Así arranca el Año Ignaciano: “Vivir bien la vida es lo que persigue la Compañía de Jesús”

El superior general de los jesuitas, Arturo Sosa, preside en Pamplona la apertura del jubileo por los 500 años de la conversión de Ignacio de Loyola

El jubileo por el quinto centenario de la conversión de Ignacio de Loyola ya está en marcha. Ayer por la tarde se dio el pistoletazo de salida en la catedral de Pamplona con una eucaristía justo en la efemérides de la herida que sufrió el santo y que fue el detonante de su cambio de vida. La misa estuvo presidida por el arzobispo Francisco Pérez y su auxiliar Juan Antonio Aznárez, además del prepósito general de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, que pronunció la homilía. La pandemia del coronavirus provocó que se limitara el aforo del templo. Aun así, más de 4.000 personas siguieron en directo la celebración a través del canal de YouTube de los jesuitas.



El superior general de los jesuitas se refirió a ese antes y después de la trayectoria de Ignacio de Loyola. “A Íñigo no le da igual una vida sin Cristo o con Él”, comentó Sosa, que planteó cómo “la novedad del Señor es determinante”. “Estar con Él, conocerlo, amarle y seguirle es lo que le hace caer en la cuenta de que ya no es el mismo, y de que esta novedad le merece la pena, le va la vida en ello”, expuso ante los presentes.

Trabajar por el Reino

“La novedad de Cristo que llevó a Ignacio a trabajar para que el Reino de Dios viniera a los hombres, esa misma es la que en este Año Ignaciano deseamos nos conduzca a cada uno, a los jesuitas y a nuestros amigos en nuestra misión en la Iglesia”, comentó Sosa.

Desde ahí, se refirió al lema que vertebra este Año Ignaciano –‘Ver nuevas todas las cosas en Cristo’- para subrayar que “vivir bien la vida es lo que persiguen esas cuatro sensibilidades o vías que la Compañía de Jesús propone ahora como las Preferencias Apostólicas Universales para impregnar toda nuestra acción evangelizadora”. Con este punto de partida subrayó la necesidad de revitalizar el discernimiento y los ejercicios espirituales. También puso el foco en la urgencia de seguir “luchando en todo por la reconciliación y la justicia, actitud inseparable de la cercanía y amistad con los pobres, como la que tuvo Ignacio”.

Los frutos

Sosa también destacó en su homilía la prioridad de estar “al lado de los jóvenes en el futuro que se les abre, que quiera el Señor esté lleno de esperanza”, así como cuidar de la creación “para que pueda mostrar los frutos del mismo Espíritu Santo presente en ella desde dentro”.

Con una mirada agradecida al pasado, el general enfatizó que “durante estos estos cinco siglos el Espíritu Santo ha estado presente, dando su luz y fuerza” a quienes han formado parte de esta familia carismática. Al finalizar la eucaristía, Francisco Pérez expuso cómo “el modo y estilo de vivir que tuvo san Ignacio ha seguido presente a lo largo de estos 500 años como rastro de esa luz que es Cristo”.

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