Desterrar la represión policial y desarmar al pueblo, pilares para el final de la violencia

La policía detiene al opositor Leopoldo López
LUIS RIVAS | Nicolás Maduro pide paz y el chavismo se proclama pacífico, mientras las televisiones progubernamentales saturan sus parrillas de pancartas con pichones blancos de paloma. Sin cambiar de registro, el presidente de Venezuela corta el transporte público a los barrios levantiscos de Caracas, tilda de fascista a todo aquel que lo contradiga y ordena el encarcelamiento de Leopoldo López, insigne contradictor.
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Todo comenzó, de acuerdo con los convocantes, en una protesta universitaria de carácter pacífico que la policía disolvió a las bravas, prendiendo la mecha de un conflicto que se ha prolongado durante más de una semana, dejando más de un centenar de heridos y casi mil detenidos por el camino.
Consternada por la disonancia entre los discursos y los sucesos, y constatado el desdén que los actores políticos han hecho de sus anteriores llamadas a la reconciliación, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) ha exigido al Ejecutivo que garantice “el ejercicio del derecho a la protesta pacífica y a la libertad de expresión e información” como pilares insoslayables de una democracia verdadera. El Episcopado insiste asimismo en su repudio al “uso de medidas judiciales para amedrentar y castigar a los disidentes”.
En su documento emitido el 14 de febrero, los obispos se ofrecen “para contribuir al fortalecimiento de la paz”, una labor de mediación destinada a conseguir el respeto “a las legítimas diferencias” y el reconocimiento “de los adversarios”, esfuerzos todos que sitúan el bien común como horizonte preeminente.
La Iglesia se ofrece para reforzar la paz en Venezuela [íntegro solo suscriptores]
En el nº 2.883 de Vida Nueva.
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