Los 6 motivos por los que Francisco visita Rumanía

Hace 20 años Juan Pablo II visitó Rumanía. Era la primera vez que un papa aterrizaba en un país de mayoría ortodoxa. Ahora Francisco vuelve a uno de los países de la Unión Europea que más crece pero que más ha sentido la pobreza. Un viaje para el encuentro con oriente y para visibilizar las minorías, ya sea la católica o la población de etnia gitana.

Vida Nueva repasa los 6 motivos por los que Francisco visita Rumanía a partir del programa del viaje.

1. Las periferias de la Unión Europea

Rumanía es el noveno país más grande de la Unión Europea, situado junto al Mar Negro se escapa de los países de la Europa Central para colocarse físicamente como periferia del Viejo Continente. En cuanto a población es el 7º país de la Unión con más de 19 millones de habitantes.

Su configuración actual data del siglo XIX con la unión de los principados de Moldavia y Valaquia formando el reino de Rumanía independizándose del Imperio otomano. A comienzos del XX se unirán Transilvania, Bucovina y Besarabia, esta última ocupada más tarde por la Unión Soviética. Como reacción se instauró una dictadura con simpatías a los nazis alemanes hasta que poco a poco fue cayendo en manos soviéticas prolongándose la dictadura comunista hasta 1989 con Nicolae Ceaușescu a la cabeza. Desde 2007 forma parte de la Unión Europea. En las últimas décadas el país ha hecho un esfuerzo en desarrollo y atención social.

2. El abrazo de la Iglesia Oriental

En los religioso, la mayoría de los habitantes rumanos son cristianos ortodoxos (el 86%). De hecho, las clases de religión ortodoxa rumana son obligatorias. Los católicos, un 5%, ya sean del rito griego como del latino, se concentran especialmente en Transilvania, en la capital Bucarest y en algunas zonas de Moldavia.

El fenómeno religioso parece estar en ebullición. Un estudio de 2013 señalaba que en Rumania, cada mes, se construyen 10 nuevos templos. El caso más llamativo es el de la construcción de la gran catedral de la Salvación del Pueblo Rumano, inaugurada en 2018 en Bucarest y aún sin concluir –cuando se acabe será la más grande del mundo–. Allí el papa Francisco rezará el Padre Nuestro con los ortodoxos.

En su mensaje previo en vídeo, el papa Francisco ha recordado, al rememorar las citas de encuentro que tiene con la autoridades ortodoxas que “los lazos de fe que nos unen se remontan a los apóstoles, en particular al vínculo que unía a Pedro y Andrés, que, según la tradición, trajeron la fe a vuestras tierras. Hermanos de sangre, también lo fueron en derramar su sangre por el Señor”.

3. Tras la persecución

Durante los más de 50 años que Rumanía estuvo bajo un régimen comunista la iglesia estuvo prohibida y los cristianos católicos fueron perseguidos. El ecumenismo de la sangre al que Francisco se ha referido en varias ocasiones toma cuerpo perfectamente en este viaje.

Y es que, tras la II Guerra Mundial, cientos de sacerdotes greco-católicos fueron detenidos y asesinados tras no querer pasar a formar parte de la Iglesia ortodoxa del país. El Gobierno comunista declaró ilegal a la Iglesia greco-católica, confiscó los templos –aún sin devolver– y el millón y medio de católicos se quedó sin asistencia espiritual.

4. Ofreciendo la vida

Uno de los actos centrales será la ceremonia de beatificación de siete obispos de rito greco-católico, la mayoría arrestados el 28 de octubre de 1948 y fallecidos en la cárcel debido a las duras condiciones en las que vivían y los trabajos forzados a los que eran sometidos. Francisco hará la homilía en la Divina Liturgia –que celebrará el cardenal Muresar–, haciendo un guiño al rito local, en el conocido como Campo de la Libertad, en la ciudad de Baj en Transilvania.

Martirizados entre 1950 y 1970 en distintos lugares del país, los nuevos beatos son Valeriu Traian Frentiu, Vasile Aftenie, Ioan Suciu, Tit Liviu Chinezu, Ioan Balan, Alexandru Rusu y Iuliu Hossu. Estos obispos quedarán como memoria del tiempo de persecución durante la dictadura comunista alentada por la Unión Soviética. “Por lo que han sufrido, incluso hasta el punto de ofrecer sus vidas, es un legado demasiado precioso como para olvidarlo. Y es una herencia común, que nos llama a no distanciarnos del hermano que la comparte”, señalaba Francisco en el videomensaje.

5. La atención a las minorías

También en la ciudad de Baj se producirá un momento muy simbólico del viaje en el que Francisco pondrá en el centro atención a los minorías. Lo hará con una visita a un barrio de Barbu Lautaru, de mayoría gitana. Allí el Papa irá a la nueva parroquia, recién inaugurada, y charlará con unas 60 personas de esta etnia y será homenajeado con los cantos de algunos niños.

La vinculación de Rumanía con los gitanos –de hecho también se les llama romaníes– es mucha. En el país actualmente hay más de medio millón de personas de esta minoría étnica. Por ello Rumanía es el segundo país, tras Eslovaquia, por porcentaje de población gitana con un 8,32%. En la historia del país aún falta reconciliación con el pasado porque los gitanos llegaron procedentes de la India y durante mucho tiempo fueron sometidos como esclavos.

6. La protección de María

Parece que es un triunfo meter en una agenda tan apretada la visita al santuario mariano de Sumuleu-Ciuc, cuyas comunicaciones no son las mejores aún cuando es uno de los lugares de referencia para los peregrinos católicos rumanos. El santuario del siglo XVI dedicado a la Virgen es un recuerdo de los católicos de entonces que mantuvieron su fe resistiendo al protestantismo ganando una batalla en el día de Pentecostés de 1567, victoria que fue atribuida a Nuestra Señora. Desde entonces el santuario se convierte en una Romería el día de Pentecostés.

Precisamente el logo de la visita papal es una Virgen María con los brazos abiertos sobre una peregrinación de gente. Familias que siguen a una cruz mientras María al fondo tiene los brazos abiertos sobre el lema ‘Caminemos juntos’ y protege bajo su manto a la muchedumbre.

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