Auditoría romana al centro Aletti, la fábrica de mosaicos de Rupnik

El cardenal vicario Angelo de Donatis ha encomendado una investigación al canonista Giacomo Orazio Incitti, pero sin el alcance de una visita apostólica

Parece que las cosas en lo que se refiere a la investigación de los abusos del jesuita Marko Rupnik no van todo lo deprisa que muchos esperarían. Una parte de esta investigación es lo que se refiere a la comunidad surgida en torno al Centro Aletti de Roma, del que en los últimos años no solo han salido mosaicos y pinturas para medio mundo sino que se ha impulsado la espiritualidad surgida de la particular forma de entender el arte y la teología de Rupnik. Desde que el cardenal vicario de Roma, Angelo de Donatis, anunciara el estudio de la cuestión el pasado 24 de diciembre poco se ha sabido.



Una visita atípica

Diferentes blog italianos, como ‘La Nuova Bussola Quotidiana’ han dado cuenta que poco se ha avanzado en este sentido. Y más cuando el propio centro envió una carta a sus “amigos” para normalizar la situación y manifestar que el taller seguía abierto. Este centro en el que conviven jesuitas y consagradas está siendo objeto de una investigación –aún sin las connotaciones de una Visita Apostólica– por parte de Giacomo Orazio Incitti, profesor de Derecho Canónico en la Universidad Urbaniana, juez externo del Tribunal de Apelaciones del Vicariato de Roma y canonista del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica.

Y es que la fórmula elegida extraña pero las jurisdicciones son complejas en este caso. Si bien Rupnik es un jesuita que dependía del consejero responsable en al Compañía de las casas internacionales romanas; el Centro Aletti es, desde junio de 2019, formalmente una asociación pública de fieles establecida en la diócesis de Roma. A esto hay que añadir que en la propia sede del centro hay erigida una comunidad jesuita y una de consagradas, amén de otros sacerdotes colaboradores en diferentes iniciativas.

Mientras, la Comunidad de Loyola, de cuyas religiosas provienen las primeras denuncias, sigue siendo tutelada por un Visitador Apostólico, en este caso el jesuita Daniele Libanori, obispo auxiliar de Roma. Una comunidad que parece vivir demasiado influenciada por la fundadora Ivanka Hosta –bajo cuya dirección se produjeron algunos de los abusos–. De hecho informe en su última carta a las hermanas Libanori: “Últimamente, cuando parecía que el Dicasterio estaba cerca de pronunciarse, han surgido nuevas cuestiones, esta vez relativas a los años en que la Comunidad ya se había alejado del padre Rupnik y había recibido el reconocimiento de la autoridad eclesiástica. Esto ha dado lugar a un retroceso en el estudio de nuevos documentos”, según recoge el medio italiano. Y todo esto sin entrar en la transparencia económica de un taller que ha hecho valer sus obras, al menos hasta hace bien poco.

Noticias relacionadas
Compartir