La Iglesia se mira en el espejo

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En todos los países del mundo se recibió la encuesta con que se prepara el sínodo de obispos sobre la familia, que se reunirá en octubre.

Las respuestas a esa encuesta están revelando la situación de los matrimonios y familias en el mundo, pero, además, el estado de las relaciones de la Iglesia con su feligresía.

Presentamos una visión de las respuestas dadas en Alemania, Bélgica, Francia, Suiza y Japón, como un adelanto de lo que se encontrará cuando se haga la lectura de la encuesta total.

Más que una Iglesia militante, lo que se está viendo es una Iglesia que siempre estará en plan de reformarse a partir del conocimiento de sus limitaciones y de su necesidad de responder a la humanidad en todas las épocas y lugares. Es lo que se revela cuando la Iglesia se mira en el espejo de una encuesta universal.

La encuesta sobre familia y matrimonio, previa al sínodo de octubre, abarcó iglesias nacionales de todo el mundo; no fue una encuesta en el sentido técnico de la palabra, pero permitió conocer el pensamiento del católico de a pie sobre asuntos tan candentes como la moral sexual, el matrimonio, el divorcio, la familia, la educación religiosa de los hijos, las prácticas de control natal o las uniones prematrimoniales.

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Las respuestas, a la vez que revelan una realidad diferente de la que la opinión pública en la Iglesia tiene sobre la relación entre doctrina y prácticas, pusieron sobre la mesa de trabajo del sínodo complejos problemas que pondrán a prueba la capacidad de comprensión y la creatividad de los padres sinodales. La Iglesia no es una realidad acabada, como comúnmente se creía, sino una realidad que desborda estructuras, teorías y normas.

Con razón monseñor Pierre Marie Carron, al comentar las respuestas de 83 diócesis francesas, decía que toda esa información “debería suscitar la reflexión de la Iglesia de Francia”. Habría que agregar que es una reflexión sobre toda la Iglesia la que estimulan los resultados de esta encuesta. No es la reflexión honda y erudita de los teólogos o los escrituristas, ni la de los canonistas, es la que inspira la voz de la feligresía que ha encontrado, esta vez, la oportunidad de exponer su pensamiento.

En efecto, la estructura institucional en vertical ha creado unas prácticas de comunicación interna en que unos son los que hablan y enseñan y otros -la mayoría- los que escuchan y aprenden. La encuesta ha puesto al alcance de muchos más el instrumento de la palabra. En Alemania se recibieron respuestas de 27 arquidiócesis y de 20 asociaciones que se valieron de entrevistas, encuestas online, diálogos cara a cara que produjeron un rico material para un resumen de mil páginas.

En Bélgica las respuestas de 3.000 personas fueron procesadas y resumidas por cinco teólogos de la Universidad de Lovaina; en Francia la encuesta fue tema de trabajo en 83 diócesis y en Suiza las 25.000 respuestas recibidas fueron en un 92% de católicos que conocieron el cuestionario a través de los periódicos parroquiales que lo publicaron en su integridad. Los obispos y sacerdotes de Japón que se dedicaron a responder, a pesar de los estrechos límites de tiempo de que dispusieron, apenas si pudieron obtener comentarios de algunos laicos, pero el ejercicio les permitió poner en blanco y negro los problemas de su Iglesia.

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Es significativa la queja que se repite en todos ellos sobre el estilo y la formulación de las preguntas. Con distintas expresiones, alemanes, belgas, franceses, suizos y japoneses señalan una limitación de los documentos eclesiásticos, acentuada en el cuestionario de la encuesta: su falta de claridad y su insistencia en el lenguaje especializado, familiares para el pequeño grupo de los curiales, pero arduo y casi inaccesible para la gran mayoría. La coincidencia fue significativa y reveladora: la comunicación supone un lenguaje diáfano y claro como el de la predicación de Jesús. Esa diafanidad clara se echó de menos esta vez.

Pero este es un detalle. La encuesta ha revelado mucho más.

La recepción de la doctrina

En las respuestas de los franceses, como en las de los alemanes, aparece un pedido: que los textos de la Iglesia sean simples y accesibles, porque a través de ellos la doctrina de la Iglesia se ve abstracta y vaga. Cuando falta esa simplicidad, observan los japoneses, la feligresía pierde el escaso interés que les dedica. Agregan los alemanes que es un desacierto pastoral y de comunicación formular requisitos rigurosos con un lenguaje jurídico, como si solo se tratara de asuntos legales.

