El biógrafo de Benedicto XVI, contra Francisco: “Se ha vuelto más radical con la edad”

Peter Seewald ha asegurado en una entrevista que una de las decisiones del Papa “fue como una puñalada en el corazón para Ratzinger. Su salud nunca se recuperó de ello”

Periodista alemán. Autor de Benedicto XVI. Una vida (Mensajero)

Hace unos días, con motivo del anuncio de los nuevos cardenales y del futuro prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe –el argentino Víctor Fernández– el diario alemán Der Spiegel titulaba un polémico artículo: ‘El papa Francisco barre el legado de Benedicto XVI’. El Frankfurter Rundschau lo corroboraba: ‘Francisco finalmente rompe con Benedicto’. Días después, el biógrafo del papa emérito, Peter Seewald, confirma a Kath.net esta postura. Cree, de hecho, que con estos nuevos nombramientos lo único que revelan es que “Francisco se ha vuelto más radical con la edad”.



Recuerda, además, que las palabras de Francisco para referirse a Ratzinger como un hombre “grande por la fuerza de su inteligencia, por su aporte a la teología, grande por su amor a la Iglesia ya las personas, grande por sus virtudes y su fe” le “conmovieron” en su momento. Hoy, sin embargo, considera que “uno tiene que preguntarse si las confesiones de Bergoglio fueron solo palabrería o incluso cortinas de humo”.

“Todos recordamos las cálidas palabras de Ratzinger en el Réquiem por Juan Pablo II, palabras que llegaban al corazón, que hablaban de amor cristiano, de respeto”, continúa en la entrevista. “Pero nadie recuerda las palabras de Bergoglio en el Réquiem por Benedicto XVI, tan frías como toda la ceremonia, que no pudo haber sido lo suficientemente breve como para no honrar un ápice de más al predecesor”.

“Una puñalada en el corazón”

Y es que, para Seewald, Benedicto XVI “al tratar el legado de Juan Pablo II, subrayó la importancia de la continuidad y de las grandes tradiciones de la Iglesia católica, sin cerrarse al mismo tiempo a las innovaciones. Francisco, por otro lado, quiere romper con la continuidad y, así, con la tradición de la Iglesia”. Esto se refleja para el biógrafo, especialmente, en el nombramiento de Fernández, a quien califica como el “secuaz argentino” de Francisco.

Sin embargo, si hubo, según Seewald, un golpe crucial fue el motu proprio Traditionis Custodes. “Bergoglio promovió la imagen de unidad haciendo ocasionalmente comentarios positivos sobre su predecesor. Benedicto confiaba en él”, señala. “Por el contrario, Francisco no tuvo reparos en deshacerse de uno de los proyectos favoritos de su predecesor de un plumazo”.

“Con la Exhortación Apostólica Summorum Pontificum, Benedicto XVI liberalizó el acceso a la liturgia clásica. Ratzinger quería pacificar a la Iglesia sin cuestionar la validez de la misa según el Misal Romano de 1969. Francis, por otro lado, describe las formas tradicionales como una ‘enfermedad nostálgica’. Existe el ‘peligro’ de retroceder como reacción a la modernidad. Como si pudieras controlar tendencias, anhelos, necesidades a través de decretos prohibitivos. Los bolcheviques ya lo habían intentado en vano”, asevera. Algo que, para Benedicto XVI, “fue como una puñalada en el corazón. Su salud nunca se recuperó de ello”.

“Poco después de su muerte, todos pudieron ver cómo Bergoglio apretaba el paso”, continúa, como es el caso del abandono del secretario del papa emérito, Georg Gänswein del Vaticano. “No se puede hablar continuamente, Biblia en mano, de amor fraterno, respeto mutuo y misericordia pisoteando esas virtudes. La brutalidad y la humillación pública con la que un hombre merecedor como Gänswein fue abandonado no tiene precedentes”, señala.

Por último, en cuanto a los cardenales creados por el Papa, subraya que “lo que llama la atención no es solo el fuerte aumento en la proporción de hispanos, sino también la edad de los nuevos portadores de morado. En su mayoría alrededor de los 60 años, no solo deberían influir en el próximo cónclave, sino a veces también en el siguiente. Sin embargo, como es bien sabido, el Espíritu Santo todavía tiene algo que decir en esto. Y muchos de los que hoy se regocijan de que Francisco elimine el legado de Benedicto, mañana podrían estar llorando amargamente”.

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