A fondo perdido

Ciudad Financiera del Santander. Madrid. Más de 6.800 trabajadores diariamente la pueblan. Tiene mercado, museo, hotel, campo de golf… Ideada por Emilio Botín, el fallecido banquero más relevante de España que se convirtió en uno de los más poderosos del mundo. Los ricos. En medio de activos e hipotecas: la capilla de la Virgen Niña. En medio de debates sobre la presencia o no de la religión en las instituciones públicas, un empresario privado les brinda a los suyos la posibilidad de buscar la contemplación en medio de su jornada laboral.

No sólo es un espacio. Tiene vida. Y capellán. Un grupo de empleados dinamiza encuentros, oraciones, peregrinaciones a Santiago… Y charlas de adviento. En un aula magna donde normalmente sólo se habla de estrategias de expansión y venta se cuelan palabras de misericordia que no entienden de cuota de mercado. Estas van a fondo perdido. Y ahí me veo. En un espacio ajeno para mí. Y hasta diría que para Dios. Sorprendido. Por la iniciativa. Y por la respuesta. Los trabajadores llenan la sala. En la mesa presidencial, más apta para dilucidar el futuro del emporio en un consejo de administración, se sienta un sacerdote. Javier Mairata. No hace balance de pérdidas y ganancias. Sino de la espera sin comisiones. La del padre que recibe al hijo pródigo y que ama con locura al que está en casa. El padre que espera como esperaba el pueblo de Israel a su Salvador. Y allí, entre gentes de la banca, también saca a relucir a Zaqueo, el recaudador. Aquel en el que se fijó Jesús. El recaudador que gestionaba los dineros de aquella manera. Un amigo de pecadores…. “Cuando Jesús decide acogerle, no está invitando a robar, sino a proponerle la misericordia. Eso mismo hace Francisco: acoger en primera instancia para después ofrecer una conversión, un proyecto de vida”, comentó Mairata a los economistas de primera y última fila. Así es la misericordia del Padre. Incomparable a cualquier pensión. Sin necesidad de plazos fijos. A fondo perdido.

José Beltrán. Director de Vida Nueva España

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