Para los belgas es evidente el contraste entre una Iglesia que acoge con misericordia y la otra que habla de deberes e imposiciones en todo momento.

Pero no es solo cuestión de lenguaje: las discrepancias con la doctrina oficial recorren las respuestas a la encuesta. Es una doctrina parcialmente aceptada por los alemanes, que admiten su interés por ella, pero dentro de un marco de intensa crítica. En las respuestas aparece el interés por la relación entre ética, humanidades, teología, junto con su crítica a las posiciones de la Iglesia sobre anticoncepción y relaciones prematrimoniales.

En Bélgica las respuestas reparten críticas lo mismo a las posiciones oficiales de la Iglesia, llenas de rigor y de desconexión con el mundo de hoy, que a la ligereza de las costumbres en el mundo de hoy. Hay, pues, un desacuerdo que no es de ruptura, a pesar de su amplia extensión.

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Advierte el resumen de la encuesta que en Suiza coinciden en la discrepancia jóvenes, viejos, hombres y mujeres, alemanes, franceses e italianos, es decir, el desacuerdo es ecuménico.

Un fenómeno tan extendido debe examinarse, y la encuesta aporta elementos.

Observan los católicos belgas que los documentos oficiales muestran una Iglesia que no tiene en cuenta al Evangelio ni a la realidad y que no entiende la familia. La cruda observación se complementa con la propuesta de que la Iglesia dé testimonio y acogida; pero, advierten los encuestados, la Iglesia debe concentrarse en la Buena Nueva y en la persona de Jesús, más que en temas morales.

Coincide con los belgas el obispo japonés que, con cierta irritación, responde a las insistentes preguntas sobre sexualidad matrimonial y prematrimonial: “la Iglesia en Japón no está obsesionada por cuestiones sexuales”. A lo anterior la encuesta en Francia aporta una explicación: Jesús fue duro en su posición contra el dinero, no así en lo relacionado con el sexo; la posición de la Iglesia, al revés, es dura en materia sexual y blanda frente al dinero.

Es consecuente, por tanto, la propuesta de los franceses, de un mayor apego a las Escrituras y de respeto a la dignidad humana en los documentos doctrinales.

La encuesta debería suscitar una reflexión sobre la Iglesia de aquí y ahora

Se manifiestan cercanos a estas críticas los japoneses cuando señalan que la Iglesia que habla en los textos doctrinales carece de hospitalidad y gentileza y pone en sus exigencias una vara alta; por su parte, desde Suiza se ve una Iglesia más concentrada en las normas y distraída respecto de lo esencial.

Documentos como estos dejan a la vista una distancia entre la doctrina enseñada e impuesta por la Iglesia en estas materias y el pensamiento y prácticas de una parte considerable de la feligresía.

Otras respuestas de la encuesta revelan más aspectos de ese distanciamiento: el autoritarismo lo señalan como una denuncia los encuestados alemanes, los de Japón y los franceses, quienes observan que la Iglesia se concentra en lo prohibido; “conocen solo de prohibiciones”, comentan los japoneses.

En los cinco países es evidente la coincidencia en la observación: es una doctrina que desconoce la realidad.

Divorcio y anticonceptivos

imujerEn estos temas observan un desfase entre doctrina y realidad; la expresión es de los franceses. Para los alemanes es apreciable la asesoría del clero sobre matrimonio y familia, pero no sobre teología y moral. Su enseñanza es anacrónica, ausente de la realidad, dicen los católicos japoneses y los suizos. La fe, explican, no sintoniza con la realidad.

Esa posición explica que en estos países la Humanae Vitae no se reciba. Los entrevistados en Alemania o la desconocen o rechazan la distinción entre métodos naturales y artificiales para el control natal; en Bélgica se le atribuye a la encíclica la causa del alejamiento de numerosas familias y, en el lenguaje de los franceses, fue una causa de ruptura con la Iglesia para buena parte de la feligresía. Anotan los japoneses que los pocos que la conocen no la tienen en cuenta.

