Nobleza, fidelidad y compañerismo

Estas son tres palabras que podrían resumir la relación de Talito y Rolo, los protagonistas de la galardonada novela Cartoneros al espacio.

Cuenta Rolo: “En aquella época, casi todos los chicos de nuestro barrio teníamos un chango y salíamos a hacer recorridas para sacar algunos pesos con la venta de cartones, diarios y porquerías. Andábamos por ahí todo el día sin darle explicaciones a nadie, siendo testigos de todo lo que pasaba en la calle. Cuando estábamos cansados parábamos bajo algún árbol, nos sentábamos en el cordón y si podíamos, comíamos algo de lo que nos regalaban los clientes. Los clientes eran, en general, porteros de edificios que nos guardaban cartones o cosas que pudieran servirnos. A veces, a cambio, nos pedían que nos lleváramos ciertas bolsas que olían realmente mal para tirarlas por ahí. Siempre, antes de irnos, les mangueábamos algo de tomar o de comer poniendo cara de perritos abandonados; y a veces daba resultado: algunas galletitas, algún sándwich cada tanto ligábamos”.

Este es un breve extracto de Cartoneros al espacio (Ediciones SM), el libro de Hernán Galdames que recientemente fue galardonado con el 14° premio de literatura infantil El Barco de Vapor que anualmente entrega la Fundación SM.

Como se lee en el primer párrafo, la obra–según sostiene su autor– expone “el tema de la desigualdad, de la falta de oportunidades de las clases desprotegidas, de lo vulnerable que son los chicos en esas condiciones”.

“Talito [coprotagonista de la historia] lo dice en un momento clave de la novela cuando le responde a Rolo que los chicos como ellos ‘agarran lo que les viene, que no les queda otra’”, explica Galdames, un publicista ligado al mundo infantil a través de su trabajo como diseñador gráfico, como creativo y como guionista de cómics. Y agrega: “Talito tuvo suerte, porque lo que ‘pintó’ fue lo que siempre soñó, pero habrá otros chicos para los que la oportunidad que se les presente va a ser mucho más dura y hasta reñida con la ley, y van a decir que sí porque no les queda otra”. Sin embargo, en el entorno de esta cruda realidad que lamentablemente se percibe en muchos centros urbanos de Latinoamérica, esta novela también sostiene otro costado más esperanzador: el de la amistad. “Rolo y Talito son inseparables, y si bien ambos son muy distintos, esas diferencias no hacen mella en su relación. Es esa amistad la que hace crecer en ellos sentimientos de nobleza, de fidelidad, de compañerismo y respeto”.

La novela también resalta el tema de la fuerza de voluntad que –para el autor premiado con El Barco de Vapor en Argentina– “es el único recurso, cuando no hay otro, que puede llegar a permitir cumplir un sueño”.

 

Cultura del descarte

En entrevista exclusiva con Vida Nueva, Galdames rememora la dura crisis económica, política y social vivida en la Argentina a principios del segundo milenio: “La idea de Cartoneros al espacio surgió luego de 2001, momento en que las calles de los barrios se llenaron de gente con changos de supermercado con los que recolectaban cartones. No lo escribí inmediatamente por lo que la idea se fue nutriendo poco a poco, con hechos que fueron sucediendo a lo largo de los años que siguieron”.

En ese contexto social complejo va surgiendo la historia en la cabeza del autor: “Originalmente se trataba de dos chicos cartoneros que encontraban una pieza espacial y que en su noble intento por devolverla eran ‘utilizados’ por políticos inescrupulosos que querían experimentar un viaje espacial y necesitaban pilotos ‘descartables’ por si las cosas fallaban. En esa primera nave espacial había muchas piezas atadas con alambre. El desafío fue reformular la idea para que no perdiera su contenido crítico y social, pero que fuera apropiada para un público juvenil”. Al leer el libro queda claro que el desafío de adaptar la idea para atrapar a los lectores jóvenes ha sido muy bien resulta. La historia está relatada en dos niveles: uno es manifiesto, explícito; al otro nivel –que desarrolla la densa crítica social y a las instituciones– se puede acceder a través de una segunda lectura, o a partir de interpretaciones más adulta.

