Sobre la misa en TVE: “Los creyentes también pagan impuestos y tienen derecho a programas religiosos”

cámaras de TVE en la catedral de Santander para emitir una misa

Triplica su audiencia después de que Podemos pidiese su retirada de la televisión pública

cámaras de TVE en la catedral de Santander para emitir una misa

Preparativos en la catedral de Santander para retransmitir una misa por televisión

JOSÉ LORENZO | Con la excusa de que la actitud más sensata de una televisión pública “es la de la absoluta neutralidad”, el grupo parlamentario Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, presentó el 20 de febrero en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley en la que pide “el cese de las emisiones televisivas de determinados ritos religiosos, misa católicas básicamente”. La respuesta ciudadana, sin embargo, se ha traducido en un récord histórico de audiencia de la misa que se emite en La 2 en el programa El día del Señor. El 12 de marzo, más de 1,3 millones de personas siguieron la eucaristía, con una audiencia estimada del 21,3%, lo que la convirtió en el programa con más share de toda la televisión en España ese domingo.

“Puede llamar la atención, pero sí que hay interés por este programa. La 2 suele tener una media entre un 2,5% y 3% de audiencia, y la misa suele estar alrededor del 7%. Esto supone que unas 350.000 personas se sientan cada domingo a las 10:30 horas delante del televisor para ver el programa. En cuota de pantalla, en su franja horaria, suele ser el programa más visto. Desde hace más de 30 años. Seguro que muchos, incluidos bastantes políticos, ni sabían estos datos”, señala a Vida Nueva Javier Valiente, subdirector del programa.

Para el religioso salesiano, la emisión de la misa “no es un privilegio de la Iglesia católica. Otras confesiones religiosas tienen un espacio en la televisión pública”. Y al hablar de la “neutralidad” que exige la formación de Pablo Iglesias en el ente público, considera, por su parte, que este “debe dar cabida a todos, también al hecho religioso, que forma parte de la vida de las personas y no solo de su ámbito privado, sino de la esfera pública. España es un estado aconfesional, es lo que dice la Constitución –no un Estado laico, por cierto–, pero eso no quiere decir que sus ciudadanos no tengan ninguna confesión”.

Javier Valiente subraya también que, en la Unión Europea, existe este tipo de programas religiosos –algunos países incluso los ofrecen a través de Eurovisión para que otros puedan tomar la señal– con el fin de “realizar un servicio que las televisiones privadas no cubren”.

“Deportes minoritarios, programas culturales, documentales, determinado tipo de cine… no tendrían cabida en la televisión si no fuera por que se ocupa de ellos la tele de todos, que mantenemos entre todos”, añade el periodista. “Y los creyentes –concluye– son también contribuyentes, pagan sus impuestos y están en su derecho de demandar programas específicos”.

Respeto a la libertad religiosa

Preguntado sobre esta cuestión el mismo día en que era reelegido presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez quiso enmarcarla en el campo de los derechos humanos, entre los que está el de la libertad religiosa, algo “que todos tenemos que respetar”. Y añadió que “ningún derecho tiene que ser convertido en absoluto” frente a los otros.

También terció en el debate –alimentado por el propio Pablo Iglesias y la portavoz parlamentaria Irene Montero, que demandaban “más educación sexual” en La 2 y menos misas “que incitan al odio”– el líder de Ciudadanos. Albert Rivera tildó la petición de Podemos de “ocurrencia” y lamentó que “ahora resulta que el gran problema de España es la misa de TVE”.

En 2015 se cumplieron 30 años del inicio de esta programación religiosa, enmarcada en los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979, y a cuya parrilla se sumaron más tarde, con la firma de sus respectivos acuerdos, la programación de evangélicos, judíos y musulmanes.

Publicado en el número 3.028 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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