La Iglesia de Europa pide “decisiones valientes sobre la mujer”, pero orilla a homosexuales y divorciados

La cumbre continental sobre sinodalidad se cierra con un documento genérico de “observaciones” que prima “la unidad en la diversidad” frente a las “tensiones” manifestadas en cuatro días de reunión

Se presenta como unas “Observaciones finales”. No es ni una síntesis ni un documento magisterial ni un ‘instrumentum laboris’. Después de cuatro días de cumbre en Praga con más de 600 delegados presenciales y digitales que representan a 45 países europeos, ha visto la luz un texto genérico en el que se formulan hasta ocho “prioridades” que la Iglesia europea lanza a la Asamblea Sinodal que se celebrará en Roma entre 2023 y 2024 en una doble sesión. El texto definitivo, que estaría conformado por veinte páginas de reflexiones, se dará a conocer más adelante cuando esté completamente perfilado.



Entre estas urgencias que se recogen en este primer ‘diario de avisos’, la más expresiva es la que se llama a “tomar decisiones concretas y valientes sobre el papel de la mujer dentro de la Iglesia y sobre su mayor participación a todos los niveles, también en la toma de decisiones”.  Junto a ella, también se suman otras reivindicaciones como una renovación “en torno a la liturgia” que lleve a comprender “sinodalmente la eucaristía como fuente de comunión”.

El grito de los pobres y de la tierra

También destaca el hecho de que “el Espíritu nos pide que escuchemos el grito de los pobres y de la tierra en Europa, y en particular el grito desesperado de las víctimas de la guerra que reclaman una paz justa”. Estas son las cuestiones más concretas que se abordan en este paquete de sugerencias que arrancan con la necesidad de “profundizar la práctica, la teología y la hermenéutica de la sinodalidad” y de abrir una “reflexión sobre los carismas y ministerios (ordenados y no ordenados)”. A la vez, se propone “renovar un sentido vivo de misión” a través de “un lenguaje capaz de articular tradición y aggiornamento”.

Con estas líneas generales, en las “observaciones finales” no se hace referencia alguna a dos de los temas más espinosos, presentes en parte de las síntesis nacionales que se enviaron a Praga y que se han puesto sobre la mesa en estos días de diálogo: homosexuales y divorciados. De forma más metafórica sí se habla del “acompañamiento a los heridos” y “el aprendizaje con las personas marginadas”.

Dolor de las heridas

Sin embargo, sí hay una mención directa al “dolor de las heridas que marcan nuestra historia reciente, comenzando por las que la Iglesia ha infligido a través de los abusos perpetrados por personas que estaban ejerciendo un ministerio u oficio eclesial”.

El hecho de orillar estos temas podría derivarse del intento de orillar cualquier cuestión que pudiera generar una fricción notable entre los participantes. El propio documento publicado reconoce “las tensiones e interrogantes que enfrentan las Iglesias europeas” y adelanta que habrá un texto “más articulado que será enviado a la Secretaría General del Sínodo como contribución a los próximos pasos del proceso sinodal”.

Rico y apasionante

“Nuestro trabajo ha sido rico y apasionante, aunque no exento de problemas y dificultades”, se explicita en un primer momento, aunque se apostilla que “la diversidad también es nuestra riqueza”. Es más, se insiste en que “a lo largo de los días de Asamblea pasamos por una experiencia espiritual de que es posible encontrarse, escucharse y dialogar a partir de nuestras diferencias y más allá de los muchos obstáculos, muros y barreras que nuestra historia pone en nuestro camino”.

Y es que, ese “negacionismo” latente presente en algunas delegaciones, habría llevado a hacer hincapié en una premisa anterior a cualquier asunto polémico, que es el hecho de ahondar en la propia conciencia de sinodalidad. O como se expone en el texto: “invitar a todas las mujeres y hombres a entrar en la dinámica de comunión, participación y misión”.

“Construir nuestra Iglesia europea significa, pues, renovar nuestro compromiso de realizar esta misión, también en nuestro continente, en una cultura marcada por las múltiples diversidades que conocemos”, se remata en el documento, en el que se deja caer como posibilidad el hecho de que el encuentro de Praga “no se quede en una experiencia aislada, sino que se convierta en una cita periódica, basada en la adopción general del método sinodal que impregne todas nuestras estructuras y procedimientos a todos los niveles”. Y todo, con una coordenada: “La unidad en la diversidad, escapando a la tentación de la uniformidad”.

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