Renzo Fratini: “Nunca he querido meterme en política”

  • El nuncio en España recibe a Vida Nueva en la nunciatura tras la polémica sobre la exhumación de Franco
  • Tras 10 años de servicio en nuestro país indica que “quien piense que la Iglesia es franquista, se equivoca”
  • “La mayoría de los obispos sigue las premisas del Papa, aunque hay una minoría con dificultades”, afirma
  • Sobre el Sea Watch 3: “No se puede decir que la capitana sea una criminal. Lo primordial es salvar vidas”

Renzo Fratini, nuncio en España

Renzo Fratini se jubila. Después de una década como nuncio de Su Santidad en España buscando el segundo plano. Sin apenas declaraciones a los medios. Por eso, lamenta la polvareda a raíz de una ronda de entrevistas concedidas como gesto de despedida y gratitud a los periodistas españoles. La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ha elevado una “queja formal” al Vaticano y amenaza con modificar la fiscalidad de la Iglesia, al entender que es una “injerencia” el que Fratini haya considerado que el proyecto de exhumación de Franco ha servido para “resucitar” la imagen del dictador. Al nuncio le preocupa dejarle una hipoteca a su sucesor o generarle algún problema al Papa, pero está convencido de que este episodio no le hará despedirse de España con mal sabor de boca.



PREGUNTA.- Sus diez años al servicio del Papa en España se identifican por una discreción y prudencia ante la opinión pública y un silencio mediático que en algunos ámbitos eclesiales se tachaba de perfil excesivamente bajo… Hasta esta semana.

RESPUESTA.- Los diplomáticos de la Santa Sede tenemos indicaciones de no dar entrevistas y no tomar posiciones desde el punto de vista político, bajo el criterio de mantener las buenas relaciones con el Estado en el que estamos destinados. En el caso de la exhumación de Franco, el Gobierno ha pedido la ayuda de la Iglesia y la Santa Sede ha adoptado una posición neutral, en tanto que ha entendido que se trata de una gestión interna entre el Gobierno y la familia. La Santa Sede ya ha manifestado que no se opondrá ni será favorable al traslado.

Así se ha planteado en todo momento, especialmente tras el encuentro entre la vicepresidenta Carmen Calvo y el cardenal Pietro Parolin. Una visita que yo facilité y recomendé que tuviera lugar. Por eso me cuesta entender que se diga ahora que hemos tenido desencuentros con el Gobierno. Yo solo he tenido la oportunidad de hablar por teléfono una vez con la vicepresidenta, y fue una conversación cordial y sincera. Siempre que me han pedido ayuda, me han tenido ahí. Aun así, lamento si mis palabras han generado una cierta polémica. No pensaba que lo que comenté pudiera suscitar un problema. Si alguien lo interpreta como una injerencia, solo quiero dejar claro que no era mi intención absolutamente meterme en política.

P.- No es la primera vez que Carmen Calvo reacciona así con respecto a la Iglesia. ¿Hay un cierto empeño en convertir a la Iglesia en un enemigo o, al menos, en un partido político más en la oposición?

R.- La Iglesia no es un partido político. Está trabajando para el bien común, para todos. La mejor prueba es Cáritas, que no pide a nadie su carné de partido ni el certificado de bautismo. Lo mismo ayuda a un cristiano que a un musulmán o a un ateo, de la misma manera que se entrega a un ciudadano nacido en España que a un inmigrante. Actúa ayudando a cada persona sin denominación política, religión o color de piel. Creo que esta es una premisa en la que todos estamos de acuerdo. Por eso, si quieren situar a la Iglesia como un actor político o llegar a pensar que es franquista, se equivocan. Miremos las dificultades que tuvo Franco con Pablo VI. Después del Concilio Vaticano II  hubo un cambio bastante fuerte de posición frente al régimen político que había en España, y Pablo VI quiso nombrar obispos como Tarancón, que abrieron nuevas vías.

P.- Este inesperado suceso, ¿le deja un sabor agridulce de esta década en nuestro país?

R.- Para nada. Han sido los mejores años de mi vida diplomática. He contemplado tres gobiernos de distinto signo, dos socialistas y uno del Partido Popular. He podido acompañar los esfuerzos que ha hecho la Iglesia para ayudar a la gente durante una crisis económica grave. Lo cierto es que, como Iglesia, no hemos vivido grandes problemas, solo cuestiones menores que son parte de la vida en todos los países. España sigue siendo mayoritariamente católica, tal y como reflejan las encuestas, donde se habla de un 68% de creyentes, un 60% de los padres solicitan la asignatura de Religión para sus hijos… No se puede negar que hay una cultura y unas raíces mayoritariamente católicas.

P.- Mencionaba el encuentro de Francisco con los nuncios. El Papa fue duro en las palabras que les dirigió…

R.- La mayoría de los nuncios respaldan al Santo Padre. Algunos nuncios de cierta edad pueden, a veces, identificarse con ciertas críticas. Pero estoy convencido de que son una minoría. En el encuentro de nuncios de hace tres años sí sentí una resistencia más fuerte, pero en esta ocasión lo que noté fue una comprensible preocupación por asuntos de actualidad, como el preacuerdo con China.

P.- Como nuncio, ¿cómo vivió el ‘caso Viganò’?

R.- Me pareció muy triste y muy grave. Sobre todo, porque yo le conozco bien, en tanto que fui su sucesor, aunque no inmediato, en la Nunciatura de Nigeria y sé cómo trabajaba. Precisamente por eso, estoy apenado, porque no se puede acusar como ha hecho utilizando documentos internos. Yo rezo para que cambie y reconozca el daño que ha provocado. Tenemos que ser humildes: es el último punto del decálogo del Papa a los diplomáticos.

