Francisco invita al Meeting de Rímini a descubrir el “asombro que toma la forma de compasión ante el sufrimiento, la fragilidad y la precariedad” en la pandemia

El papa Francisco, a través de un mensaje firmado por el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, ha mostrado su cercanía con la XLI edición del Encuentro para la Amistad entre los Pueblos, el conocido Meeting de Rímini que organiza Comunión y Liberación, este año en una edición con fuerte contenido virtual. En sintonía con la temática del encuentro, el texto pone de manifiesto “la dimensión del asombro que toma la forma de compasión ante el sufrimiento, la fragilidad y la precariedad de la existencia”.



Un sentimiento, señala Parolin, que “ha empujado a los médicos y enfermeras a enfrentarse al grave desafío del coronavirus con una dedicación intensa y un compromiso admirable” y que “ha permitido a muchos encontrar en los rostros y la presencia de sus familias la fuerza para enfrentar la incomodidad y la fatiga”.

La fuerza del asombro

Para el cardenal, “el asombro es realmente la manera de captar los signos de lo sublime, es decir, de ese Misterio que constituye la raíz y el fundamento de todas las cosas. Y es que, apunta, “en el desierto de la pandemia, han vuelto a surgir preguntas, a menudo latentes: ¿cuál es el significado de la vida, del dolor, de la muerte?” Como respuesta al sentido, surge la Belleza, resalta Parolin en sintonía con la propuesta del Meeting.

Todas las expresiones de auténtica belleza pueden reconocerse como un camino que ayuda a encontrarse con el Señor Jesús. Si, como afirma san Agustín, amamos sólo lo que es bello, el Hijo hecho hombre, la revelación de la belleza infinita, es sumamente amable y nos atrae a él con lazos de amor. Por eso es necesario que la formación en la ‘via pulchritudinis’ se inserte en la transmisión de la fe”, señala el cardenal citando la exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’.

“El Papa os invita, por tanto, a seguir colaborando con él en el testimonio de la experiencia de la belleza de Dios, que se hizo carne para que nuestros ojos se maravillen de su rostro y nuestros ojos encuentren en él la maravilla de vivir”, concluye. “Es la llamada a ser transparencias de la belleza lo que ha cambiado nuestras vidas, testigos concretos del amor que salva, especialmente hacia aquellos que ahora sufren más”, apunta Parolin.

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