‘El gran cuaderno’: la maestra más cruel

a-nagy-fuzet
 
JOSÉ LUIS CELADA | Dos hermanos –gemelos, para más señas– duermen plácidamente acompasando su respiración, mientras un soldado a punto de salir para el frente –el padre de los chavales– pasa a despedirse de los suyos.

Ambos planos ilustran la portada de El gran cuaderno y constituyen la única página amable de este drama bélico ambientado durante los últimos meses de la II Guerra Mundial en un apartado rincón de Hungría.

De aquel país era Ágota Kristóf, autora de la novela a la que ahora su compatriota János Szász ha puesto imágenes, diálogos (tan sobrios como la propia puesta en escena) y sentimientos de una crudeza extrema. No solo por lo que nos cuenta esta historia, sino por cómo lo digieren y reproducen sus protagonistas en esa libreta del título, que su progenitor les regala para que anoten con frialdad de notario cuanto suceda en su ausencia.

Cine1

Ya conocemos por otras producciones (La vida es bella, El niño con el pijama de rayas…) que la mirada infantil es un recurso muy útil para filtrar las atrocidades de cualquier conflicto, pero nunca antes la crueldad había matado así su inocencia. Aquí no caben juegos ni fábulas.

El ejercicio de supervivencia de los dos “pequeños salvajes” nos remite a la verdad desnuda de un tiempo que obliga a convivir con el hambre, el frío, la miseria y la muerte. También con una abuela que parece sacada de la peor pesadilla. Junto a ella –y la consabida presencia de los nazis de turno–, nuestros sufridos “combatientes” emprenden su particular instrucción en el oficio de resistir: a las penurias económicas, a las bajas temperaturas, a toda clase de humillaciones, al dolor…

Con una estética y un discurso de aparente normalidad, que recuerdan por momentos al Haneke de La cinta blanca (2009), el realizador húngaro nos sumerge en ese aprendizaje de los chicos para denunciar el despiadado magisterio de todas las guerras. Y de ello dan fe a cada paso las notas de El gran cuaderno, un primoroso montaje visual de fotos, dibujos y mensajes que ilustra cómo endurecer el cuerpo y el alma para enfrentarse a situaciones que dinamitan la dignidad y que resultan difícilmente soportables para cualquier ser humano. Mucho menos para alguien de su corta edad.

Cine2

El rostro impenetrable de los gemelos Gyémánt nos guía por una siniestra pendiente, la que arranca en la necesidad de ganarse lecho y sustento trabajando (o robando), y que desembocará en una peligrosa práctica de no retorno: aprender a ser crueles… y a matar (insectos, peces, gallinas…). Por el camino, la superación del llanto o el miedo son apenas un tránsito de amargo recuerdo. Como el del cariño materno, convertido en lastre y amenaza para su corazón atrincherado.

Que la dureza de esta interesante película no nos impida ser sensibles a sus enseñanzas, porque las guerras terminan cuando la paz y la libertad se ganan también lejos de los despachos.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: A nagy füzet.

DIRECCIÓN: János Szász.

GUIÓN: János Szász y András Szekér, a partir de la novela homónima de Ágota Kristóf.

FOTOGRAFÍA: Christian Berger.

MÚSICA: Johan Johanson.

PRODUCCIÓN: Pál Sándor, Sándor Söth.

INTÉRPRETES: László Gyémánt, András Gyémánt, Piroska Molnár, Ulrich Thomsen, Ulrich Matthes, Gyöngyvér Bognár, Orsolya Tóth, András Réthelyi.

 
En el nº 2.894 de Vida Nueva

Compartir