El trabajo esclavo y la trata, flagelos para Brasil

cartel para la Campaña de Fraternidad de Cuaresma de la Iglesia en Brasil

Los obispos denuncian una realidad que se aprovecha de los más pobres y vulnerables

hombre campesino en Brasil

El trabajo esclavo y la trata, flagelos para Brasil [extracto]

J. L. CELADA | La Conferencia de Obispos Brasileños (CNBB) se ha mostrado preocupada por la propagación en su país del tráfico de personas y situaciones de esclavitud en el ámbito laboral. Así lo ha expresado en rueda de prensa el presidente del Episcopado y arzobispo de Aparecida, Raymundo Damasceno Assis, para quien los casos destapados en las últimas semanas sobre decenas de compatriotas sometidos a tales condiciones (ver destacado más abajo) ponen de manifiesto que “se está extendiendo el empleo de mano de obra esclava en muchos sectores de la economía”. Ante esta inquietante constatación, el cardenal ha lanzado un llamamiento al Estado para que “prosiga y refuerce su lucha contra este flagelo”.

Tras recordar que “el trabajo esclavo es una de las muchas facetas de la trata de personas”, el presidente de la CNBB ha denunciado que tanto uno como otra “son actividades que se aprovechan de la miseria y de las desigualdades sociales, y constituyen un terreno fértil para los traficantes, movidos por el lucro y la garantía de la impunidad”.

En opinión de Damasceno Assis, para hacer frente a tales hechos, el Estado está llamado a cumplir sus funciones, por lo que a él le incumbe “adoptar las medidas adecuadas para erradicar el trabajo esclavo, proteger a quienes luchan contra este flagelo y castigar de manera ejemplar a los responsables del mismo”.cartel para la Campaña de Fraternidad 2014 de Cuaresma de la Iglesia en Brasil

Campaña de Cuaresma

Estas reivindicaciones episcopales inciden, precisamente, en el tema elegido este año para la tradicional Campaña de Fraternidad que pone en marcha la Iglesia brasileña cada Cuaresma, y que, en esta oportunidad, responde a las demandas de muchas organizaciones sociales que trabajan para erradicar la trata de personas y la acogida a las víctimas.

Porque, como subraya esta iniciativa eclesial, tanto el trabajo esclavo como el tráfico de seres humanos sirven, asimismo, para alimentar las redes de prostitución brasileñas e internacionales y promover el tráfico de órganos, cuestiones sobre las que la Iglesia también quiere sensibilizar a los fieles.

Bajo el lema paulino Para la libertad nos liberó Cristo (Gal 5, 1), la campaña ‘Fraternidad y Tráfico Humano’ muestra en su cartel las manos de hombres, mujeres y niños encadenadas y abiertas, simbolizando “la situación de dominación y de explotación” de quienes son víctimas de la trata de personas, mientras que la mano que sujeta todas las cadenas rotas representa “la fuerza coercitiva del tráfico, que explota a víctimas que están lejos de su tierra, de su familia y de su gente”, según explicaron los responsables de la CNBB durante la presentación de la campaña el pasado octubre.

“La mayoría de ellos –subrayaban ya entonces los obispos– son pobres o personas en situación de gran vulnerabilidad, condición de la que se aprovechan las redes criminales de tráfico humano, facilitándoles el acercamiento a ellas con la falsa promesa de una vida más digna. Y, una vez que se encuentran en manos de los traficantes, estos hombres, mujeres, adolescentes y niños son explotados en diversas actividades en contra de su voluntad y con frecuencia son obligados a ello por medio de la violencia”.

Que las liberaciones de trabajadores en condiciones de esclavitud se hayan multiplicado durante los últimos meses en Brasil viene a confirmar que las denuncias de la CNBB y su próxima Campaña de Fraternidad no están cayendo en saco roto, aunque desde la Iglesia son muy conscientes de que todavía queda mucho por hacer para erradicar definitivamente ese flagelo.

Un caso entre muchos

El pasado 21 de enero, en el transcurso de una operación policial, funcionarios del Ministerio de Trabajo y Empleo brasileño (MTE) procedieron a la liberación de 34 personas –entre ellas, siete adolescentes– que trabajaban en condiciones próximas a la esclavitud en cinco negocios clandestinos de extracción de carbón vegetal.

Se da la circunstancia de que este producto se comercializa en los supermercados de São Paulo, capital económica de Brasil y ubicada a menos de un centenar de kilómetros de donde tuvieron lugar los hechos.

Lejos de tratarse de un episodio aislado, este caso es solo un ejemplo más en un país que –según la Fundación Walk Free– contaba en 2013 con cerca de 200.000 personas trabajando en situaciones de esclavitud.

En el nº 2.881 de Vida Nueva

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