Sí a una CONFER renovada

“Habernos escuchado de tú a tú durante la Asamblea nos ha permitido percibir muchos matices que los simples papeles o programas no necesariamente recogen”, señaló Jesús Díaz Sariego, OP, nuevo presidente de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), durante la clausura de su XXVII Asamblea General, celebrada del 3 al 5 de noviembre.



Según explicó, durante estos días han “percibido una mayor toma de conciencia (racional y afectiva) comunitaria de la necesidad que tenemos de caminar juntos como CONFER para servir mejor a la Vida Religiosa desde ella”. Asimismo, expresó la necesidad de “abrir procesos y de acertar a acompañarlos”.

“De nuevo hemos de volver a la pregunta-lema de la Asamblea: Señor, ¿qué quieres de nosotros hoy? Esta pregunta ha de seguir acompañándonos durante estos próximos años, al menos hasta la próxima Asamblea. Os invitaría a que en cada instituto la tengamos en cuenta. Podemos asumir el compromiso, como superiores mayores, de seguir reflexionándola para dar mejor forma a lo que somos y a lo que hacemos. Las respuestas que podamos dar a esta pregunta son el camino de futuro por el que debemos transitar. Sus respuestas nos abren mucho horizonte, a cada congregación en particular y a la CONFER en general”, resaltó el dominico.

Por su parte, la nueva vicepresidenta, Lourdes Perramon, OSR, destacó cómo en “estos días hemos oído decir que la CONFER es la casa de todos; yo espero que seamos hogar”.

Ocho desafíos

Dando respuesta a la gran pregunta de la Asamblea, el equipo de presidencia y el consejo general han elaborado en los últimos meses el Proyecto para el fortalecimiento y la viabilidad de la CONFER al servicio de las Congregaciones Religiosas en España (2020-2023). Este documento, presentado a los superiores mayores durante la Asamblea y al que ha tenido acceso Vida Nueva, plantea los ocho desafíos de la Vida Religiosa en España y, tras detectarlos, ofrece 13 planes de acción que comenzarán a ejecutarse ahora con la nueva presidencia.

Desde la CONFER se pretende dar una respuesta adecuada a la dificultad e incertidumbre que se están viviendo en el seno de las congregaciones, con el aumento de la media de edad de los religiosos, la disminución de vocaciones y la creciente complejidad en muchas obras apostólicas. Entre los desafíos:

  • El primero reconoce la necesidad de “vivir desde las raíces de nuestra Vida Consagrada”, para ello es básico “conectar con lo más propio de nuestra identidad, cuidar lo más nuclear de nuestra vida, renovar el sentido y buscar un horizonte común de la Vida Religiosa en un momento de disminución y vivir integradamente nuestra misión como religiosos”.
  • En segundo lugar, se habla de “cuidar a los religiosos según el momento vital en que se encuentren: mayores, edades intermedias y jóvenes”. En todas las etapas se insta a “velar por un acompañamiento personal, revitalizar nuestra vida comunitaria, cuidar la formación para la interculturalidad y optimizar los recursos humanos en favor de la misión.
  • En tercer lugar, se señala el reto de “impulsar el sentido intercongregacional”. Para ello se destacan cinco aspectos clave: abrir espacios de reflexión y trabajo, propiciar momentos de encuentro, fomentar encuentros entre los superiores mayores, propiciar de una manera eficaz compartir vida, experiencias, etc. y reforzar los vínculos y la colaboración con la Iglesia diocesana.
  • En cuarto lugar, aparece la necesidad de “profundizar en la misión compartida con los laicos”, indicando que hay que “consolidar la opción de vida laical del carisma, potenciar la vivencia conjunta del carisma, y ahondar en los procesos de misión compartida”.
  • El quinto reto obedece al discernimiento de la presencia de la Vida Religiosa hoy. El documento recalca que el camino pasa por ahondar en la sabiduría profética de las obras apostólicas, apostar por hacer viables proyectos apostólicos en contextos de exclusión, discernir para potenciar o para dejar obras, cuidar el elemento diferencial y discernir qué papel deben jugar los religiosos.
  • El sexto desafío apunta a la necesidad de “conectar con la realidad del mundo”. Para ello, se invita a “cuidar una mirada lúcida y profunda, evangélica, al mundo actual, trabajar para dar a conocer la Vida Religiosa y redefinir la Vida Religiosa en la cultura actual”.
  • El séptimo desafío habla de “crecer en cultura vocacional”: “Vivir desde el agradecimiento el sentido de nuestra propia vocación, fortalecer la apertura al entorno, ofrecer a los jóvenes la pasión de vivir la propia vocación y acompañar a los jóvenes”.
  • El último desafío es “vivir con sentido pascual el momento de decrecimiento”. Es decir, “tomar conciencia y afrontar la realidad, suscitar distintas posibilidades que permitan a congregaciones más debilitadas buscar ayuda y acompañamiento y promover espacios de encuentro entre congregaciones religiosas”.

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