P.- Ser nuncio le permite contemplar desde una atalaya privilegiada la realidad. ¿Cómo se ve?

R.- Los nuncios estamos llamados a leer la realidad en su conjunto y a saberla interpretar. Así sucede, por ejemplo, con el tema de la migración. Hoy por hoy, la cuestión de la movilidad humana es el verdadero problema global que puede generar grandes conflictos globales y locales. No se puede decir que la capitana del barco Sea Watch 3 sea una criminal. Podemos discutir los matices, pero está claro que lo primordial es salvar la vida de quienes sufren en el Mediterráneo, y esta mujer es lo que hace. Los refugiados no vienen a Europa por placer, sino por supervivencia. Lo sé por los años que pasé en Nigeria. No son criminales. Solo quien no conoce el problema de África puede acusarles de ser delincuentes, cuando son las mafias las únicas que salen beneficiadas.

De momento, cerrar fronteras no es la solución, porque España también necesita de su trabajo. Creo que los migrantes pueden ayudar a repoblar la España rural vaciada. Así se lo propuse al obispo de Soria, Abilio Martínez, después de verle en la portada de Vida Nueva. Que promoviera la acogida a través de algunos proyectos para revitalizar la región a través del empleo, del aumento de la natalidad…

P.- En la reciente misiva a los católicos alemanes, el Papa llama a la comunión ante el peligro de una “fragmentación” eclesial fruto de una “reducción ideológica cientifista y manipuladora”. ¿Esta división la ha palpado en la Iglesia española?

R.- En parte sí, un poco. En la Iglesia española hay dos tendencias. Por un lado, está la mirada anterior a la llegada de Francisco, mientras que ahora se ha iniciado un cambio promovido por él. No se puede negar este deseo de conversión pastoral del Papa, que pasa por insistir más en el encuentro con la sociedad y la escucha de la gente. Es importante proclamar la doctrina y, al mismo tiempo, comunicar el mensaje del Evangelio. Así se ve en el borrador de la nueva constitución apostólica, en la que sitúa como prioritaria la evangelización, pero, justo después, la doctrina. Me quedo con la invitación que hace en ‘Amoris laetitia’ a saber escuchar, discernir cada caso atendiendo a la diversidad del mundo, que no significa caer en la confusión del todo vale. Es el Evangelio del pastor que deja al rebaño por ir a por la oveja perdida.

P.- ¿Este es el encargo que le deja usted a la Iglesia española?

R.- La Iglesia española está trabajando bien en su conjunto, se está renovando. La mayoría de los obispos está siguiendo las premisas del Papa, aunque hay una minoría que todavía tiene algunas dificultades. El cardenal Blázquez ha expresado de forma reiterada su respaldo a Francisco. No se puede decir que hay una división en la Conferencia Episcopal, pero sí puntos de vista diversos, aunque finalmente siempre dan una respuesta unidos.

P.- Esa unidad parece percibirse en el decreto vinculante para luchar contra los abusos que buscan aprobar…

R.- Se ha llegado un poco tarde, pero se está actuando bien. En España no ha habido tantos casos graves como al principio se dejó caer. La prueba está en el resultado de las investigaciones periodísticas que, en un año, no han encontrado más de una treintena de casos frente a los más de 600 que se anunciaban en un inicio. Estoy convencido de que la Iglesia española no ha sido tan vulnerable a esta lacra, entre otras cosas por la seria formación que se ha dado en los seminarios en el postconcilio, en medio de un período de desorientación, como recordaba hace poco Benedicto XVI. No es que todos los sacerdotes españoles sean santos, y claro que lamentablemente hay casos, pero la crisis de los abusos no ha sido aquí tan fuerte como en otros lugares.

P.- ¿Ha sufrido presiones internas en su trabajo en el día a día, por ejemplo, en la terna para el nombramiento de obispos? ¿Se ha sentido “puenteado” o ha percibido que le han ninguneado yendo directamente a Roma?

R.- No, no he percibido presiones. Es más, yo mismo he exhortado a veces a los obispos, cuando han tenido algún problema, a que lo trataran directamente en Roma, por ejemplo, hablando con el cardenal Ouellet en la Congregación para los Obispos. He trabajado en completa libertad. Prueba de ello es el nombramiento del arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, al que muchos han tachado de independentista, pero no le conocen.

P.- La situación en Cataluña no parece mejorar. Tampoco en el seno de la Iglesia…

R.- Al analizar este tema, el verdadero problema no es entre Cataluña y el resto de España, sino que los catalanes están divididos y no se ponen de acuerdo. La Iglesia participa de esa realidad y no podemos olvidar que la Iglesia está hecha de la gente del pueblo, con sus distintas sensibilidades. Entre los propios sacerdotes hay diferentes posiciones, no tanto separatistas, como sí defensores de la identidad, la historia y la lengua. Es difícil encontrar hoy el equilibro, pero creo que el cardenal Omella lo está haciendo bien. Lo pueden acusar de lo que quieran, pero lo está haciendo muy bien, y la prueba es la acogida que está teniendo.

P.- Aunque sé que la tarea le corresponde al Papa y a la Secretaría de Estado, dibújeme el perfil de nuncio que necesita hoy España.

R.- No hace falta un hombre excepcional, sino que simplemente cumpla su deber de cada día. Hace unos días leía precisamente en Vida Nueva un artículo del embajador Paco Vázquez, en el que hablaba del “testimonio de la cotidianidad” que dan los sacerdotes. El nuncio no es una primera figura, ni un líder, sino un servidor en lo cotidiano desde la sencillez. Me gusta el término inglés ‘low profile’ –perfil bajo–, que en mi opinión es la mejor actitud para trabajar en equilibrio y armonía al servicio de la Iglesia local y de la Iglesia universal.

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