Francisco clausura el “providencial” Año de la fe

papa Francisco y Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, 25 noviembre 2013

En medio de un vertiginoso ritmo de trabajo, se reúne con Putin y media por Siria

clausura del Año de la fe en la Plaza de San Pedro del Vaticano 24 noviembre 2013

Aspecto de la Plaza el domingo 24

Fin del Año de la fe, con un llamamiento a la centralidad de Cristo [extracto]

ANTONIO PELAYO (ROMA) | No podemos implicar a Dios con las previsiones de la meteorología, pero después de una semana de lluvias, temporales y otras inclemencias climáticas, la mañana del domingo 24 de noviembre, festividad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, amaneció en Roma despejada de nubes y no muy fría. Eso permitió que la Eucaristía con la que se iba a clausurar el Año de la fe pudiese celebrarse al aire libre en una Plaza de San Pedro en la que el sol acabó dominando.

Antes de que el papa Francisco y los concelebrantes hiciesen su aparición, fueron traídas procesionalmente a la plaza las reliquias de san Pedro. Estamos hablando de un cofre de bronce que contiene ocho fragmentos óseos de pequeñas dimensiones y en cuya pared exterior se lee: “Parte de los huesos encontrados en el hipogeo de la Basílica Vaticana y que se considera que pertenecen al apóstol Pedro”.

Este cofre fue ofrecido a Pablo VI en 1971 y, desde entonces, ha permanecido en la capilla del apartamento papal en el Palacio Apostólico Vaticano. Era, pues, la primera vez que esas reliquias eran expuestas a la veneración pública de los fieles.

papa Francisco en la clausura del Año de la fe besa las reliquias de San Pedro 24 noviembre 2013

El Papa besa las reliquias de san Pedro

A las diez y media, hizo su entrada el Santo Padre; antes que él, lo hicieron varios centenares de sacerdotes, numerosos obispos y cardenales, así como los patriarcas y arzobispos mayores de las Iglesias católicas orientales, con sus vistosos ornamentos y tiaras.

También concelebraba con el Papa en San Pedro por vez primera su secretario de Estado, Pietro Parolin, ya completamente restablecido de la operación que le ha mantenido alejado del Vaticano más de un mes. La plaza registraba lo que, en términos taurinos, se denominaría media entrada, debido sin duda a la inseguridad del clima; pero, a medida que nos fuimos acercando al mediodía, la afluencia creció hasta llenar el aforo.

Bergoglio comenzó su homilía agradeciendo a Benedicto XVI (que, sin duda, seguía la ceremonia desde sus habitaciones en el monasterio vaticano Mater Ecclesiae) la convocatoria del Año de la fe; alusión a su antecesor que fue subrayada por los aplausos de la multitud.

“Con esa iniciativa providencial –dijo–, nos ha dado la oportunidad de descubrir la belleza de ese camino de fe que comenzó el día de nuestro bautismo, que nos ha hecho hijos de Dios y hermanos en la Iglesia”.

Luego desarrolló su pensamiento sobre tres ejes: Cristo como centro de la Creación, del Pueblo de Dios y de la historia de todo hombre. “La promesa de Jesús al buen ladrón –remató el Papa– nos da una gran esperanza: nos dice que la gracia de Dios es siempre más abundante que la plegaria que la ha pedido. El Señor siempre da más de lo que se le pide; le pides que se acuerde de ti y te lleva a su Reino”.

Al final de la celebración, Francisco entregó su exhortación apostólica Evangelii gaudium (La alegría del Evangelio) a 36 representantes del Pueblo de Dios provenientes de dieciocho países: un obispo, un sacerdote y un diácono escogidos entre los recientemente ordenados; siguieron después religiosos y religiosas, algunos representantes de los diversos acontecimientos del Año de la fe, un seminarista y una novicia, jóvenes apenas confirmados, una familia de catequistas, dos artistas, representantes de los medios de comunicación y un ciego (acompañado por su perro pastor), al que el Papa le hizo entrega de un CD con la versión leída del texto. La exhortación fue presentada oficialmente el martes 26.

encuentro del papa Francisco con patriarcas de las Iglesias orientales

Encuentro con patriarcas de las Iglesias orientales

Con una Iglesia sufriente

Por otro lado, la presencia en la Misa de clausura del Año de la fe de los patriarcas y arzobispos mayores de las Iglesias católicas orientales era consecuencia de su asistencia a la Asamblea Plenaria de la Congregación para las Iglesias Orientales, que ha tenido lugar estos días y que, presidida por el cardenal prefecto Leonardo Sandri, ha tenido como tema Las Iglesias orientales católicas, a 50 años del Concilio Vaticano II.

