Venezuela: la lección del 6-D

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Miembros de la opositora MUD celebran la victoria

BALTAZAR PORRAS CARDOZO. ARZOBISPO DE MÉRIDA (VENEZUELA)

A pesar de que todas las encuestas daban por seguro que el Gobierno perdía las elecciones parlamentarias, el oficialismo contaba con la “lealtad” de los suyos gracias al ventajismo, el reparto indiscriminado de dádivas y la presión que se ejerció sobre los funcionarios públicos, a quienes se les exigió que debían garantizar diez votantes por persona. La propaganda a través de los medios y la profusión de afiches y vallas contrastaba con la casi inexistente de la oposición. Además, se tenía como aliado el propio Consejo Nacional Electoral, que aplicaba de manera estricta el reglamento para los opositores y hacía la vista gorda ante los abusos del oficialismo.

La realidad fue otra. La población dio una demostración de civismo y de participación pacífica que superó las expectativas. A última hora, se trató de alargar las horas de votación para trasladar a personas y minimizar la diferencia. Sin embargo, de nada valieron tantas triquiñuelas. El grupo opositor sacó la mayoría cualificada, lo que le permitirá amplios poderes de cara a la próxima legislatura. Sin embargo, hasta el momento, la reacción de los principales líderes del chavismo apunta a que, si bien aceptan los resultados, achacan el fracaso a la guerra económica y al engaño de la burguesía a las grandes masas. Por su parte, la oposición ha tenido un discurso moderado, llamando a la unidad de todos los venezolanos.

La tensión existente ha dado paso a un respiro y sensación de tranquilidad que hacía falta en el país. Las ansias de paz, libertad y el hastío de tanta violencia ante la escasez de todo, ayudado en parte por el período prenavideño, es un buen síntoma. Pero el futuro es incierto. Todo apunta a un 2016 más difícil desde el punto de vista económico, lo que podría significar un escenario más complicado para todos.

La oposición tiene el reto de permanecer unida y atinar en ejercer desde el poder legislativo un equilibrio que favorezca a la población, ya que, desde hace 16 años, el Ejecutivo ha dominado y manejado a su antojo todos los poderes públicos.

Como creyentes, tenemos el desafío de hacer valer el mensaje del papa Francisco para el Jubileo de la Misericordia. Sin perdón y sin diálogo, sin miras comunes, se hace cuesta arriba la paz social. Se ha dado un paso importante, pero es solo el comienzo de un largo proceso que exige la reinstitucionalización del país. La sensatez y la capacidad de superar los antagonismos son tarea ineludible. El pueblo ha demostrado mayor madurez que buena parte de sus líderes. Aprender la lección para transitar vías pacíficas es el deseo de todos. En manos de la dirigencia está el ofrecer el futuro inmediato. Dios quiera que así sea.

¿Adiós al chavismo?

El resultado de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre ha supuesto un varapalo para el régimen chavista imperante en los últimos 17 años en Venezuela. Tras un baile inicial de datos, se ha confirmado que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) sumaría 112 de los 167 escaños de la Asamblea Nacional. Esta victoria sobre el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela posibilitará a la alianza de fuerzas opositoras emprender reformas legislativas que puedan ir desmontando el aparato desarrollado, primero, por Hugo Chávez y por Nicolás Maduro, después, en un país que atraviesa una grave crisis social y económica. Maduro, que ostentará la presidencia hasta las elecciones del año 2019, se ha mostrado conciliador con los vencedores tras semanas en las que jugó la baza de la crispación para movilizar a sus compatriotas en defensa de su autoproclamada “revolución bolivariana”.

En el nº 2.968 de Vida Nueva.

 

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