SUDÁN DEL SUR – Voces que claman en el desierto de la guerra

Alerta por la actual emergencia humanitaria ante una futura visita del Papa

Prácticamente al mismo tiempo en que se conocía el llamado del papa Francisco por Sudán del Sur y su intención de viajar allí en misión de paz junto al primado anglicano, Justin Welby –tal como lo desarrolló Antonio Pelayo en la Crónica Vaticana de esta edición–, la Conferencia Episcopal del joven país africano concluía su Asamblea Plenaria con una carta titulada Una voz clama en el desierto. En ella, los obispos reconocen sin tapujos que las pastorales publicadas estos años apenas han tenido impacto en el momento actual del país, que ha empeorado de forma alarmante en los últimos meses por la crisis alimentaria derivada del conflicto armado que se libra en varias regiones.

El Programa Alimentario Mundial (PAM) de la ONU cifra en 100 mil las personas que sufren ya hambruna, mientras que un millón más corren el riesgo de enfrentarse a una situación similar y, si no se remedia, el número de afectados alcanzará los cinco millones y medio cuando llegue la estación seca, a partir del próximo diciembre. Esta grave crisis humanitaria ha sido, precisamente, el detonante que ha causado la petición papal de ir más allá de los mensajes de solidaridad y proporcionar ayuda alimentaria urgente al país.

El documento episcopal sostiene abiertamente que tal emergencia está “causada por la mano del hombre”, ya que es la consecuencia de una “política de tierra quemada” llevada a cabo de la manera más impune, tanto por parte de fuerzas gubernamentales como de otros grupos armados. Los esporádicos ataques contra la población civil se traducen en la imposibilidad de cultivar y cosechar los productos que necesitan para su supervivencia. Se llega incluso a hablar de un “castigo colectivo”, ya que se da la circunstancia de que las zonas más afectadas por la hambruna –los condados de Leer, Mayendit y Koch– son la región originaria de Riek Machar, antiguo vicepresidente y aliado, pero hoy enemigo declarado del jefe del Estado, Salva Kiir Mayardit, y líder de un grupo disidente que se levantó en armas contra las fuerzas gubernamentales.

Altamente sospechosa

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