Los días 25 y 26 de mayo tendrá lugar en Roma –y en todas las diócesis del mundo– la primera Jornada Mundial del Niño bajo el lema ‘He aquí que hago nuevas todas las cosas’. Una iniciativa que ha sido presentada hoy en la Santa Sede por el cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Educación y la Cultura, quien ha señalado que “el deseo de Francisco es que el encuentro se convierta en un acontecimiento regular para la Iglesia”.
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“No puedo dejar de agradecer al Papa Francisco por instituir la primera Jornada Mundial del Niño”, ha dicho el coordinador del evento, Enzo Fortunato. “Como coordinador de la iniciativa pondré toda mi ilusión y mi capacidad de soñar”, ha asegurado. “¿Pueden algunos niños enseñarnos a hacer esto? ¿Y qué mayor sueño que la paz? Empecemos de nuevo por ellos, por su sencillez y ganas de futuro. Asimismo, ha subrayado que el Vaticano propondrá “tres caminos de preparación” para este evento: “espiritual, solidario y cultural”.
Custodios de esperanza
En el logo del evento, que se ha presentado este viernes, se pueden apreciar unas huellas de manos de distintos colores, haciendo referencia a aquellas que “se encontraban en las primeras cuevas de la humanidad”. Así, tal como explica el Vaticano “la historia del arte y de toda la civilización comienza de este gesto inmediato y primordial”. “En la infancia de la humanidad, nuestros antepasados querían dejar una huella para transmitirla a las futuras generaciones. Así, aquellos seres humanos empezaban a escribir su historia y la nuestra”.
“A su vez, los niños reviven ese gesto cuando comienzan a dibujar”, continúa la Santa Sede. “Es su ingreso en la comunidad: uno de los primeros signos de concienciación y la ocasión de dejar una huella. Así, en cada niño revive la historia de toda la especie y la posibilidad de un nuevo inicio: ‘Hago nuevas todas las cosas'”.
En el logo aparece, además, la Iglesia es la custodio de la esperanza y el futuro de las nuevas generaciones. Y, como el Papa quiso que Roma fuera la sede permanente de esta jornada, la cúpula de San Pedro aparece abrazando todas estas huellas. Sobre ella, la linterna, como metáfora de los cristianos “portadores de luz”, y la cruz como símbolo de la pasión y resurrección de Jesús.
