Benedicto XVI ha muerto: adiós al papa emérito

Benedicto XVI ha muerto. La Iglesia católica está de luto. Joseph Ratzinger ha fallecido hoy a los 95 años. Según ha confirmado el Vaticano, la muerte se ha producido de forma natural a las 9:34 h., pues no padecía ninguna enfermedad, en su habitación del Monasterio Mater Ecclesiae, donde residía desde que es papa emérito. La Oficina de Prensa ofrecerá “apenas sea posible se proporcionará mayor información”.



Ratzinger pasará a la historia como el primer Papa de nuestro tiempo que decidió renunciar. Pero el legado del primer Pontífice que se echa a un lado en los últimos 598 años va mucho más allá.

Joseph Ratzinger (1927-2022)

Joseph Aloisius Ratzinger nació y se bautizó el 16 de abril de 1927, Sábado Santo, en un pequeño municipio de Baviera (Alemania). Es el tercero (Maria, Georg y Joseph) y más joven de los hijos de Joseph Ratzinger y de María Rieger. La familia se mudó en varias ocasiones. Por eso, tanto el pequeño Joseph como su hermano Georg fueron enviados al seminario menor de San Miguel en Traunstein.

La guerra obligó a Ratzinger a ir a filas a los 16 años. Desertó casi al final de la guerra y fue prisionero de los soldados aliados. Tras el conflicto, volvería al seminario y estudiaría en las universidades de Freising y Múnich.

El 29 de junio de 1951 fue ordenado sacerdote junto a su hermano Georg en la catedral de Freising. Celebró su primera Misa en la parroquia de San Oswaldo en Traunstein y el 30 de julio de 1951, junto a su hermano, en Rimsting, lugar de nacimiento de su madre. Un año después fue destinado ya al seminario como profesor.

La tesis de Ratzinger sería sobre san Buenaventura, ofreciendo una visión que haría que fuese tildado de modernista por algunos. El mundo académico le abriría las puertas llegando a ser profesor de la Universidad de Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona. En el Vaticano II sería asesor del cardenal de Colonia.

El 24 de marzo de 1977, Ratzinger fue consagrado arzobispo de Múnich y Frisinga, y el 27 de junio, Pablo VI lo nombró cardenal con el título de Santa Maria Consolatrice al Tiburtino. En Alemania, como cardenal, recibirá al papa Juan Pablo II durante su estancia en el país, que lo llamará a ser prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El cardenal Ratzinger fue elegido Papa la tarde del 19 de abril de 2005 a los 78 años. Eligió el nombre de Benedicto XVI y se convirtió en el octavo Papa alemán y el pontífice número 265 de la Iglesia. El nuevo Papa fue elegido al segundo día del cónclave, en la cuarta votación, siendo uno de los cónclaves más rápidos de la historia en los que se consiguió la mayoría de dos tercios.

Benedicto XVI se presentó en la ‘loggia’ de la basílica de San Pedro así: “Después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un sencillo y humilde trabajador en la viña del Señor”.

Pero Benedicto XVI no quería ser papa. Así al menos lo desvelaba el que fuera cardenal arzobispo de Nápoles, Michele Giordano, al recordar un encuentro con Joseph Ratzinger el 16 de abril de 2005, solo dos días antes de ingresar en el cónclave: “No, eminencia. No pienses en mí. Díselo también a los otros cardenales. No pienses en mí”.

No obstante, aceptó con obediencia. Su prioridad se la confirmó en latín a los cardenales en la misa que celebró con ellos en la Capilla Sixtina el 20 de abril de 2005, al día siguiente de su elección: “Al emprender su ministerio, el nuevo Papa sabe que su tarea es hacer resplandecer ante los hombres y mujeres la luz de Cristo, no la propia luz, sino la de Cristo… Solo pretendo servirle a Él dedicándome totalmente al servicio de su Iglesia”.

Las tres encíclicas de Benedicto XVI

El nuevo Papa era un intelectual, con un bagaje teológico pocas veces visto. Además de haber sido profesor de teología en algunas de las más prestigiosas universidades alemanas y perito del Concilio Vaticano II, tenía en su haber la publicación de más de una treintena de libros e innumerables artículos.

Ya como Papa, tres fueron sus encíclicas: ‘Deus caritas est’ (25-12-2005), ‘Spe salvi’ (30-11-2007) y ‘Caritas in veritate’ (29-06-2009).

En la primera de ellas, plantea el amor hacia el prójimo como una obligación para la Iglesia. En la segunda, trató la esperanza como “elemento distintivo de los cristianos”, ofrecida por Jesús, que trajo al mundo “el encuentro con una esperanza más fuerte que los sufrimientos de la esclavitud”. Y en la tercera, define la caridad como “vía maestra de la Doctrina Social de la Iglesia”, a la que están llamados todos los cristianos, orientados por los criterios de la justicia y el bien común.

Su cuarta encíclica vio la luz en el pontificado de su sucesor. Pues ‘Lumen fidei’, aunque firmada por Francisco, es un texto a cuatro manos entre el Papa alemán y el Papa argentino. No obstante, es ‘Jesús de Nazaret’ su obra culmen, en la que Ratzinger rescata para el gran público “al Jesús de los Evangelios como el Jesús real, el Jesús histórico, una figura históricamente sensata y convincente”.

 

Los viajes de un pontificado

Benedicto XVI realizó un total de 25 viajes apostólicos. Nada comparable con los 104 de Juan Pablo II, pues Karol Wojtyla estuvo 27 años en el gobierno de la Iglesia, por los apenas 8 de Ratzinger.

