Ser y Crecer

En los diversos escenarios actuales que configuran nuestra sociedad se evidencia, cada vez más, la necesidad de abogar por una educación que enseñe a pensar críticamente las tramas de la vida que muchas personas tienen que enfrentar en un mundo tan complejo como el de hoy.

Décadas atrás muchos de nosotros pudimos sortear dificultades de carácter social, económico, cultural, religioso y político con buenas herramientas profesionales y éticas, que permitieron comprender que la educación posee su más alto nivel cuando busca reducir la distancia entre lo que se aprende y lo que se vive. De ahí que la educación debe ofrecerse como una posibilidad para que la persona se convierta en lo que quiere ser, más allá de todos los condicionamientos que la sociedad de consumo oferta, pues el fin de la educación no consiste en materializar la vida de la gente sino en plenificarla al permitirle descubrir sentidos para la vida. Porque si algo se constata es que la educación está “raptada” por el mercado y el dinero. Se ha hecho de la educación el mejor negocio para lucrar a familias, políticos, empresas, sin importar para qué sociedad se está formando, qué valores debe poseer un verdadero profesional, cuál debe ser su compromiso para transformar la sociedad. Creo que es tiempo para luchar por recuperar lo humanista y ético que dan a la educación su mayor sentido. Se trata de hacer de la educación un espacio donde circulen los aprendizajes que tengan en cuenta las realidades actuales, es decir, los itinerarios de las personas, sus historias, sus contextos sociales, donde sea posible el crecimiento en valores y en sueños. Sólo así se podrá anhelar una educación que pueda generar alternativas para favorecer la vida en todos sus aspectos.

Amparo Novoa Palacios, S.A.

Compartir