“No hace falta meterse en lo más hondo de una villa miseria para poder empatizar con ello. Creo que basta con tener un poco de sensibilidad, condición necesaria para ser escritor, para poder tener una dimensión lo suficientemente integral del problema”, dice Galdames, quien sintió la necesidad de comenzar a escribir la obra “luego de ver por la calle familias enteras recolectando cartones”, y al notar cómo crecía una villa “al borde de un bañado cubierto de botellas y desechos plásticos” que solía ver cuando tomaba el autopista cercano a su hogar. “Me nutro de imágenes que movilizan mi sensibilidad y que luego me llevan a profundizar en el tema”, sostiene.

“La verdadera pobreza es la falta de oportunidades –afirma categóricamente–, y la única manera de solucionar este problema es a través de la educación (de unos y de otros). Lógicamente, para que sea sostenible, el desarrollo de un esperable plan educativo tiene que ser acompañado por un montón de medidas paliativas. No es fácil, tal vez por eso siempre se posterga”.

 

Testigos y protagonistas

El Barco de Vapor es la primera colecciónespecífica de literatura infantil deseis a catorce años creada en España, en1978. Con el tiempo se ha convertidoen un referente de la literatura infantily juvenil.Así es que, junto con la colección apareció el premio que actualmente, además de en España, se entrega en Brasil, en México, en Chile, en Puerto Rico, en Colombia y en la Argentina.

Para el 14° premio de literatura infantil El Barco de Vapor 2015 –entregado a Galdames por la novela Cartoneros al espacio el pasado 20 de abril en el stand de SM en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires–, el jurado estuvo constituido por la escritora Liliana Bodoc, la escritora y crítica literaria Josefina Delgado, y la gerenta de Literatura Infantil y Juvenil de SM Argentina, Cecilia Repetti.

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“Talito y Rolo, adolescentes que saben cómo sortear las vicisitudes que se les presentan como cartoneros, encuentran por azar una pieza que aparenta ser parte de un proyecto espacial ultrasecreto. Así se inicia una aventura vertiginosa que los llevará desde sus pagos bonaerenses hasta la provincia de La Rioja. Con el escenario de paisajes contrastantes, y un itinerario a pie, en trenes y hasta en aviones, los protagonistas llegarán hasta el propio corazón de una serie de intrigas que los exceden. Mientras tanto, la amistad florece: uno lidera la voz de la aventura y el sueño, y el otro acompaña llevado por la admiración hacia el amigo”, resumió el jurado al momento de dar el veredicto final del juzgamiento literario realizado en noviembre pasado.

En Cartoneros al espacio –obra que fue publicada por Ediciones SM en la Serie Roja de la colección El Barco de Vapor, dirigida a lectores desde los 12 años de edad–, el jurado encontró “una historia que describe con crudeza la realidad en la que están inmersos, a la vez que se permite motorizar los sueños de los adolescentes protagonistas” y “una excelente construcción de la amistad entre los personajes a través de la mirada del narrador, que deja traslucir respeto profundo hacia el amigo”.

También, las tres prestigiosas literatas que juzgaron las obras encontraron en la novela de Galdames “una escritura sólida que se evidencia en la descripción de escenas vívidas que llevan al lector a experimentar de un modo personal lo que está pasando en el relato” y “un narrador en primera persona, que oscila entre ser testigo y a su vez protagonista, capaz de describir desde la admiración las aventuras en las que se sumerge junto a su amigo Talito”.

feria2De esta manera, la Fundación SM vuelve a comprometerse con la difusión de los buenos libros que no solo cultiva en niños y jóvenes el interés por la lectura, sino que además transmite enseñanzas y valores necesarios para que las nuevas generaciones vayan encaminando su crecimiento en el compromiso por el trabajo, por la justicia, por la verdad, por el respeto y por la solidaridad.

 

NICOLÁS MIRABET

 

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