Ernesto Cardenal, la insuperable fuerza de ser un verso suelto

  • Frei Betto le homenajea en Vida Nueva: “Su poesía ahora es nuestra estrella guía”
  • Referente del sandinismo y luchador contra Somoza, fue quien mejor despidió a Marilyn Monroe

Ernesto Cardenal

Ernesto Cardenal es un poliedro en sí mismo. Opositor al régimen autoritario de Somoza y referente (incluso como ministro de Cultura) de la revolución sandinista, ha cerrado sus días clamando contra la “dictadura” de quienes se definen a sí mismos como los estandartes del sandinismo: Daniel Ortega y su mujer, Rosario Murillo. Por lo mismo, este sacerdote (siempre se sintió así) ha pasado décadas sin poder celebrar una eucaristía, ‘perdonado’ solo al final de sus días por Francisco.



Pero Cardenal es mucho más que la icónica imagen con Juan Pablo II en el aeropuerto de Managua, en 1983, abroncando el Papa a quien se había arrodillado ante él en espera de su bendición. Como también es mucho más que su trabajo junto a otros referentes eclesiales, como Carlos García Godoy, creador de la Misa Campesina, o su rendida admiración por Thomas Merton, soñando ambos con otro modo de vivir la vocación monacal.

Amor por los pobres

En conversación con Vida Nueva, el brasileño Frei Betto, uno de los principales símbolos vivos de la Teología de la Liberación, dice así adiós al compañero: “Ernesto Cardenal y yo teníamos el mismo amor a los pobres, a la Cuba socialista, a la belleza del Universo. Su transvivenciación me hace mirar la poesía de Dios en el cielo y reconocer a Cardenal en el brillo de los astros. Su poesía ahora es nuestra estrella guía”.

Siguiendo la estela de Betto, intuimos que, efectivamente, el pastor nicaragüense es mucho más que todo eso. Incluso más que su faceta de escritor. Y eso que hablamos de quien, muerto a los 95 años (no ha dejado de escribir hasta el final), es considerado uno de los grandes referentes de la poesía latinoamericana contemporánea, trascendiendo en su momento que estuvo varias veces nominado al Nobel de Literatura.

Oración por Marilyn Monroe

¿Cuál es el alcance, entonces, de Ernesto Cardenal? El de un sencillo poeta que, abajado hasta acariciar de un modo real las heridas de los más excluidos, se derrama en versos como los que nos dejó en su legendaria ‘Oración por Marilyn Monroe’, y que comienza así: “Señor, / recibe a esta muchacha conocida en toda la tierra con el nombre de / Marilyn Monroe, / aunque ese no era su verdadero nombre / (pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a / los 9 años / y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar). / Y ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje, / sin su agente de prensa, / sin fotógrafos y sin firmar autógrafos, / sola como un astronauta frente a la noche espacial”.

Libre, absolutamente libre, fue el sacerdote que escribió el poema ‘Anoche soñé con un coito…’. Pero lo de Cardenal traspasó la frontera de la libertad. Realmente, tocó a Dios en los versos finales de ‘En Pascua resucitan las cigarras’: “Todo el bosque resuena con el canto / y solo ellas en todo el bosque no lo oyen. / ¿Para quién cantan los machos? / ¿Y por qué cantan tanto? ¿Y qué cantan? / Cantan como trapenses en el coro, / delante de sus salterios y sus antifonarios, / cantando el Invitatorio de la Resurrección. / Al fin del mes el canto se hace triste, / y uno a uno van callando los cantores. / Y después solo se oyen unos cuantos, / y después ni uno. / Cantaron la resurrección”.

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