Los obispos no se suben al autobús de HazteOir.org

autobús de HazteOir.org circulando por la calle en una campaña contra la transexualidad e ideología de género

La campaña no recibe el respaldo episcopal y es cuestionada por organizaciones laicales: “Es una provocación”

autobús de HazteOir.org circulando por la calle en una campaña contra la transexualidad e ideología de género

JOSÉ LORENZO | La polémica viaja en autobús por España. En concreto, en los fletados por la asociación HazteOir.org para denunciar lo que considera “leyes de adoctrinamiento sexual”, en alusión a las normas aprobadas en comunidades autónomas contra la discriminación sexual. La campaña se inició en Madrid el 1 de marzo, cuando esta organización puso en circulación un autobús con el lema Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen.

Ese mismo día fue paralizado cautelarmente por orden judicial tras la petición de la Fiscalía de Madrid, quien entendía que se estaba incitando al odio. Sin embargo, el juez no apreció este delito, aunque sí indicios del de menosprecio a la dignidad de las personas por su orientación sexual, y prohibió que circulara si no retiraba tal mensaje. Desde la organización añadieron sendos interrogantes a las afirmaciones del lema e hicieron circular dos vehículos más, que pretendían llevar por varias ciudades.

Mientras tanto, las críticas se multiplicaban en los medios de comunicación contra lo que consideraban “un grupo ultracatólico”, al que incluso desde la Delegación del Gobierno de Madrid se le denegó la petición para manifestarse el 12 de marzo por las calles de la capital, ahora en un intento de convertir la campaña en una cruzada en favor de la libertad de expresión.

“Yo no entro en autobuses. Yo no quiero autobuses”, intentó zanjar el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, en el programa Espejo público, de Antena 3, ante las preguntas de si la Iglesia apoyaba al “autobús del odio”, como lo calificaron los medios. Y se remitió a lo que había dicho tres días antes, el 3 de marzo, en un desayuno organizado por el Fórum Europa: “No entro en autobuses si no entran en esta pregunta [en referencia a una cita del filósofo José Ortega y Gasset, utilizada en una parte de su conferencia]: ‘¿qué nos pasa para no saber lo que nos pasa?’. Pongan este eslogan: ¿Qué nos pasa para no saber lo que nos pasa? Ese es el autobús que yo quiero”.

“¿Lo haría Jesús?”

“Yo no sé si es católica o no. No meto a los demás. Somos muchísimos obispos en España”, respondió Osoro sobre la presunta catolicidad de la organización. Y los demás apenas se pronunciaron, salvo en algún caso como el de San Sebastián, quien en un tuit aludía la “censura” tras la paralización del vehículo.

Más explícito fue el arzobispo de Tánger, el franciscano Santiago Agrelo, quien, al abordar la polémica, pidió el ejercicio de “intentar imaginar a Jesús de Nazaret conduciendo el autobús de los penes y las vulvas. ¡No habría manera de hacerlo entrar allí!”. Sin embargo, añadió: “Imaginen ese mismo autobús lleno de lisiados, leprosos, ladrones, prostitutas… y no tendrán dificultad para ver a Jesús de Nazaret al volante”.

“Es una provocación, pero se han salido con la suya y están consiguiendo que todos hablen de su campaña. Pero no me parece que esa sea la manera adecuada de hacer las cosas”, asegura a Vida Nueva la presidenta de un movimiento laical implantado en España y miembro del Foro de Laicos, la entidad eclesial reconocida por la CEE que aglutina a los seglares en España. “A ellos nunca los hemos visto por aquí porque no pertenecen al Foro”, afirma

Cuando protestaban juntos en la calle

Es cierto, sin embargo, que en otras ocasiones la Iglesia ha salido a protestar en la calle contra el aborto o en favor de la familia con esta organización y con otra plataforma perteneciente al mismo grupo CitizenGo, como es Derecho a Vivir, que en sus estatutos dicen defender los valores cristianos. Eran tiempos eclesialmente más combativos, con protestas en la calle, pero en donde la jerarquía eclesial se cuidaba de no organizar oficialmente estos actos.

En concreto, días antes de la marcha por la vida de octubre de 2009 –convocada por Derecho a Vivir–, la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal emitió un comunicado en donde se afirmaba que “los obispos consideran legítima y conveniente tal convocatoria y la participación en la misma”. Cinco meses más tarde, con motivo de manifestaciones contra el aborto convocadas por HazteOir.org, el entonces portavoz episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, respaldó esas convocatorias “hágalas quien las haga”.

Diócesis abiertamente críticas

Hoy el respaldo episcopal no es tan nítido. Así, por ejemplo, cuando la Diócesis de Getafe tuvo constancia de que miembros de la sociedad secreta de origen mexicano El Yunque pertenecían a HazteOir.org, y tras entrevistarse con su presidente, hizo público en marzo de 2015 un comunicado en el que se afirmaba que “no prestaremos apoyo a las iniciativas promovidas por la asociación HazteOir.org o alguna de sus plataformas. Rogamos, en consecuencia, que se abstengan de recurrir a las instituciones de nuestra Diócesis (parroquias, delegaciones diocesanas, etc.) para dar a conocer o promover sus iniciativas”. Unos días más tarde, el arzobispo de Toledo se adhería a esta declaración.

Por otra parte, el apostolado de los laicos se entiende también de otra manera. “Pretender que esto sea un modo de presencia pública de la Iglesia en medio de la sociedad es inaceptable. En este momento, y sobre estas cuestiones, su actuación tiene que ser todo lo contrario”, apunta a esta revista Eloy Bueno, profesor de Eclesiología en la Facultad del Norte de España, en Burgos.

Según el también coautor del Diccionario del Laicado y Asociaciones y Movimientos Católicos, esta actitud “se inserta en una sociedad profundamente polarizada y lo único que hace es agudizar tensiones, cuando la Iglesia tiene que crear puentes”. Asimismo, Bueno subraya que esta iniciativa “genera la sensación de desprecio hacia las personas que tengan estas tendencias sobre su identidad sexual. Y eso también es inaceptable para la Iglesia”. Por ello, considera que esta campaña “banaliza la cuestión, al abordarla desde un punto de vista tan cutre”.

Publicado en el número 3.027 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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