Matrimonio y familia

También hay disentimientos en relación con el matrimonio y la familia. Es una percepción extendida en Alemania que amor y sexualidad no tienen relación con la fertilidad; los encuestados en Bélgica ven el matrimonio religioso como una más entre las formas de vida comunitaria, mientras en Suiza se advierte un consenso sobre la importancia del matrimonio religioso y la educación de los hijos en la fe. El 80% de los encuestados se manifestó en ese sentido.

Pero en Bélgica se introduce un elemento nuevo cuando los encuestados declaran la necesidad de la tolerancia, la hospitalidad como caminos de Dios para las parejas informales, para los que temen comprometerse o los que solo aceptan un compromiso parcial.

Advierte el resumen de la consulta en Alemania que, sin embargo, hay quienes esperan que ese compromiso les dure toda la vida.

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Las respuestas sobre esta materia en Japón revelan una situación que se vuelve crítica por el predominio del matrimonio mixto. La parte no católica de la pareja acaba convertida en un obstáculo para la parte católica, que se ve enfrentada a tradiciones culturales y a un ambiente de rechazo, de exclusión o de activa oposición. El 76% de los matrimonios católicos vive en esa situación. En Japón los católicos son el 0.35% de una población en la que predomina la fijación sobre la necesidad de crecer económicamente; por eso el padre trabaja a la par con la madre, mientras los hijos están absorbidos por la escuela y los cursos de preparación para la universidad.

Es una sociedad, además, de acelerado envejecimiento porque impera un severo control de la natalidad en la que es frecuente que las personas vivan y mueran solas. Sin embargo, son familias sin abuelos, porque la vejez es una carga para ellas.

Tal es el marco que descubre la encuesta al registrar que el matrimonio en Japón es una respuesta a un embarazo en curso, o el medio para legitimar los hijos. Suele haber un largo período de convivencia de las parejas antes del matrimonio religioso.

La educación civil, por su parte, contribuye a la difusión y legitimación de la idea de separar la sexualidad del hecho de la procreación.

Las discrepancias recorren las respuestas de la encuesta pero no son ruptura sino un ejercicio de participación

La idea sobre la familia, que se refleja en la encuesta, hace ver una tensión: por una parte en Alemania aparece un cambio en el concepto de familia, como consecuencia de la privatización del sexo que, así, llega a convertirse en un fin. Sin embargo, se manifiesta otra tendencia detrás de las opiniones favorables a una vida familiar y con relaciones estables. Entre las dos ideas hay una distancia grande pero no insalvable.

En Bélgica la actitud ante el tema es crítica pero propositiva. Piden una reducción de la tensión entre fe y familia y ven necesario el apoyo a la familia; proponen, por tanto, una enseñanza clara y pedagógica y la apertura de un diálogo con la cultura. El ideal propuesto por la Iglesia, afirman los belgas, es inaccesible pero necesario para la protección del matrimonio y de la familia. Esa protección, agregan, es tarea profética de la Iglesia.

Coinciden con los franceses que dejaron consignado en la encuesta que la familia es el gran bien y el lugar del amor. Piden, por tanto, una pastoral familiar adaptada a las personas de hoy y a sus situaciones.

La encuesta de Japón mostró una situación difícil para las familias en que deben convivir la fe y la no creencia.

La encuesta explora también dos asuntos relacionados con el matrimonio y la familia.

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La encuesta en Alemania demostró que de cada cien parejas que pedían el matrimonio religioso entre el 90 y el 100% ya convivían, y el 97% de los encuestados aprueba la convivencia prematrimonial, algunos de ellos la ven como un acto de responsabilidad. Y explican los encuestados que la falta de esta convivencia, o unión de ensayo, crea una alta expectativa sobre la felicidad que el otro puede asegurar en el matrimonio. Cuando, casados, comprueban que esa felicidad no se da, el matrimonio comienza a flaquear.

Sin embargo, el 71.8% de los niños alemanes nacen de madre casada y el 28.2% de madre soltera.

En Bélgica la mitad de los niños nace fuera del matrimonio; en Japón, en cambio son el 2.2%. La encuesta japonesa reveló, además, que el 17% de los que pedían el matrimonio después de una convivencia previa no sabían que esto fuera calificado como pecado.

