Nello Scavo. Autor de La lista de Bergoglio

“Si me encuentro con el Papa, le preguntaría si es consciente de lo importante que fue para tanta gente a la que le salvó la vida”

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Siempre han pesado acusaciones infundadas y plagadas de suposiciones sobre cierta complicidad de Jorge Bergoglio con los militares que lideraron el llamado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). Cuando fue elegido Papa, muchas de estas voces intentaron cuestionar su actuación frente a los militares como provincial de la Compañía de Jesús en Argentina, pero nunca lo han podido justificar.

Sobre este tema investigó el periodista italiano Nello Scavo, del diario Avvenire. Su trabajo se convirtió en La lista de Bergoglio (Editorial Claretiana), un libro que reúne la historia de muchas personas salvadas por Francisco durante la dictadura.

¿De qué manera le llega a un italiano esta información?

La primera noticia la tuve en un tweet del gobernador de Córdoba, Juan Manuel De la Sota. Decía: “Felicidades al nuevo Papa que, en los 70, me protegió”. ¿Qué quería decir “me protegió”? Comencé a averiguar y a conocer historias. Estaba en Italia y llamé por teléfono a amigos periodistas de Argentina, de Londres, de Nueva York, de Madrid, de San Pablo. Pero no encontré nada importante hasta que viajé a Buenos Aires. En ese viaje, Adolfo Pérez Esquivel dio algunas pistas, pero fue el jesuita Juan Carlos Scannone el que me aclaró el panorama sobre la actuación de Bergoglio en la dictadura. Él fue quien luego me puso en contacto con otras personas.

¿Qué sabía usted de la dictadura en Argentina antes de escribir el libro?

Poco. Lo que conocía era por lo que había leído en el libro El vuelo de Horacio Verbitsky, y por algunas cosas que vi en televisión, o artículos que leí en los diarios. Pero nunca había estudiado atentamente a la dictadura militar en Argentina.

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Recepción

Verbitsky ha criticado su libro…

Sí, él criticó mi libro en Página 12. Yo luego le escribí una carta muy dura, pero en el diario solo publicaron la mitad. Me dijeron que fue por razones de espacio. Una de las críticas que Verbitsky hace a mi libro es que el ocultamiento de los tres seminaristas de La Rioja que Bergoglio esconde en el colegio Máximo a pedido del obispo Enrique Angelelli ocurrió en 1975, es decir, antes de la dictadura. Lo que no dice es que los esconde hasta finales de 1977 y que el día en que asesinan a Angelelli, Bergoglio, por entonces en Perú, toma el primer avión a Buenos Aires para ver cómo estaban los tres jóvenes. En ese momento Bergoglio era el provincial de los jesuitas. Si Angelelli hubiera tenido dudas, ¿le hubiera confiado la vida de tres de sus jóvenes? Yo le pregunté a Verbitsky si en 1975 la Argentina era un país tranquilo, si nadie se daba cuenta de que se avecinaba un golpe de estado…

Un día encontré una vieja nota de 1975 en un diario, La Vanguardia de Colombia, donde Gabriel García Márquez entrevistaba en la clandestinidad a uno de los jefes del grupo Montoneros. Allí, el líder guerrillero le dice: “de aquí a cinco o seis meses habrá un golpe de estado en Argentina”. Esta información estaba en los diarios; no se puede decir que Bergoglio tenía información privilegiada al respecto.

¿Sabe si su libro fue leído en el Vaticano?

El libro ha llegado al Vaticano, pero no tuve repercusiones positivas ni negativas. No sé si le habrán entregado un ejemplar al Papa. Sinceramente, si algún día me encuentro con Bergoglio, le preguntaría si él es consciente de lo importante que fue para tanta gente a la que le salvó la vida.

¿Por qué cree que este libro nunca lo escribió un argentino?

Pienso que un periodista argentino, en la época en que yo me puse a investigar sobre el tema, estaba ocupado en comprender la repercusión de las acciones de Bergoglio en la política argentina, en el gobierno, en el episcopado. Yo leo diarios extranjeros y me doy cuenta de que los periodistas de otros países comprenden mejor algunas realidades italianas porque el análisis de la realidad que hacen no tiene carga emotiva.

¿Qué le deja esta investigación?

Ahora comprendo que “desaparecidos” no quiere decir “personas muertas” sino un dolor abierto. Hay madres que no saben a dónde llevar una flor a sus hijos muertos. Hay abuelos que saben que en alguna parte tienen a sus nietos. Esto es un dolor vivo. Yo soy papá de un niño de 3 años y me pregunto: ¿como se hace para dormir sin saber cómo ha muerto el propio hijo? ¿Cómo se hace para afrontar la vida cotidiana sabiendo que en algún lugar hay un niño o una niña, sangre de tu sangre, que no logras encontrar? Este es un dolor muy grande.

Nueva experiencia de cristianismo

¿Qué reflexión hace usted acerca del impacto de las actitudes del Papa en el mundo?

Francisco está molestando a muchos grupos de poder. Tengo documentos sobre esto que digo. Algunos poderes fuertes, no solo en Argentina, también en otros países latinoamericanos y del mundo; algunos grandes bancos, algunos grupos americanos, algunos servicios secretos. Muchos se han mostrado preocupados por el sentimiento que Bergoglio está despertando sobre la justicia social.

Un economista de la financiera Morgan Stanley ha dicho que Bergoglio no entiende nada de economía, y el año pasado el periódico New York Times dio a entender que el Papa tiene una idea equivocada de la economía. Esto me hace pensar que a este Papa muchos le tienen miedo. Es un tema que sería interesante profundizar.

¿Cómo impactó en Italia que el Papa sea latinoamericano?

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Para mí es fabuloso porque no es predecible y es una persona con mucha humildad. Durante muchos años nosotros hemos pensado que el cristianismo europeo le explicaba al mundo qué significaba ser cristiano. Con Francisco estamos conociendo un modelo latinoamericano de Iglesia basado en la teología del pueblo, que no es sólo una cuestión estructural, de organización, sino también un modo de relacionarse con el mundo. Bergoglio está usando su cultura en las relaciones internacionales con Estados Unidos, con Medio Oriente, con Asia, con Europa del Este. Esto es fascinante.

Noto que algunos colegas europeos sufren mucha fatiga porque intentan interpretar a Bergoglio a través de un código lingüístico típico de la cultura europea.

Sólo lo podrán comprender si están dispuestos a conocer la experiencia de la Iglesia latinoamericana y si están dispuestos a aceptar que su punto de vista no es el único ni el mejor.

Con Francisco, la experiencia del cristianismo europeo, que da inicio al cristianismo en América Latina, vuelve a Europa de modo completamente nuevo.

Texto: Nicolás Mirabet. Traducción: Mónica Gangemi. Fotos: VNCS.

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