Han llegado con este motivo hasta Roma el cardenal y patriarca maronita de Antioquía, Béchara Boutros Raï, y los patriarcas de las Iglesias copta, greco-melquita, siria, caldea o armenia, así como los arzobispos mayores de los siro-malabares, de los rumanos y de los siro-malanqueses, además del patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal.

Traían la mole de problemas de sus Iglesias, presentes en Siria, Irak, Líbano, Egipto, Tierra Santa y en todo el Oriente Medio, sometidas a persecución (frecuentemente sangrienta) y forzadas muchas veces al exilio –solo en Siria, el patriarca melquita, Gregorios III Laham, ha denunciado que unas 45 iglesias cristianas han sido destruidas o muy dañadas por los militantes yihadistas que luchan contra el régimen del presidente Assad–.

El Papa los recibió el jueves 21 y les dirigió un breve discurso, en el que no dejó de pedirles que dieran buen ejemplo a su clero y a su pueblo, “tanto en las cosas que miran a Dios como en todas las otras actividades eclesiales. Nos piden trasparencia en la gestión de los bienes y solicitud para todas las debilidades y necesidades. Todo ello en la más convencida aplicación de la auténtica praxis sinodal, que es la característica de las Iglesias de Oriente”.

Para rematar este su primer encuentro colectivo con las “venerables” Iglesias de Oriente, invitó a sus representantes a comer con él en su residencia de Santa Marta.

También durante estos últimos días de noviembre, ha tenido lugar en Roma la 28ª Conferencia Internacional del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, sobre el tema La Iglesia al servicio de la persona anciana enferma: la cura de las personas afectadas por patologías neurodegenerativas.

En total, se han reunido unas 700 personas, entre investigadores, médicos, personal sanitario y voluntarios que se ocupan de la asistencia al sector de la humanidad más entrado en años. Como dijo en su presentación a la prensa Zygmunt Zimowski, presidente del citado Pontificio Consejo, “evangelizar la vejez significa descubrir sus internas y originales posibilidades, sus propios significados, esos valores que solo pueden realizarse en esa fracción de la vida. Es el verdadero espacio para la alegre noticia. No se evangeliza una edad de la vida añadiéndole algo externo ni sencillamente llenándola de cosas que hacer. Es, sobre todo, cuestión de significados, no de cosas ni de actividad. A través de la solidaridad entre jóvenes y ancianos, se comprende cómo la Iglesia es efectivamente la familia de todas las generaciones”.

papa Francisco y Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, 25 noviembre 2013

El Papa con el presidente Ruso, Putin

Estamos, en todo caso, ante un campo de acción cuyas dimensiones crecen vertiginosamente; según el especialista italiano Giuseppe Carbone, hoy son 35 millones en todo el mundo los afectados por el síndrome de Alzheimer, y la enfermedad se cobra cada año siete nuevos millones de enfermos.

Muy sensible, como ya ha demostrado serlo, a los problemas de la vejez, el Papa se dirigió a los participantes con un tono de esperanza: “Las personas ancianas han sido siempre protagonistas en la Iglesia y lo son todavía hoy. Y, hoy más que nunca, la Iglesia debe dar ejemplo a toda la sociedad del hecho de que ellas, a pesar de los inevitables achaques, a veces serios, son siempre importantes; es más, indispensables. Ellas llevan consigo la memoria y la sabiduría de la vida para transmitirla a los otros, participando con todos los títulos en la misión de la Iglesia”.

Compromiso por la paz

Finalmente, en su actividad más diplomática, Francisco recibió el viernes 22 al presidente de Bosnia-Herzegovina, Vjekoslav Bevanda, con el que compartió ideas sobre “los esfuerzos para promover una sociedad siempre más abierta y respetuosa de los derechos de todos sus ciudadanos”.

Mucho más importante, sin duda, fue la audiencia concedida al presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, que tuvo lugar el lunes 25 por la tarde. Un tema, sin duda, abordado en la larga conversación, fue el de Siria.

En este sentido, Putin agradeció al Papa la carta que este le hizo llegar durante la pasada reunión del G-20, en San Petersburgo.

“Se ha subrayado –recogía el comunicado– la urgencia de hacer cesar la violencia y de dar la asistencia humanitaria necesaria a la población, así como favorecer iniciativas concretas para una solución pacífica del conflicto que privilegie la vida de las negociaciones y comprometa a los diversos componentes étnicos y religiosos, reconociendo su imprescindible papel en la sociedad”.

En el nº 2.873 de Vida Nueva

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