El otro conflicto puesto en evidencia por la encuesta fue el de los divorciados. Allí se registra que en Alemania uno de cada tres matrimonios acaba en divorcio y que la mitad de las parejas divorciadas tiene hijos. Es una situación que ha llegado a ser aceptada con justificaciones como esta: sería un pecado mantener una relación insostenible; por tanto, no es comprensible para estos católicos que al divorciado se le nieguen los sacramentos.

Cuando se planteó la solución de una aceleración de los trámites de nulidad, la desestimaron y en cambio se pronunciaron en favor de un nuevo comienzo. Hubo un 66% de encuestados en favor del matrimonio religioso para los divorciados. El tratamiento de la Iglesia a los divorciados hace parte de los desacuerdos de los belgas con la institución eclesial.

En Francia el número de los divorciados aumenta, mientras la Iglesia mantiene su decisión de no reconocer una nueva unión. Mientras tanto en Japón las parroquias aceptan a los divorciados vueltos a casar, pero les niegan los sacramentos.

Esta negativa cuenta en Suiza con el rechazo del 90% de los encuestados.

Es, pues, la creciente ola de divorcios una coyuntura para el enfrentamiento entre la doctrina de la Iglesia y el sentir de una parte considerable de la feligresía. Otro punto de choque tiene que ver con la relación Iglesia-homosexuales.

Los homosexuales

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Hay un consenso en cuanto a negarles el sacramento del matrimonio; también es común la actitud de respeto hacia ellos. En Suiza los homosexuales piden para sus parejas la bendición de la Iglesia, a falta del sacramento; en Alemania los encuestados abogan por su igualdad jurídica, pero se comprueba que la atención pastoral hacia ellos es escasa; en Bélgica los encuestados piden hospitalidad, apertura, diálogo y ayuda pastoral para ellos; y los franceses se preocupan por los hijos del homosexual y en la ayuda para ellos; también reclaman reconocimiento jurídico para las parejas.

En Japón, aunque se habla de tolerancia frente al homosexual, los católicos se ven, en la encuesta, indiferentes y sin una definición frente a ellos. Del examen de las respuestas en los cinco países se concluye que los homosexuales no han llegado a ser una prioridad pastoral.

Prácticas pastorales

La más conocida, que es la preparación para el matrimonio, ha entrado en una crisis que ha dado lugar a otras formas pastorales.

En Suiza la encuesta revela que la crisis es atribuible al desfase entre la doctrina de la Iglesia y el pensamiento dominante entre las parejas sobre el tema de la convivencia prematrimonial y la moral sexual.

En Japón la encuesta apunta, con insatisfacción, que hubo un tiempo en que se hacían encuentros matrimoniales y encuentros de novios, pero que hoy son prácticas en vías de desaparición.

Los católicos franceses encuentran en sus parroquias acciones pastorales como el apoyo a familias en situaciones difíciles, reuniones en las que se presentan testimonios de respuestas a momentos de conflicto y de dificultad. Tiene una especial fuerza el testimonio de parejas que celebran sus bodas de plata o de oro. La larga convivencia ofrece argumentos de hecho sobre fidelidad y las virtudes que hacen posible la convivencia.

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La encuesta en Alemania descubrió una rica variedad de prácticas: cursos de comunicación, cartas a los esposos, terapias y consejerías, asesoría para planificación familiar, teléfono amigo para momentos de crisis, acompañamiento a parejas necesitadas de consejo y aliento.

Al presentarse la necesidad de una acción pastoral para estimular la natalidad, la respuesta en las parroquias ha sido práctica: resolverles a las parejas los problemas que trae consigo la presencia de un recién nacido para padres que trabajan. Así se multiplican las guarderías, los jardines infantiles y las escuelas de calidad.

Aún habrá otras iniciativas pastorales que surgirán en el sínodo, pero más importante que eso será el nacimiento de una nueva actitud inspirada y urgida por las voces que ha potenciado la encuesta.

Texto: Javier Darío Restrepo. Fotos: Todo Simple, Luis Rios Fotografía, Literariacasbas,   Guia Infantil, Tigrepelvar, Sant’anna Silveira, Debate Tu Espacio, Cjm – Sinodoroma, Mario Renteria , Imujer.

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