Pasión de nuevo cuño

Cuando se precipitan los últimos días de la Cuaresma, todos los cofrades miran al cielo mientras apuran los últimos preparativos de las celebraciones de estos días. En esto no hay distinción entre las agrupaciones de penitencia clásica y las nuevas asociaciones, que salen a las calles como parte de un curioso movimiento de revalorización de algunas de las tradiciones de la Semana Santa española, lo que no encuentra una movilización similar en ninguna parte del mundo.



Aunque en Europa hay unas 20.000 cofradías en más de 20 países, que cuentan con más de seis millones de devotos en sus filas, las llamadas de atención a cuidar este tesoro por parte del papa Francisco son constantes. Hace algo más de un año, el 16 de enero de 2023, recibía en el Vaticano a una representación de los cofrades italianos de cara a las preparaciones del Jubileo de 2025 y les pedía “que la riqueza y la memoria de vuestra historia no se conviertan nunca en motivo de repliegue sobre vosotros mismos, de celebración nostálgica del pasado, de cerrazón ante el presente o de pesimismo ante el futuro, sino que sean un fuerte estímulo para reinvertir hoy vuestro patrimonio espiritual, humano, económico, artístico, histórico e incluso folclórico, abiertos a los signos de los tiempos y a las sorpresas de Dios”.

Expresión popular

Sin perder de vista estas advertencias, las hermandades vinculadas a la Semana Santa no han dejado de surgir por toda la geografía española en las últimas décadas. Mientras crece la indiferencia o la increencia, la religiosidad popular se convierte, en una expresión que se ha popularizado, en un “muro de contención frente al secularismo creciente”.

Así, mientras muchas poblaciones recuperan procesiones olvidadas durante décadas, los grandes focos de atracción turística y devocional de la Semana Santa no paran de crecer y se abren nuevos espacios para hermandades que cubran nuevos barrios o rescaten devociones olvidadas o de referencia en las estaciones de penitencia de Castilla, el Mediterráneo o Andalucía. Aunque, más allá de los grandes focos, en lugares como Plasencia, por ejemplo, este 2024 procesionará por primera vez la Hermandad del Santísimo Cristo del Calvario y Nuestra Señora de la Amargura.

Triana en Madrid

Con algo más de experiencia, uno de esos casos podría ser la que es la cofradía más joven de Madrid, la Hermandad Sacramental Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza de Madrid y San Juan Evangelista, que tiene su sede en pleno centro, en la parroquia Santiago y San Juan Bautista, no muy lejos del Palacio Real o la catedral de La Almudena. Sus miembros andan estos días preocupados por las previsiones meteorológicas del Miércoles Santo, día en el que sale la imagen que rememora la devoción a la Esperanza de Triana en la capital de España.

La ciudad de Madrid cuenta con trece hermandades de Semana Santa reconocidas y con estatutos aprobados por la archidiócesis. Además, es común que algunas de ellas se inspiren en las clásicas sevillanas, como la Macarena, los Gitanos o el Gran Poder. Como  relata el hermano mayor de las Tres Caídas, Julio Rivera Martín, su cofradía se puso en marcha por “un grupo de amigos que estaban muy metidos dentro del mundo de las hermandades y que querían traer a Madrid una devoción que tenían en común y que estaba presente en la capital, como es la Esperanza de Triana”. La idea surgió en 2015 y, en pocos meses, ya se estaba tratando de encauzar con el responsable diocesano de las hermandades.

Rivera ha vivido el mundo cofrade desde niño, haciendo de todo en la Semana Santa de Barajas, donde ha sido cofrade, capataz, organizador de cuadrillas… De ahí que explique que “la advocación de la Esperanza faltaba en Madrid y siempre nos ha llamado… Aunque podríamos haber montado un Resucitado, una Última Cena o tantas escenas del Evangelio, nuestra vocación siempre ha sido la de la Esperanza y nos ha gustado cómo hacen las cosas en esta hermandad de Triana”.