Su primer viaje fue a los cuatro meses de su elección, dirigiéndose a Colonia para participar en la Jornada Mundial de la Juventud, idéntica misión que le llevó a Sydney en 2008 y a Madrid en 2011. Destaca también la peregrinación a Tierra Santa, en mayo de 2009, su visita a Turquía, en 2006, después del polémico discurso de Ratisbona, o Líbano, su último viaje al extranjero, en septiembre de 2012.

Una cita del emperador bizantino Manuel II Paeólogo sobre el islam, fuera del contexto del discurso sobre el encuentro del cristianismo y la filosofía helénica encendió la polémica con el islam, que poco después se vio superada con la visa del Papa a la Mezquita Azul de Estambul. “Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predicaba”, decía textualmente.

Benedicto XVI cruzó el Atlántico como Papa por primera vez para asistir a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM), que tuvo lugar en Aparecida, Brasil, en mayo de 2007. En ella participaba el hoy papa Francisco y el Documento final de este encuentro, muy en sintonía con ‘Evangelii gaudium’, ha sido de suma importancia para el pontificado de su sucesor.

 

Tampoco podrá olvidarse nunca su viaje a la cuna de Juan Pablo II. Se trataba de su primer gran viaje internacional. Para la posteridad quedan sus palabras en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau: “En un lugar como este, las palabras fallan; al final, solo puede haber un silencio seco, un silencio que en sí mismo es un grito de corazón a Dios: ¿Por qué, Señor, permaneciste en silencio? ¿Cómo pudiste tolerar esto?”.

La renuncia de Benedicto XVI

En la mañana del lunes 11 de febrero de 2013, el papa Benedicto XVI anunciaba su renuncia al pontificado, que sería efectiva a partir del 28 de febrero a las 20:00 horas, cuando pondría rumbo a Castel Gandolfo antes de acomodarse hasta el final de sus días en el Monasterio Mater Ecclesiae.

Cerca de 94 meses, más de 2.800 días en la historia de la Iglesia desde que fuera elegido. Un momento histórico. Ningún Papa había renunciado en los últimos 598 años. De esta manera, Joseph Ratzinger se unía a la lista de los cuatro papas eméritos: Benedicto IX, Celestino V y Gregorio XII.

La noticia la daba a conocer –en latín– el propio Ratzinger durante el Consistorio ordinario público para estudiar algunas causas de canonización. El Pontífice, de 85 años, aseguraba que esta decisión la tomaba “con total libertad y por falta de fuerzas”. “Gracias de corazón y pido perdón por mis errores”, agregaba.

“Os he convocado a este Consistorio, no solo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.

La noticia cogió de sorpresa hasta al propio Vaticano. “Nos ha cogido un poco por sorpresa en un día, además, en que es festivo en el Vaticano. De modo que hemos tenido poco tiempo para organizarnos en esta situación tan importante”, decía Federico Lombardi, el portavoz de la Santa Sede, a los minutos de conocerse la situación y convocar una rueda de prensa.

“No abandono la Iglesia, la serviré de otro modo”, explicó Benedicto XVI en su último ángelus el 24 de febrero de 2013 antes de retirarse y pasar a ser Papa emérito. Ya en su última audiencia el miércoles siguiente señaló además que su decisión de renunciar no supone “abandonar la Cruz”, sino mantenerse “en el servicio con la oración”.

Sus últimos años de vida

Sin duda, el momento más doloroso de sus años como papa emérito fue la muerte de su hermano, Georg Ratzinger, quien fallecía el 1 de julio de 2020 en Ratisbona (Alemania) a los 96 años de edad. Se trataba del único hermano vivo del papa emérito –su hermana María falleció en 1991–.

Ambos estuvieron siempre muy unidos; de hecho, fueron ordenados juntos en Múnich en 1951 en la solemnidad de san Pedro y san Pablo. Se vieron por última vez a finales de junio, pues el 18 de junio de ese año, el papa emérito voló para visitar a su hermano enfermo. Volaba por primera vez desde su renuncia en febrero de 2013. Benedicto XVI regresaba el 22 de junio al Vaticano.

‘Mea culpa’ por los abusos

El Papa emérito reaccionó en febrero de 2022 con una carta en la que pidió perdón por todos los errores cometidos en todo su ministerio tras las acusaciones de inacción ante los casos de pederastia que tuvieron lugar en su etapa como arzobispo de Múnich.

En la misiva, el Papa emérito reconocía su gran dolor “por los abusos y errores que han ocurrido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares”. Si bien es cierto que no era la primera vez que entonaba un ‘mea culpa’ vinculado a la pederastia eclesial, sin duda alguna en esta ocasión, tanto el fondo como la forma, destacaba por la contundencia de sus palabras y por hacerlo en primera persona tanto del singular como del plural.

Es más, sentenciaba: “Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque mirando hacia atrás en mi larga vida puedo tener muchos motivos de temor y miedo, sin embargo, tengo un estado de ánimo alegre porque confío firmemente en que el Señor no solo es el juez justo, sino también el amigo y hermano que ya ha sufrido él mismo mis carencias y es, por tanto, como juez, al mismo tiempo mi abogado”.

En el documento firmado por él, detallaba que “en todos mis encuentros, especialmente durante mis numerosos viajes apostólicos con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, he mirado a los ojos las consecuencias de una culpa muy grande”.

Benedicto XVI, desde su renuncia, pasaba la mayoría del día en su despacho, junto a sus libros y sus discos, en el acondicionado monasterio Mater Ecclesiae, con su siempre inseparable secretario personal, el arzobispo Georg Gänswein. Hoy ya descansa en la casa del Padre.

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