Sociedad en diálogo, cultura más humana

De arquitectura espectacular e invaluable, un viejo convento centenario emplazado en plena ciudad de Buenos Aires es hoy una fuente de profundización y difusión cultural. La Abadía, Centro de Artes y Estudios Latinoamericanos es una propuesta de diálogo de la Familia Sodálite para fomentar una cultura que responda a lo auténticamente humano.

NICOLAS MIRABET

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A comienzo de siglo XX los benedictinos llegaron al barrio porteño de Palermo. Habían encontrado en él un espacio ideal para levantar su templo y su convento. El silencio y el amplio terreno, lejos del gran centro financiero y comercial de la época, era lo que buscaban estos religiosos. Allí, en 1929 se instalaron con el monasterio de San Benito.

Sin embargo, con el tiempo la ciudad fue creciendo, cada vez a un ritmo más veloz. Así se fueron expandiendo los límites de la urbanización a lugares en donde otrora, el silencio y la vida rural era parte de lo cotidiano. Por eso, en 1971 los religiosos se mudan a Luján –distante a unos 80 kilómetros de Buenos Aires–, un lugar que les ofrecía, no solo el silencio perdido, sino también los espacios verdes para el cultivo, la cría de algunos animales y la contemplación. El templo pasó a manos del arzobispado de Buenos Aires, y el edificio del convento fue utilizado como residencia universitaria por un tiempo. En 2014 fue sede de Casa FOA, un evento de arte, diseño y arquitectura de alto prestigio de la agenda cultural de la Argentina y de varios países latinoamericanos. Luego del proceso de recuperación realizado para este evento, el antiguo convento fue inaugurado como La Abadía, Centro de Artes y Estudios Latinoamericanos (www.laabadia.org).

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“Los monjes benedictinos fueron muy importantes en la reforma postconciliar en Buenos Aires”, cuenta Sebastián Blanco, director de La Abadía y laico consagrado de la Familia Sodálite, sociedad de vida apostólica a la que los benedictinos le cedieron este espacio por 30 años. “La Abadía llega a nosotros en 2009 cuando entramos en contacto con los benedictinos, propietarios de este predio. Ellos siempre habían querido darle a este lugar un uso espiritual y apostólico y, como familia espiritual y Sodalicio de Vida Cristiana, nos pidieron dar continuidad a una trayectoria de tradición muy rica que había tenido en Buenos Aires y en la Iglesia en general”, explica Blanco. Y agrega: “Nosotros tomamos esta tradición y desde el carisma propio de nuestra comunidad quisimos darle continuidad a la historia del edificio. Lo hemos abierto al público tratando de preservar todos estos valores”.

Una cultura más humana

“Cuando recibimos el convento –rememora Blanco–, nos planteamos hacer algo cultural. Para eso, pensamos en conocer la cultura de Buenos Aires y comenzar a tocar puertas de referentes de la cultura. Así fue que empezamos a conocer a algunas personas que tenían cierta historia, cierta experiencia y, literalmente, convoqué a una mesa para dialogar. Ese día se sentaron con nosotros varias personas, entre ellos algunos ex ministros de cultura”. En aquella reunión “planteamos nuestra intención de contribuir en la cultura desde lo que somos, una identidad católica; creemos que desde los valores trascendentes que tenemos podemos aportar a una cultura más humana, más abierta, más dialogal, más propicia para el encuentro”, recuerda. Justamente, uno de los conceptos fundamentales de La Abadía “es la cultura del encuentro”.

Luego de ese diálogo, “en el que aprendimos muchísimo”, la Familia Sodálite comenzó a formar equipos de profesionales que colaboraran para pensar en la identidad del proyecto donde se centraron en tres ideas fundamentales.

En primer lugar, el director de La Abadía menciona que se propusieron “ahondar en la cultura latinoamericana y en sus expresiones artísticas que son desconocidas, paradójicamente en un lugar tan cultural como lo es Buenos Aires”. Y completa la idea: “En Latinoamérica tenemos varias comunidades. Por ejemplo, yo soy peruano, y pienso que de mi tierra podemos rescatar la riqueza de los pueblos andinos, de su cultura y de su arte popular”.

La segunda idea fue resignificar el concepto de cultura del encuentro: “Para eso –detalla– pensamos en generar un espacio que invite al encuentro, porque el edificio mismo lo dicta, invita a encontrarse en todos los planos: el religioso, el político, el artístico”.

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Por último, “fomentar la transmisión del compromiso social generando un espacio de alta calidad, de gran impacto cultural, ya sea por lo que se muestre o por lo que se dicte, donde todos puedan acceder en términos de solidaridad. La intención es que la gente que no tiene la posibilidad de hacer todo esto, pueda experimentarlo acá, manifestando sus talentos y sus riquezas”, afirma Blanco.

