Francisco acude a la periferia de Lisboa para recordarle a los jóvenes de la JMJ que “servir a los pobres” es una exigencia del Evangelio

El Papa se ha trasladado este viernes al Centro Social de Serafina para encontrarse con los usuarios

El papa Francisco en el Centro Social Serafina de Lisboa en la JMJ

Viernes de periferia para Francisco. No solo porque se aleje del centro de Lisboa en el arranque de su tercer día en la capital lusa. El Papa se encontró esta mañana con las personas beneficiarias de la entrega en materia social del Centro Parroquial de Serafina, un templo que regentan los religiosos paúles y que acompaña a diversos colectivos en riesgo de exclusión junto a otras entidades: la Casa Famiglia Ajuda de Berço y de la Asociación Acreditar.



Su sola presencia en este barrio es una llamada de atención a los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud. No en vano, sus primeras palabras en la parroquia fueron para subrayar que “la caridad es el origen y la meta del camino cristiano”. A partir de ahí elogió a los sacerdotes, religiosas y laicos que se entregan en esta “realidad concreta de “amor en acción” que  “nos ayuda a no olvidar la ruta, el sentido de lo que hacemos”.

Tres desafíos eclesiales

Tras escuchar el testimonio de algunas de las personas que reciben ayuda allí, el Pontífice recogió sus reflexiones en torno a tres desafíos eclesiales en materia social: “hacer el bien juntos, actuar concretamente y estar cerca de los más frágiles”. El Sucesor del Pedro planteó cómo el Evangelio exige al católico “servir a los pobres, los predilectos de Dios, que se hizo pobre por nosotros, a los excluidos, los marginados, los descartados, los pequeños, los indefensos”. “Ellos son el tesoro de la Iglesia, son los preferidos de Dios”, rubricó Jorge Mario Bergoglio.

Y fue más allá: “Entre ellos, recordemos que no debemos hacer distinciones”. “Para un cristiano, en efecto, no hay preferencias ante el necesitado que llama a nuestra puerta, ya sean connacionales o extranjeros, pertenecientes a un grupo o a otro, jóvenes o ancianos, simpáticos o antipáticos”, reclamó en un nuevo empeño por borrar cualquier tipo de exclusión o de reserva en el derecho de admisión en la Iglesia.

La sed del caminante

Aterrizando en la realidad esta parroquia, los animó a “apagar la sed de los caminantes que llegan, con el peso y las fatigas del viaje” y les puso a San Juan de Dios como referente a seguir. Para ello, les recomendó “concreción, por tanto, atención al ‘aquí y ahora’, como ya están haciendo, con esmero en los detalles y con sentido práctico, hermosas virtudes típicas del pueblo portugués”.

“Cuando no se pierde tiempo en lamentarse de la realidad, sino que nos preocupamos por afrontar las necesidades concretas, con alegría y confianza en la Providencia, ocurren cosas maravillosas”, compartió el Papa entre las miradas emocionadas de los presentes.

Y es que Francisco elogió la labor que realizan tanto en el centro de caridad integral con los ancianos, la asociación que ayuda a mujeres embarazadas para que “encuentren un proyecto de vida seguro” y el servicio de apoyo a quienes afrontan “la batalla contra el cáncer, especialmente los niños”.

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