50 años de la Compañía de María en Colombia

pagina-14

 

El entusiasmo de una educación liberadora

El 7 de febrero, en una emotiva jornada de celebración llevada a cabo en Bogotá, un nutrido grupo de miembros de la familia marianista se reunió en el colegio Fe y Alegría de Palermo Sur para dar inicio a las festividades por los 50 años de presencia de la Compañía de María en Colombia.

La celebración comenzó con una serie de testimonios. “Una vista al pasado con gratitud y con amor; al presente, con fe y con coraje; y al futuro, con esperanza y con entusiasmo”. El primero en hablar fue el padre Cecilio de Lora, decano de los marianistas en Colombia y Ecuador. Junto a otros tres misioneros (ya fallecidos), el religioso hizo parte de aquel primer grupo que llegó al país en 1965. Su testimonio reconstruye los desafíos iniciales.

“La década de los 60 fue una década prodigiosa”, señaló el presbítero en su discurso, para dar a entender la actitud asumida por su generación, al inicio del ministerio en Colombia. Además de referirse a hechos de la política en el mundo y a transformaciones en el ámbito de la cultura, hizo hincapié en la figura de Juan XXIII, en el Concilio Vaticano II, en los movimientos de liberación en América Latina y en la Conferencia de Medellín (1968). 

“Llegamos buscando una manera de ser religiosos y, justamente, encontramos en la Conferencia de Medellín nuestra inspiración, la inspiración de la liberación”, señaló. “Nos fuimos corriendo poco a poco a la periferia rural de Guática (Risaralda), a la periferia cultural y étnica del Chocó, a las periferias de Bogotá y de Medellín, porque desde un principio la línea de la Iglesia en América Latina, marcada por Medellín, era la de la opción preferencial por los pobres, y quisimos desde la línea de la Iglesia no tener obras propias, inscribir nuestros servicios, prestar nuestra ayuda a obras significativas, como la del Celam en aquellos tiempos; brindar nuestra ayuda al Instituto Colombiano de Desarrollo Social (ICODES), en el Instituto de Sistemas Audiovisuales (ISAV), que dirigía José Ignacio Torres”.

El padre Rodrigo Betancur, Superior Regional de la unidad Colombia-Ecuador, hizo memoria de Antonio Hernández Niño y de Miguel Ángel Quiroga, ambos mártires de la familia marianista, el primero laico y el segundo religioso. “Con ellos dos, quiero recordar a los que siguen y seguirán siendo semilla de vida y libertad en estas tierras colombianas, estos dos hombres son dos polos que señalan un caminar marianista lleno de vida ilusión y esperanza”. Las nuevas coyunturas desafían el ministerio educativo. El sacerdote propuso hacer de la vida marianista un testimonio de fraternidad, de alegría y de ilusión, para fortalecer el trabajo junto a los pobres en los medios populares, llevando un estilo austero y comprometido, ofreciendo calidad en el quehacer, en compromiso con la búsqueda de la paz.

Entre amigos y familiares

Durante la celebración se hizo el lanzamiento el libro Marianistas, 50 años por los caminos de Colombia – Ecuador, editado con el apoyo de la editorial SM. A partir de la voz de sus protagonistas, la obra recoge afectuosamente la historia de un proceso misionero humilde pero enormemente significativo.

Las palabras del Hno. Luis Rentería, primer marianista chocoano, dan cuenta del tipo de Iglesia que la congregación promueve desde las márgenes. “Quiero trabajar por una Iglesia a la que la gente sienta como ‘amiga de pecadores’; una Iglesia que busca a los ‘perdidos’ descuidando, tal vez, otros aspectos que pueden parecer más importantes; una Iglesia donde la mujer ocupe realmente el lugar querido por Jesús; una Iglesia preocupada por la felicidad de las personas, que acoge, escucha, y acompaña a cuantos sufre”.

Cientos de personas se reunieron por la tarde en la parroquia Beato Guillermo José Chaminade. Todas ellas vinculadas de alguna forma al trabajo que los marianistas comenzaron hace cinco décadas y que hoy pervive en colegios y parroquias en Medellín, Girardot, Bogotá y Latacunga. Familiares y amigos, en quienes se prolonga el carisma del fundador. Lo que hace 50 años comenzó siendo una pequeña comunidad de hermanos españoles, llenos de entusiasmo e ilusión, es ahora una región autónoma. Así lo expresó con alegría el padre Manuel Cortés, Superior General de la congregación, quien insistió en el significado que tienen los laicos en el pasado, en el presente y en el futuro de la misión.

Texto y foto: VNC

Compartir