Carlos Samaniego: “No vacunarse contra el coronavirus podría considerarse pecado grave”

“La responsabilidad moral de vacunarse mira al bien propio y al bien común, mientras que el rechazo individual de la vacuna puede ser un riesgo para los demás”. Esta es la reflexión que lanza Carlos Samaniego López, obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, ante la celebración de “Los cristianos frente a las vacunas Covid-19”, una conferencia internacional virtual  organizada por la Academia de Líderes Católicos Latinoamericana. El coloquio tendrá lugar el próximo 19 de enero con la participación de Vida Nueva.



En una entrevista a este portal digital, el también consejero nacional de la Academia de Líderes Católicos México, considera que “habría que asegurarse de que las vacunas puedan ser accesibles a los países más pobres quienes han sufrido de modo acentuado la crisis sanitaria, laboral y económica”.  Así se pondrá de manifiesto en un acto en el que participarán, entre otros, el cardenal Sean Patrick O’Malley, arzobispo de Boston, que reflexionará sobre esta cuestión desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia.

Asimismo, se contará con la exposición de la medicina por parte de Katarina le Blanc, miembro de la Pontificia Academia para la vida y profesora de la División de Inmunología Clínica del Instituto Karolinska de Estocolmo. Por otra parte, Luis Enrique García Rodríguez, ex presidente ejecutivo del Banco de desarrollo de América Latina, analizará el impacto económico y social del coronavirus.

PREGUNTA.- Algo despistados debemos andar los católicos, cuando es necesario convocar un coloquio en el que se pregunta si un cristiano debe vacunarse o no… ¿Qué ha fallado para que se haya sembrado la duda sobre la importancia de inmunizarse frente al covid-19?

RESPUESTA.- El hecho de vacunarse con la certeza de ser inmune ante el covid-19 en realidad es un acto de confianza, pues el común de los seres humanos no estamos capacitados para conocer a profundidad los procesos científicos de la elaboración de las vacunas. Por ello, es comprensible que, ante una pandemia que está en proceso de desarrollo causando muertes en todo el mundo haya duda en el aporte científico, que a un año del inicio de dicha pandemia no ha resuelto el antídoto necesario para evitar más muertes. Pienso que habría que explicar con vocabulario muy sencillo cómo actúan las vacunas, qué resultados se esperan y en qué tiempos, a fin de generar confianza y no dejar espacios en donde la ignorancia del común de los seres humanos podamos ser presa fácil de información errónea al respecto, pues esta en juego la vida del ser humano. Si ya se han invertido tantos recursos en la creación de la vacuna, entonces se tienen todos los elementos para tropicalizar la difusión de las consecuencias de su aplicación.

P.- ¿Por qué todavía hoy hay católicos influyentes, tanto pastores como laicos, que continúan sembrando dudas sobre la moralidad de la vacuna, e incluso sumándose a la corriente negacionista de la vacuna?

R.- La moralidad del acto humano considera el objeto del acto en sí mismo, las circunstancias que lo rodean y la finalidad que el sujeto se propone con ese acto; dicho lo anterior considero que la salvaguarda de la vida y la vida de los demás o la salud es un objeto bueno en sí mismo; las circunstancias que rodean el acto se caracterizan como una atmósfera mortal que alberga un diminuto patógeno exterminador que no respeta a nadie y que hay que contrarrestar con medios lícitos; y la finalidad de los científicos, las autoridades sanitarias y jefes de estado es preservar la vida del ser humano. Por tanto, la moralidad de la vacuna motiva a la opción ética de vacunarse, que favorece la propia vida y la vida de los demás; en oposición, la opción de la corriente negacionista desemboca en el suicidio de la especie humana y no sólo el riesgo de poner en peligro temerariamente la propia vida, actos de por sí moralmente inaceptables. La sola ignorancia o intereses personales o grupales, no deben tener cabida en los fieles cristianos, sean pastores o laicos influyentes, porque está en juego la vida de todos. A la única corriente que hay que sumarse es a la de la vacunación voluntaria que mira a proteger la propia salud y el bien común y no a la corriente negacionista de la vacuna que puede albergar intereses políticos o fanáticos, más aún, cuando se tiene un liderazgo que alberga la responsabilidad de influir en favor del bien común.

P.- La Santa Sede, con el Papa al frente, no ha dejado el más mínimo margen de duda sobre la importancia de vacunarse, como un ejercicio de responsabilidad social. Así lo ha manifestado tanto la Academia Pontificia de la Vida como la Comisión Covid-19 y Doctrina de la Fe. ¿Será suficiente para aclarar las ‘fake news’ que también asolan esta cuestión?

