El vicario de la Iglesia Siro-ortodoxa en España: “No podemos vivir una semana de la unión y el resto del año como enemigos”

Nicolaos Matti Abd Alahad Iglesia Siro Ortodoxa Antioquía

Dentro del marco del Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos de 2019, Vida Nueva entrevista a los principales líderes de las distintas Iglesias cristianas asentadas en territorio español.

Nicolaos Matti Abd Alahad es el vicario patriarcal de la Iglesia Siro-ortodoxa de Antioquía para España desde que fuera nombrado para el cargo en 2015. Una Iglesia que, debido a los cauces migratorios y a la guerra civil de Siria, ha recibido en los últimos años una mayor presencia en nuestro país.

PREGUNTA.- ¿Se sienten bien acogidos por la Iglesia católica española?

RESPUESTA.- En general la Iglesia católica hace que todos nos sintamos como hermanos. De hecho, tenemos varios acuerdos desde los años setenta entre nuestro Patriarca y el Papa, y en España estamos trabajando mucho con nuestros hermanos obispos y sacerdotes. Ejemplo de ello es cómo mi hermano el cardenal Carlos Osoro nos está apoyando y ayudándonos a encontrar una templo donde realizar nuestra liturgia. Ya nos dio un lugar, pero ahora mismo nos está ayudando a encontrar otro propio. En Valencia el cardenal Antonio Cañizares dio a los fieles de oriente medio una capilla y celebramos muchos actos con ellos. Sin embargo, lamentablemente, hay muchos sacerdotes que todavía no saben qué es la Iglesia Siro-ortodoxa. Hay sacerdotes que animan a sus fieles a presentar a nuestras misas para que conozcan nuestro rito, pero hay otros que no. Pero en general son muy buenas las relaciones.

P.- ¿Se podría hacer algo más para fomentar la unión entre las distintas ramas del cristianismo?

R.- Yo no creo que como cristianos tengamos que vivir solo una semana de la unión y el resto del año como enemigos. Nadie pregunta por el otro, pero la forma de unirnos puede ser la ayuda. Los fieles, por ejemplo los españoles, viven muy bien el hecho de ayudar a los que lo necesitan. Hay muchos españoles que quieren dar una mano a sus hermanos en Cristo que han venido de Siria. Eso también es el cristiano verdadero. El día de mañana el Señor no va a preguntarme qué riquezas tenía en este mundo, sino qué he hecho con cada uno de mis hermanos pequeños. Y esto, como cristianos verdaderos, tenemos que tenerlo muy claro.

P.- ¿Qué podemos hacer para que los que sufren nos sientan más próximos?

R.- Los cristianos en Oriente Medio y algunos países de África son perseguidos en sus cuerpos, físicamente. Pero su fe está estable, está siempre fuerte. Sin embargo, los cristianos en general somos perseguidos. Aquí en Europa somos perseguidos por una falta de libertad en general para desarrollarnos como cristianos porque somos como robots. Estamos trabajando todo el tiempo, sin pensar en Dios. No tenemos tiempo para rezar, para educar a nuestros hijos, para saber quién es nuestro Señor. Sólo pensamos en el mucho trabajo que tenemos, nos falta tiempo para todo lo demás. Y esto es también destrucción de la actitud cristiana verdadera. Los que vivimos en Europa tenemos que recuperar nuestra paz interior para poder dársela a nuestros hermanos perseguidos que llegan. Y cuando lo hacen, ofrecerles los medios para que salgan adelante con un trabajo, una vivienda o alimentos. Hay muchas maneras, pero Cristo tiene que salir de adentro, de nuestra paz interior.

P.- ¿Esa ayuda podemos entenderla también como la justicia a la que hace referencia el lema ‘Actúa siempre con toda justicia’?

R.- Como sabemos como cristianos, la justicia es de Dios. Lo único justo verdadero es nuestro Señor Jesucristo. Si queremos seguir sus pasos, tenemos que ser prudentes. Aceptar que él entre en nuestros corazones y nos de la paz interior para ofrecer a nuestro prójimo un poco de la justicia que estamos buscando. A la justicia del ser humano siempre le falta algo. Por ejemplo, en el ecumenismo estamos buscando siempre la unidad de los cristianos, pero siempre hay alguien que busca ser líder, el poder. El poder mundano, el de querer dirigir a los demás. Tenemos que vivir con las palabras de nuestro Señor como cristianos verdaderos.

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