Tres colegios concertados españoles se colocan entre los 50 centros más relevantes del mundo
La escuela católica, la que más innova [extracto]
RUBÉN CRUZ | Innovar no es que cada alumno tenga una tableta en el aula. Y eso lo tienen claro, desde hace años, en el centro de formación Padre Piquer (Madrid), en el colegio Santa María la Blanca (Madrid) y en el colegio Montserrat (Barcelona). De hecho, estos tres centros concertados se sitúan como los tres colegios más innovadores de España –seguidos por el colegio público Mare de Déu de Montserrat (Terrassa)– y entre los 50 más innovadores de los cinco continentes, según el estudio Así trabajan los colegios más innovadores del mundo, elaborado por el investigador Alfredo Hernando y la Fundación Telefónica. De esta manera, estos proyectos educativos se sitúan al mismo nivel que escuelas de los países que alcanzan cada año los mejores resultados en el informe PISA, como Finlandia. Para conocer de primera mano el éxito de estos proyectos educativos, Vida Nueva ha pasado un día en los dos centros madrileños.
El Padre Piquer es un centro que los jesuitas tienen en el barrio de La Ventilla desde hace casi medio siglo. De sus 1.100 alumnos, casi el 50% son inmigrantes, pero “lejos de ser un problema, se ha convertido en nuestra mayor riqueza, ya que contamos con 38 nacionalidades distintas, con alumnos de todos los contextos socioeconómicos, culturales y religiosos”, explica el director, Ángel Serrano. Hace ya catorce años, pusieron en marcha las aulas cooperativas multitarea. Y es este sistema el que les ha situado como un centro innovador.
En estos años han eliminado casi por completo el absentismo y “el 85% del alumnado tiene un alto rendimiento académico”, dice, con orgullo, Serrano. ¿Cómo lo han conseguido? Pues eliminando el modelo tradicional de aprendizaje memorístico y cambiándolo por el de resolución de proyectos. Incluso se está analizando la posibilidad de acabar con los exámenes en el próximo curso.
Por su parte, el colegio Santa María la Blanca, situado en el barrio de Montecarmelo, ha diseñado el Proyecto de Educación Básica Interactiva (EBI), basado en atender las necesidades individuales de los alumnos. Así, cada uno trabaja a su ritmo, y de esta manera, ningún estudiante retrasa al resto de sus compañeros. “Un sistema no consiste en el modo de dar la clase únicamente, sino en todo un trabajo de equipo para lograr una actitud en los alumnos, en los padres y en el hábitat educativo, que condiciona totalmente el modo de educar. Nosotros no educamos sobre la memoria, como se ha hecho hasta ahora, sino que lo hacemos sobre la gestión del conocimiento partiendo de un diagnóstico personal de cada niño”, explica Luis de Lezama, presidente del colegio. Para ello, “hay que preparar a los profesores, adecuar a los alumnos, montar una plataforma digital y gestionarla sabiendo que de un curso a otro no valen los apuntes y los libros simplemente, sino que hay que deconstruir y construir las nuevas guías de cada asignatura”, indica el sacerdote.
Aulas cooperativas
Debido a los malos resultados obtenidos por los alumnos de Secundaria del Padre Piquer, el centro tuvo que reflexionar para buscar otro método. “El profesor tenía que atender a una heterogeneidad de alumnos y tenía que decidir cada día a quién se dedicaba, porque no llegaba a todos”, señala Serrano. De esa necesidad nacen las aulas cooperativas multitarea. En muchos centros se puede ver la masificación en las aulas, con hasta 40 menores a cargo de un solo profesor.
En el método de los jesuitas, en cada aula hay 60 alumnos. Eso sí, siempre con tres profesores. Incluso el despacho de los docentes se encuentra dentro del aula. También hay una zona acotada en la que se puede dar clase a grupos reducidos, que se desdoblan en algunas áreas. Y hablamos de áreas porque no existen las asignaturas con este sistema multitarea. En el Padre Piquer, los alumnos cuentan con dos ámbitos: el científico-tecnológico (Ciencias, Matemáticas y Tecnología) y el sociolingüístico (Sociales, Inglés y Lengua).
En un primer momento, este método entró en 1º y 3º de la ESO, pero ya es una realidad en toda la Secundaria obligatoria. Y la buena noticia es que es extrapolable, según sus creadores: “Es viable en cualquier lugar del mundo y en cualquier contexto. Todavía hay sectores de la educación que piensan que estos modelos basados en la multitarea y en el aprendizaje cooperativo solo son aptos para la enseñanza Primaria y no para la Secundaria, pero está demostrado que muchos colegios del mundo innovan y cambian los currículos con éxito”.
La experiencia de este colegio de La Ventilla, que tiene como objetivo educar para la igualdad de oportunidades, demuestra que no hace falta mirar fuera de España para encontrar soluciones a la alta tasa de fracaso escolar de nuestro país, que se sitúa en el 21,9%, según Eurostat.
Educación interactiva
En Santa María la Blanca, los alumnos cuentan con un parlamento donde debatir y hacer alocuciones. Que lo usan está comprobado. Al entrar en una clase de Primaria, la profesora pregunta: “¿Quién quiere explicar cómo damos clase?”. No ha terminado de hablar y ya casi todas las manos están en alto. “Cada uno tenemos nuestra propia guía. Cada día tenemos que hacer el trabajo que nos marca la ‘profe’. Y si no lo terminamos, es para casa”, contesta una niña. Al caminar por los pasillos, no se oye ruido. Las clases están en silencio, cada alumno trabaja con su guía en la asignatura que quiera y pregunta las dudas a los profesores, generalmente dos en cada clase. En palabras de Lezama, “el método EBI se sirve de las tecnologías de la información y de la comunicación para ayudar al alumno a gestionar sus conocimientos, para lo que es esencial descubrir sus habilidades y crear emociones”.
El pasado septiembre, los expertos en educación de todos los partidos políticos fueron al centro a conocer el sistema: “Vinieron todas las formaciones, desde Podemos hasta Vox, porque no tiene ninguna ideología determinada”. Además, ellos han estado recorriendo en los últimos meses todas las autonomías presentando el modelo a las diferentes consejerías de educación.
“Se puede innovar sin dinero”
“Hay muchos colegios que se han gastado un dineral en poner ordenadores, pantallas digitales, en dar tabletas a los niños… pero eso no es innovar”, sostiene Luis de Lezama. El sistema de Santa María la Blanca se basa en el método y no en el recurso. Es cierto que los niños cuentan con ordenadores, al igual que con libros, pero no es la base de su sistema, sino complementos. En este sentido, Ángel Serrano explica que no hace falta dinero para innovar. “La innovación va ligada a un recurso, pero no es el capital, sino los profesores. El colegio tiene que tener un grupo de profesores que se animen, eso es lo primordial. Que haya tabletas o las clases sean más grandes influye en que las cosas se hagan más agradables”. Un ejemplo de ello es Manuel Hervás, coordinador de 3º de la ESO del Padre Piquer, que aclara que el éxito del método es la proximidad que se tiene con el alumno, “con un trato muy cercano”.
En el nº 2.978 de Vida Nueva
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