Ahora bien, aclara, “siempre hemos desarrollado la hermandad con las formas de Madrid y nunca hemos pretendido ser lo que no somos: nosotros somos la Esperanza de Madrid, y luego está la de Triana”. Aunque, añade el hermano mayor, “nuestra vocación es la misma y somos como un pellizco de esa hermandad”.

Búsqueda de sede

Este proceso de identidad fue acompañado por el obispado, tratando de ver lo específico que querían proponer. Algo que luego seguiría en el proceso de elaboración de los estatutos, teniendo en cuenta tanto las disposiciones civiles como las canónicas. A la vez que el grupo de emprendedores cofrades estaba en este proceso, comenzó la búsqueda de una parroquia de acogida para ser la sede canónica –proceso que supuso la visita de unos cuantos templos–.

Poco a poco, han ido creciendo, organizando actos y sobre todo asistiendo a las celebraciones y los actos de las demás hermandades “para seguir aprendiendo”. Ahora, como cualquier otra cofradía, se empeñan en la preparación del paso en la parroquia de Santiago, la preparación de los candelabros, los faldones o la floristería; todo antes de la salida el Miércoles Santo, momento cumbre para los más de 200 hermanos de la cofradía o la cincuentena que compone la banda de la hermandad.

Más allá de la procesión, como es habitual, los devotos participan en actos propios como el Vía Crucis o los ensayos de las cuadrillas, y se suman a los oficios de la Semana Santa en la parroquia, teniendo una eucaristía especial el propio miércoles a las seis de la tarde. Mientras, la hermandad trabaja para la compra de un nuevo manto para la Virgen de la Esperanza, para lo que está organizando distintas actividades benéficas.

Mirando a Tierra Santa

La penúltima cofradía creada en Salamanca –la más reciente, aunque con vestigios del siglo XVI, es la del Rosario, con el convento de San Esteban de los dominicos como referencia– tiene una curiosa peculiaridad, ya que esta agrupación ha sido la manera concreta que un grupo de amigos ha encontrado para lograr un fin mayor: el apoyo expreso a la labor de los franciscanos en la Custodia de Tierra Santa. La hermandad franciscana del Santísimo Cristo de la Humildad se constituyó en el día de Pentecostés de 2016 y, a día de hoy, cuenta con más de 120 hermanos.

Como explica su hermano mayor, Javier Blázquez, fue promovida por el poeta José Manuel Ferreira Cunquero y un grupo de personas con inquietudes cofrades como forma de “canalizar la ayuda y sensibilización hacia los cristianos de Tierra Santa”, encarnándose en una cofradía penitencial. Este compromiso queda reforzado en los estatutos, asegurando el apoyo económico de las labores de la Custodia , para lo que se ofreció su apoyo directo a través de su responsable en el momento de la fundación de la hermandad. Para el obispo de entonces, Carlos López, este aval expreso del Custodio de Tierra Santa aceleró el proceso de aprobación de esta asociación pública de fieles.

Esta hermandad es también franciscana por su sede, el monasterio de la Purísima Concepción de las clarisas –aunque la salida se realiza el sábado de Pasión desde la céntrica iglesia de San Martín–. “La cofradía cuenta con la oración y el sostenimiento espiritual de las franciscas descalzas, que se unen especialmente durante la marcha penitencial”, señala el hermano mayor.

Al cerrar la presencia de los franciscanos en Salamanca, la hermandad cuenta con el apoyo de los capuchinos que quedan en la localidad, pero el espíritu franciscano –además de la ayuda directa a la Custodia de Tierra Santa, que está ahora en el 80% del montante de la hermandad, por encima del 50% de todos los ingresos que se generan y que se marcan de mínimo en los estatutos– se nota especialmente en el momento de la procesión. Además, “la espiritualidad franciscana incluye en sus devociones los misterios centrales de la redención humana” y “en la marcha procesional se muestra con una austeridad muy estricta, con claros signos identificables con la pobreza”, ya que no cuenta con banda de música.

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