pasión que ha logrado despertar entre los estudiantes: “Arte sin fronteras dio a los alumnos de la EETI Rafael Henrique Pinheiro dos Santos una actividad sin la cual ellos ya no consiguen vivir más”.

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En la primera presentación de los estudiantes de la institución participaron cerca de 50. El exitoso performance Los pitufos en la Amazonía, que incluyó danza y teatro, supuso muchas horas de ensayo y dedicación, dos veces por semana, y la colaboración de un grupo de profesores y de padres de familia, que se vincularon como escenógrafos y responsables del vestuario, así como de la producción musical. “Fue una experiencia increíble, trabajamos y vimos los buenos resultados juntos”, evoca Junior.

Arte sin fronteras ha logrado trascender en las vidas de sus principales protagonistas y beneficiarios, los niños y los adolescentes. Además, ha logrado cautivar el entusiasmo de toda una comunidad educativa que ofrece arte y estéticas desde el don de cada uno. No es difícil comprender, entonces, cómo un proyecto artístico, donde todos ponen y todos ganan, termina siendo una prioridad colectiva que, progresivamente, se extrapola hacia otras periferias.

Fue así como el Arte sin fronteras se abrió, desde el año pasado, a nuevas instituciones educativas y a nuevas posibilidades artísticas. Con el apoyo de otros académicos de la Universidad del Amazonas, como Luciano Moraes, Bruna Góes y Rosana Brito, el proyecto llegó a la comunidad de Santa Teresita, en el barrio Don Pedro, ubicado en la zona centro-oeste de Manaus. Allí, cada fin de semana, grupos de jóvenes entre los 13 y los 28 años de edad, se encuentran y descubren su fascinación por algunas de las vertientes de la danza, como el ballet, el jazz y la danza contemporánea.

Salvando vidas

Los jóvenes bailarines ya han participado en torneos nacionales e internacionales, en los cuales han logrado varios títulos que, sin embargo, no se equiparan a la satisfacción de descubrir una pasión “sin fronteras” que proporciona alegría, equilibrio, flexibilidad, ilusión y generosidad, más allá del espectáculo. Así lo asegura Maik Douglas: “hemos aprendido técnicas de danzas que no imaginaba que existían y que podrían beneficiarme tanto en mi formación humana”. Por su parte, Junior también afirma que “el proyecto está salvando vidas y desarrollando talentos por medio del arte”.

Con el tiempo, Arte sin fronteras también se ha vinculado a las búsquedas originales que sugiere la Nueva Evangelización. Cuentan con el apoyo de la congregación religiosa de los Palotinos, que tiene sede en el barrio Don Pedro. En sus salones parroquiales, grupos de hasta 40 jóvenes aprenden y perfeccionan técnicas de danza cada fin de semana. Además, desde hace un tiempo, la congregación de los Hermanos Maristas ha dispuesto un grupo de jóvenes para colaborar en la educación religiosa, humana y vocacional de los niños y jóvenes que participan del proyecto.

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En la perspectiva propuesta por Junior, cuerpo y espíritu, arte y evangelización, danza y espiritualidad, son asuntos que no riñen entre sí, se complementan y ayudan a transformar la vida de las personas. De hecho, el teatro, la música y la danza hacen parte de las entrañas del homus religiosus. Por eso, en la danza, Arte sin fronteras está redescubriendo uno de los mayores legados de la humanidad y lo está llevándolo a las periferias de Manaus. Esa es, tal vez, la mayor originalidad del proyecto que lidera Wilson Junior, quien concluye: “la danza es mi vida y la coreografía es un agente colectivo de cambios”.

Texto: Óscar Elizalde Prada. Fotos: JJ Soares, Arte Sem Fronteiras, Portal Amazonia

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