R.- La influencia de la pseudo-ciencia, “la dictadura del relativismo” y la postverdad han encontrado en las redes sociales y en las fake news medios para difundir una gran confusión que obstaculiza con mentiras la posibilidad de discernimiento en la búsqueda de la verdad, es por ello, que se hace preciso una voz autorizada que sea capaz de presentar la verdad y estar dispuesta a un diálogo para profundizar y discernir esta verdad del error. Tanto la Academia Pontificia de la Vida como la Comisión Covid-19 y la Congregación para la Doctrina de la Fe han emitido documentos que dan elementos contundentes para contrarrestar la abrumante difusión de fake news. Baste pensar, por ejemplo, en los puntos clave de la Comisión vaticana Covid-19 para un acceso universal a las vacunas en donde se aborda la importancia del proceso de la vacuna, desde su investigación y desarrollo hasta las patentes y la explotación comercial. Por otro lado la Congregación de la Doctrina de la Fe definió “moralmente aceptable” la vacuna anti-Covid ante la cuestión de si es lícito el uso de las vacunas en que se utilicen células de fetos abortados para crear líneas celulares para su uso en la investigación científica diciendo que “la razón fundamental para considerar moralmente lícito el uso de estas vacunas es que el tipo de cooperación al mal del aborto provocado del que proceden estas mismas líneas celulares, por parte de quienes utilizan las vacunas resultantes, es remota” y que “el recurso a tales vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se obtuvieron las células con las que las vacunas han sido producidas”. Pienso que los criterios emitidos por la Sede Apostólica en esta materia son suficientes para aclarar las ‘fake news’, siempre y cuando se sepan exponer con la luminosidad con que han sido escritos.

P.- No vacunarse, ¿podría llegar a considerarse un pecado en tanto que supone poner en riesgo, no solo la propia salud y por tanto la vida, sino también la vida de los otros?

R.- La responsabilidad moral de vacunarse mira al bien propio y al bien común, mientras que el rechazo individual de la vacuna puede ser un riesgo para los demás. Aquí se presenta la relación entre la salud personal y la salud pública que urgen una decisión responsable que evita el riesgo del contagio. Sin embargo, antes de responder acerca de si puede considerarse pecado el hecho de no vacunarse hay que tomar en cuenta la “Nota sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la Covid-19” de la Congregación para la doctrina de la fe que dice que la vacunación debe ser voluntaria y tiene el deber de proteger la salud propia y la salud pública así como perseguir el bien común; es por ello que se hace recomendable la vacunación, pues mira a la protección de todos, sobre todo de los más débiles y más expuestos. La Congregación para doctrina de la fe añade que “quienes, por razones de conciencia, rechazan las vacunas producidas a partir de líneas celulares procedentes de fetos abortados, deben tomar las medidas, con otros medios profilácticos y con un comportamiento adecuado, para evitar que se conviertan en vehículos de transmisión del agente infeccioso. En particular, deben evitar cualquier riesgo para la salud de quienes no pueden ser vacunados por razones médicas o de otro tipo y que son los más vulnerables”. Aquí pues se presentan casos en los que no podría ser considerado pecado el hecho de no vacunarse. Sin embargo, cuando la razón para no vacunarse suponen el poner en riesgo, no solo la propia salud y por tanto la vida, y también la vida de los otros, sin más razones, tenemos la materia, la voluntad y la deliberación que conforman el que un acto humano pueda ser considerado pecado grave.

P.- Aunque solo fuera por puro interés, a los países ricos les interesa también que las regiones empobrecidas sean inmunes al covid-19. De lo contrario, el virus podría volver contra ellos en forma de nueva cepa en cualquier momento. ¿No es así?

R.- En los primeros meses de propagación de la Pandemia hubo declaraciones desafortunadas en México, incluso de una autoridad civil, acusaban a “los ricos” de ser la causa de la propagación del virus a través de sus viajes aéreos. Sin embargo, ahora se dice que, el descuido de “los pobres” en zonas populares, así como en el uso que ellos hacen de espacios como el transporte público es causa de propagación del virus. Estas acusaciones, presentes también en la distinción de países ricos y pobres son infundadas e innecesarias cuando la única preocupación tendría que ser la búsqueda de una solución para todos; pues todos son vulnerables ante el virus sin distinción de clase social, raza o credo. Por lo anterior habría que asegurar que las vacunas puedan ser accesibles a los países más pobres quienes han sufrido de modo acentuado la crisis sanitaria, laboral y económica. El motivo, pues para la distribución de la vacuna no ha de ser otro sino la consideración de descubrirse todos como hermanos en esta situación global.

P.- Contemplando la realidad mexicana, la voracidad del virus en el país y las grandes bolsas de pobreza del país, la vacuna es cuestión de vida o muerte, no solo para los últimos, sino para todo el país en general, ¿no?

R.- México es un país muy grande a comparación de tantos otros, por tanto, la dificultad en el control de la Pandemia ha dependido de medidas sanitarias que incumben a varios niveles como el federal, el estatal y el municipal. La corresponsabilidad de las religiones, de los empresarios y de la sociedad civil no ha encontrado caminos seguros y luminosos en la inestabilidad y la oscuridad de la Pandemia, por lo que el número de contagios asciende ya a más de 1 millón 530 mil casos totales y 134 mil muertos por lo que la vacuna se presenta hoy, en efecto, como una solución de vida o muerte.

P.- ¿Qué se puede hacer desde una Iglesia local para contribuir a que esta vacunación llegue verdaderamente a todos?

R.- La Iglesia local puede ayudar a que la vacunación llegue a todos, en primer lugar  procurando que los obispos y presbiterios vayan delante con el ejemplo en la disposición de recibirla; en segundo lugar difundiendo en las redes sociales de la diócesis las razones para ponerse la vacuna contra el Covid-19 y finalmente procurando que los fieles cristianos, sean párrocos o fuerzas vivas de la Iglesia, promuevan la conveniencia de que la vacuna sea recibida por todos, cristianos o no, con la voluntad de buscar el bien común, pues procurar la salud propia y la de los demás es un acto de amor.

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