El Santo Rosario por la Paz

Tradicionalmente los meses de mayo y octubre han sido consagrados a la Santísima Virgen y de manera particular se le tributa homenaje por medio del Santo Rosario, que es el Evangelio de Jesús meditado con María.

Los sumos pontífices han pedido insistentemente el rezo del Santo Rosario sobre todo cuando los males azotan a la humanidad y hoy, particularmente, la violencia se viene arreciando en el mundo entero y en Colombia no para.

Todos hemos venido sufriendo al ver que la violencia continúa no solo con los alzados en armas sino también en los hogares, en el maltrato a las mujeres y a los niños; y que, sobre todo, crece la violencia callejera.

Ante esta realidad, muchos pierden toda esperanza y no creen que la paz sea posible. Esta posición tan negativa nos lleva a seguir la guerra en nuestro país y a esperar que los colombianos nos sigamos matando sin ton ni son.

Es aquí donde debemos pensar y reflexionar seriamente en que la paz solo nos la puede ofrecer y dar el Señor Jesús, Príncipe de la Paz, y por eso la insistencia nuestra en la oración por la paz como don de Dios. Lo primero que pedimos al Señor es que Él cambie y transforme los corazones de los hombres y mujeres: que saque de cada uno el odio y el rencor e infunda mucho amor, el único capaz de construir paz. “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5, 5). Esta conversión del corazón la necesitamos todos, empezando por nosotros mismos en nuestros hogares.

Cuando saquemos de nuestro interior el rencor, nos dispondremos a recuperar la confianza en el otro, fundamento de todo diálogo entre personas y grupos.

Restablecer el amor

San Juan Pablo II nos ha recordado que el Santo Rosario ha sido siempre una oración por la paz. No se puede recitar el Rosario sin sentirse implicado en un compromiso concreto de servir a la paz. El Rosario es una oración orientada por su naturaleza hacia la paz, por el hecho mismo de que contempla a Cristo, príncipe de la paz y nuestra paz. Quien interioriza el misterio de Cristo –y el Rosario tiende precisamente a eso– aprende el secreto de la paz y hace de ella un proyecto de vida.

El Santo Rosario por la paz promueve la caridad, comprometiéndonos a respetar y amar al hermano, en quien descubrimos el rostro de Jesús. Acojamos, defendamos y promovamos la vida humana.

Se hace, pues, indispensable volver al Santo Rosario para implorar por medio de María el don de la paz, que implica ante todo la transformación de las personas desde su interior, que es obra del Señor Jesús.

Sin este cambio radical seguiremos en nuestro egoísmo, cerrados a los otros, sin importarnos para nada la comunidad.

Restableciendo el amor en nuestra vida diaria, recuperamos la dimensión de fraternidad universal que parte de nuestro ser de hijos de Dios Padre, en Jesucristo por el Espíritu Santo.

En este mes de mayo renovemos la práctica del Santo Rosario en familia y también en veredas y barrios; implorando del Señor por intercesión de María la conversión total de nuestra vida personal, familiar y comunitaria, que es lo único que nos permitirá alcanzar una verdadera paz durable y estable con justicia social; y sigamos con optimismo y esperanza agrandando la paz que Jesucristo nos ha alcanzado con su misterio pascual.

De manera particular, también roguemos al Señor por todas las madres, mujeres que con su entrega personal y comunitaria nos enseñan con su ejemplo y testimonio que la vida humana es sagrada; nos reflejan que el amor de Dios se nos muestra cada día en el amor a los hijos y que el sacrificio por amor abona los caminos de paz y reconciliación en los hogares de Colombia. Que el amor, admiración y respeto a todas las madres se replique en cada dimensión del amor humano.

Que el amor y la oración nos lleven a construir una sociedad más respetuosa, igualitaria y en paz.

Mons. Leonardo Gómez Serna O.P. Obispo emérito de Magangué

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