Los líderes religiosos sí creen en una Centroáfrica en paz

líderes religiosos en Centroáfrica en un acto por la paz en Bangui

Mientras, el país sigue sumido en el caos, la violencia y la miseria

líderes religiosos en Centroáfrica en un acto por la paz en Bangui

El arzobispo Nzapalainga, durante un reciente acto por la paz en Bangui

Los líderes religiosos sí creen en una Centroáfrica en paz [extracto]

Texto y foto: JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO (BANGUI) | “El conflicto de la República Centroafricana no es interreligioso. Que nadie se apropie de nuestras creencias para sus intereses políticos”. Así se expresó el arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, el pasado 30 de noviembre, durante un acto público en favor de la paz celebrado en la capital junto con el imán Kobine Layama y el pastor Nicolas Guerekoyame.

Los tres líderes religiosos llevan casi un año trabajando juntos para evitar que la escalada de violencia degenere en una guerra abierta entre cristianos y musulmanes. Centroáfrica no ha dejado de hundirse en el caos desde marzo de este año, cuando los rebeldes de la Seleka (casi todos ellos musulmanes) tomaron el poder.

Un escenario de matanzas entre seguidores de ambas religiones es una posibilidad real y, si las cosas no han ido a peor, esto se debe, en gran medida, a los llamamientos a la calma de los líderes religiosos.

Desde septiembre, varias zonas del noroeste han sufrido una escalada de violencia provocada por las llamadas milicias “anti-Balaka”, formadas por campesinos que han reaccionado contra la Seleka, con apoyo de algunos antiguos soldados del depuesto presidente François Bozizé, originario de esa zona.

En Bossangoa, 40.000 desplazados cristianos viven desde hace dos meses en las instalaciones del obispado, mientras que otros miles de musulmanes no se atreven a marcharse de la escuela donde se han refugiado para huir de los ataques “anti-Balaka”, cuyos militantes se han vengado atacando a familias musulmanas y quemando poblados.

En otras ciudades como Bouca, Bouar, Bohong y Damara ha habido enfrentamientos similares. A todos estos focos de violencia han acudido con prontitud los tres líderes religiosos para evitar mayores tensiones.

Situación ‘pre-genocidiaria’

Centroáfrica ya figuraba en la lista de las crisis humanitarias más graves del mundo antes de esta la última, pero, desde el 24 de marzo pasado, se ha hundido aún más en la miseria y la violencia. Según la ONU, en el país hay 400.000 desplazados (cerca del 10% de la población), 70.000 personas han huido del país y la mitad de sus cuatro millones y medio de habitantes necesita ayuda de emergencia. La Seleka, con más de la mitad de sus combatientes procedentes de Sudán y Chad, no obedece a una autoridad central y sus disgregadas bandas han impuesto el régimen del terror.

Alarmada por los abusos insoportables que la población sufre y el miedo a que el país se convierta en una nueva Somalia, donde la ausencia de un poder efectivo atraiga a bandas de traficantes de armas y drogas, delincuentes organizados e islamistas de países vecinos que se financien con sus abundantes riquezas minerales, la comunidad internacional ha puesto, por primera vez, a Centroáfrica entre sus prioridades. Se ha llegado incluso a hablar de situación “pre-genocidiaria” por parte de los Estados Unidos, la ONU y la propia Francia.

El pasado 4 de diciembre, el país galo recibió el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU para intervenir en el país. Francia ya contaba con 400 soldados que protegen el aeropuerto de Bangui desde el inicio de la crisis. Ahora serán 1.200, con el mandato de facilitar labores humanitarias, restaurar el orden y preparar el terreno a la nueva misión de la Unión Africana, conocida como MISCA, que contará con 3.600 efectivos de países como Gabón, Camerún, Congo-Brazzaville y Burundi.

Hasta la fecha, había cerca de 2.000 militares de un contingente de países vecinos conocido como FOMAC, que ha intervenido de forma muy limitada ante la falta de medios. Está previsto que, a más largo plazo, la MISCA pase bajo control de la ONU.

Los soldados franceses llevan varios días incrementando su presencia en las calles de Bangui. Los efectos ya se empiezan a notar, para alivio de los sufridos habitantes de la capital, que en octubre y noviembre padecieron secuestros y asesinatos casi a diario por parte de la Seleka. Muchos de sus milicianos ya han empezado a abandonar Bangui, sobre todo de noche, presumiblemente rumbo a Chad y Sudán.

El nuevo hombre fuerte del país, Michel Djotodia, incapaz de controlar a sus propios elementos, y bajo presión de la comunidad internacional, emitió un apresurado decreto en septiembre por el que declaró disuelta la Seleka, pero sin indicar cómo se realizaría su desmovilización y desarme. Estas tareas formarán parte del mandato de la MISCA, con apoyo francés.

En el nº 2.874 de Vida Nueva.

 

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