Ahmad Tayel

“Hemos desempeñado el papel de crear un color más en Colombia”

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Ahmad Tayel es el director de la Asociación Benéfica Islámica de Bogotá y de la mezquita Abu Bakr, ubicada sobre la carrera 30 con calle 80.

Nació en 1961, en Izraa, una población situada en el sur de Siria. Su participación en organizaciones intelectuales al servicio del Islam durante su juventud, mientras adelantaba estudios de literatura árabe e inglesa en Damasco, llevó a que se involucrara cada vez más en el ámbito de la institución religiosa. Fue así como llegó a Colombia a inicios de la década de 1990. Después de residir por un tiempo en Maicao (La Guajira), se trasladó a Bogotá para asumir la dirección de la Asociación. En un principio, la institución reunía, básicamente, a musulmanes de los países islámicos presentes en la ciudad. Sin embargo, con el paso del tiempo, cada vez más colombianos han venido adoptando el Islam como su religión.

“Nuestra presencia en Colombia ha desempeñado el papel de generar un color religioso e intelectual más”, señala Ahmad Tayel; al tiempo, sostiene que esto enriquece la convivencia en el país, pues “entre más diferencias haya en cierto contexto más grande es la posibilidad de respeto a las diferencias en el mundo”. Según él, no existe una barrera infranqueable que separe al musulmán de los demás componentes de la sociedad colombiana. “A pesar de que Colombia tiene menos extranjeros que los otros países de América Latina, la capacidad de convivencia dentro de ella es mucho mayor que la convivencia que se vive en otros países”.

Una misma fuente

El sheikh Ahmad Tayel es un promotor del respeto y del diálogo interreligioso. En gran medida, esto se debe al papel que otorga a la intelectualidad en el marco de su experiencia del Islam. Según explica, su tradición religiosa concede a la lectura una importancia no menos trascendental que la concedida a la oración. “La lectura nos da herramientas para poder tender puentes con los demás, es una medio para liberarse de las ataduras de las culturas regionales, para ser un ser atípico, universal, que capta lo positivo sin importar la fuente de donde provenga”.

A su parecer, lo anterior contribuye a la paz, pues al tender puentes con los demás, la intelectualidad favorece sentir la felicidad de convivir con el que es diferente intelectual, religiosa y étnicamente. Este planteamiento fundamenta el interés de fortalecer un centro de estudios académicos en la ciudad, que haga posible cada vez más la generación de un ambiente de respeto, a partir del diálogo interreligioso: otro de los aportes del Islam en Bogotá. Ahmad Tayel es uno de los convencidos de que su religión no es una religión que contradiga a la esencia del cristianismo ni a la del judaísmo: “el judaísmo, el cristianismo y el Islam vienen de una misma fuente”, añade.

“Normalmente, cuando hay algunos defectos en el proceso de convivir con el otro, en la mayoría de los casos es generado por la política. El político, en la mayoría de las veces, es el responsable de la generación de esos choques que hay entre los componentes de una sociedad y, en particular, cuando esos choques son choques religiosos. El político invierte esto a su favor, por lo general”.

“Cuando el político no trata de trazarle el camino al religioso y cuando el religioso no procura darle a la patria un color religioso, la religión es una religión de paz. Lo ideal es que no invierta el político a la religión, que no la utilice como una herramienta a su favor. Porque cuando no se mete el político en la religión, ésta es una herramienta para generar paz”.

Al leer los acontecimientos de Oriente Medio y volver la mirada sobre la historia del proceso que se viene dando con la experiencia del Islam en Colombia, el sheikh Ahmad Tayel destaca que en nuestro país existen las condiciones para seguir desarrollado el concepto de una convivencia ciudadana positiva, que atienda al valor de la diferencia. Él mismo ha experimentado esa posibilidad. Por eso viene a su mente el verso de Al-Mutanabbi: “Muy a menudo encuentras hermanos que no son hijos de tu mamá”. Durante los últimos 22 años, buena parte de esos hermanos los ha encontrado en Colombia. Hoy por hoy, su empeño radica en seguir tendiendo puentes para consolidar formas de convivencia más pacífica, que hagan real la hermandad entre un grupo cada vez mayor de personas. Precisamente, a su entender, las religiones deben contribuir a fortalecer la unión entre todos los sectores de un pueblo y entre todos los pueblos.

Texto y foto: Miguel Estupiñán

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