Los mártires capuchinos de Manresa ya son beatos

El cardenal Marcello Semeraro ha presidido la celebración, que estaba prevista para hace un año, en la localidad catalana en la que perdieron la vida entre julio y agosto de 1936

Pasadas las 11 de la mañana de este sábado, 6 de noviembre, los frailes capuchinos Benet de Santa Coloma de Gramenet, Domènec de Sant Pere de Riudebitlles y Josep Oriol de Barcelona han sido declarados beatos en una solemne celebración en la basílica de Santa María de la Seu de Manresa, en Barcelona. La beatificación ha estado presidida por el prefecto de la Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro, encargado de leer el decreto de martirio por el que se les eleva a los altares. También han participados los diferentes obispos de Cataluña, encabezados por el titular de la diócesis de Vic a la que pertenece Manresa, Romà Casanova, así como el nuncio apostólico Bernardito Auza y los bades de Montserrat y Poblet.



Los religiosos Benet de Santa Coloma de Gramenet, Domènec de Sant Pere de Riudebitlles y Josep Oriol de Barcelona –los capuchinos manitenen la tradición de añadir a su nombre religioso su localidad de origen– pertenecían al convento de Manresa cuando, al inicio de la Guerra Civil, entre julio y agosto de 1936 fueron martirizados. Es la primera vez que una beatificación se celebra en Manresa –aunque la localidad ya cuenta con otros mártires en los altares–, aunque esta ceremonia estaba prevista para noviembre de 2020, ya que la autorización del papa Francisco para la beatificación es del 23 de enero de 2020; pero la restricciones sanitarias por la pandemia del coronavirus provocaron que se trasladase hasta la fecha actual.

Al inicio de la celebración, el cardenal Semeraro, como delegado papal, fue el encargado de leer la carta apostólica del papa Francisco, en latín, con la que se establece la beatificación tras el desarrollo del proceso desarrollado en la diócesis de Vic. Con la lectura de este documentos, los siervos se Dios han pasado a ser declarados beatos, cuya conmemoración será precisamente el 6 de noviembre junto con el resto de mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España. Un icono con los nuevos beatos con la Virgen de Montserrat ha sido desplegado, junto a la Virgen del Alba que preside el retablo de la basílica de Manresa,  tras esta declaración. Siguiendo la tradición catalana, durante la presentación de las reliquias se cantaron unos ‘gozos’ compuestos para la ocasión como homenaje a los nuevos beatos.

Morir para vivir

En su homilía, el cardenal Semeraro ha destacado que los nuevos beatos “por caminos distintos, pero relacionados por el propósito de seguir al ‘Poverello’ de Asís llegaron a Manresa donde desarrollaron un ministerio profundo”. Apuntó que cuando su convento fue incendiado y devastado, buscaron refugios y más tarde capturados siendo “fueron ejecutados sin ningún proceso, tan solo por ser cristianos”. “En el rostro de cada mártir descubrimos un original espejo en el que descubrimos los rasgos de Cristo”, añadió.

El prefecto alabó este “real y paradójico intercambio” que muestra el mártir a ejemplo de la Resurrección de Jesús. “El mártir no vive para morir ni es un ser para la muerte, sino que muere para vivir”, destacó apuntando la vinculación del mártir con la “primavera de la Iglesia, cuerpo de Cristo”. Algo que es una llamada, el testimonio, para todos los creyentes para “la fecundidad de la vida de la Iglesia”.

Semeraro destacó que “en todo martirio no actúa un espíritu humano, sino el Espíritu Samto del que procede el amor sincero y la fuerza de la verdad”. El martirio, reclamó, “no es una forma de egoísmo extremo”, surge de la “llamada a la santidad” que se traduce en la alegría de quien “siendo pobre, enriqueció a muchos”. Para el prefecto, sus reliquias expuestas son “semillas de vida” que recuerdan que pueden producir “mucho fruto”.

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