Aporte a la sociedad

La Abadía, Centro de Artes y Estudios Latinoamericanos, es un proyecto aún joven. Sin embargo, este tiempo breve de existencia no se condice con los proyectos que vienen llevando a cabo, que son varios, diversos e intensos.

“El primer proyecto fue la Orquesta infanto-juvenil La Abadía que hoy está compuesta por 28 chicos de escuelas municipales provenientes de familias de pocos recursos. Su pedagogía está inspirada en el sistema venezolano del maestro José Antonio Abreu: educación musical de alta calidad. Esto implica una formación integral del chico en valores, en disciplina, en compromiso con la familia; no sólo se aprende un instrumento sino que se transforma su entorno social y familiar”, describe Blanco. Y continúa explicando la metodología de trabajo de esta orquesta: “Se les entrega todo en forma gratuita. Más allá de enseñarles a ejecutar el instrumento, se les enseña a valorarlo y a cuidarlo. Ellos se lo llevan a su casa, lo limpian, lo mantienen, y lo traen cada vez que lo van a usar en el ensayo o en las presentaciones”.
Bajo esta forma de encarar la orquesta, esta iniciativa se convierte en algo más que una estructura artística, sino en una escuela de desarrollo social, personal y espiritual de niños y jóvenes, en la cual cultivan actitudes, aptitudes, valores éticos, estéticos y espirituales.

La otra propuesta es el Centro de Arte La Abadía. “Las muestras en la sala de exposiciones no son sólo lo que está expuesto sino el trabajo previo donde se intercambia con gente de distintas disciplinas, que traen su propia reflexión, con quienes siempre tenemos un diálogo sobre diversos temas culturales que siempre nos enriquece”, reconoce el director de este centro cultural. Y ejemplifica: “para la muestra Las Formas de lo Sagrado. Arte Precolombino del Noroeste Argentino, que puede verse hasta fines de octubre, conversamos sobre la trascendencia de los pueblos precolombinos, acerca de la historia de Latinoamérica. Este tipo de exposiciones nos enriquece en nuestros valores católicos y en nuestra perspectiva cristiana, nunca desde un espíritu de confrontación, sino desde el diálogo”. Para graficar tal concepto, este miembro de la Familia Soládite parafrasea al papa Francisco: “yo puedo entrar en diálogo mientras más claro tengo mi identidad”. Y considera convencido: “nosotros tenemos muy clara nuestra identidad, por eso tenemos mucha libertad para dialogar. La Abadía es una experiencia que nos deja mucho aprendizaje”.

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Con las exposiciones temporarias que aquí se ofrecen, el público tienen la oportunidad de entablar una aproximación a las diversas culturas y geografías que conforman el continente latinoamericano.
Finalmente, la tercera propuesta es el Centro de Estudios Latinoamericanos La Abadía, un espacio que propone una experiencia de encuentro, de acercamiento al pensamiento y a la identidad latinoamericana, un contacto vital con los saberes y la memoria de los pueblos.

Según Blanco, “el centro de estudios es el lugar donde se plasma la identidad de La Abadía. Lo concreto son los cursos y los talleres, con los que queremos producir contenidos, generar pensamientos sobre quiénes somos, quiénes fuimos, cómo entendemos Latinoamérica, y bajo este marco de la cultura del encuentro, ir al futuro haciendo un aporte a la sociedad”.

Al recorrer estos pasillos y patios que alguna vez pisaron monjes compenetrados con la oración se descubre que La Abadía, Centro de Artes y Estudios Latinoamericanos invita verdaderamente a revalorar las raíces, la cultura local, la pertenencia latinoamericana, la identidad que nos caracteriza. Un proyecto que para el trabajo apostólico de la Familia Sodálite representa una plataforma privilegiada desde la cual se puede ofrecer una respuesta para que las distintas manifestaciones culturales de Buenos Aires y de Latinoamérica puedan encontrar un espacio de diálogo para lograr una cultura que responda a lo auténticamente humano.

 


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La Familia Sodálite alcanza a todas las personas que, identificadas con la espiritualidad sodálite, buscan vivir sus existencias como hijos de la Iglesia, recorriendo el camino de amorización por la piedad filial a María, aspirando a vivir la santidad y dar gloria a Dios con su vida y acción cotidiana.
Junto a la vida interior, y a las relaciones solidarias y fraternas, los integrantes de la Familia Sodálite, según su estado de vida, buscan un mundo mejor, más justo, fraterno y reconciliado, comprometiéndose con el desarrollo integral del ser humano.
Pertenecen a la Familia Sodálite todos aquellos hijos de la Iglesia, de cualquier edad, que buscan vivir la espiritualidad sodálite como camino para seguir a Jesucristo, y se sienten vinculados por lazos de caridad e identidad con la familia espiritual.

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