Carta conjunta de las confesiones cristianas exigiendo un mayor compromiso político
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | En un gesto sin precedentes, todas las confesiones cristianas de Polonia, representadas en el Consejo Ecuménico, han hecho pública una carta conjunta para llamar la atención sobre la urgencia de la defensa del medio ambiente en el país.
Y lo hacen de un modo contundente: “Producimos montañas de residuos, alimentos tóxicos, destrozamos bosques y nos rodeamos de un mundo de plástico. Cegados por el ansia de beneficios, hemos cambiado los riachuelos por aguas residuales tóxicas; las exuberantes praderas y bosques, por áreas estériles y desérticas; los milagros de la naturaleza, por montañas de cemento. Vivimos como si fuésemos la última generación que fuera a vivir en la Tierra”.
Partiendo del hecho de que “el mundo no nació de una coincidencia ciega, sino de la voluntad de un Dios de amor y sabiduría”, los líderes cristianos polacos destacan que “el Creador invita a los hombres a colaborar con Él en el cuidado de su trabajo, al servicio de todos los seres”.
Por tanto, la defensa del medio ambiente, de la Creación, es una tarea que interpela de modo inexcusable a los cristianos. Como se refleja en “todas las tradiciones cristianas”, que “dan ejemplos de grandes hombres que se acercaron a la creación de Dios con amor”.
Así, aunque “no hemos sido siempre fieles a esta invitación”, lo cierto es que “muchos cristianos, en todo el mundo, están comprometidos en programas que buscan preservar la Creación de Dios, tales como promover modelos de construcción que disminuyan el consumo de energía, reducir la producción de residuos, fomentando el reciclado o el compostaje y otras muchas iniciativas”.
Sin embargo, como se apunta con fuerza en la carta, el reto climático va más allá de las creencias y es algo que exige el compromiso de todos los ciudadanos. Y, en especial, atañe al “Gobierno y a las autoridades locales”, a los que se dirige un llamamiento para que, en su función de garantes del bien público, acometan políticas concretas que aseguren la pervivencia del entorno natural.
Tarea que debe comenzar, en primer lugar, por frenar ciertas acciones que son objeto de su “preocupación”. Es el caso, por ejemplo, de “la privatización y comercialización de nuestros recursos hídricos”.
Políticas urgentes
Asimismo, con el fin de ofrecer una serie de políticas a seguir, enuncian de un modo específico las que consideran más urgentes: “Reducir los residuos urbanos; promover la regeneración de los vertederos y la purificación del aire, del agua y de la tierra; proteger los bosques, las especies en peligro de extinción y otros milagros de la naturaleza, además de los ecosistemas; utilizar tecnologías ecológicas para la transformación y conservación de la comida, así como en la producción de materiales de envasado; elaborar acuerdos internacionales con respecto a la explotación justa de recursos marítimos, y preservar el mantenimiento del equilibrio ecológico”.
Relacionado con esto, aunque desde la perspectiva del ser humano como parte de la Creación divina, los representantes de las confesiones cristianas polacas exigen también políticas que aseguren “la protección de la vida desde sus principios y el respeto de su dignidad”. Y es que, advierten, hay regiones del país “donde el crecimiento de la población está disminuyendo drásticamente”.
Apelando a su propia responsabilidad en la promoción de la defensa medioambiental, los firmantes de la carta ecuménica entienden que “la formación bíblica y teológica puede ser de gran ayuda para que los cristianos comprendan estos procesos”.
Por ello, las comunidades locales habrían de incorporar la cuestión ecológica a su pastoral. De este modo, “el verdadero ascetismo aparecerá cuando se evite el consumismo excesivo, la acumulación de bienes y la explotación irresponsable de los recursos naturales”.
A modo de ejemplo de esta pretendida perspectiva espiritual, figuraría el ayuno, “hoy en día cada vez más olvidado”, aunque fiel reflejo “de esta actitud, que, a través de la autolimitación del ansia de cada uno, podría convertirse en instrumento de conversión espiritual y apertura hacia los pobres”. “Hermanos y hermanas –concluyen los firmantes del documento–, vivid hoy, pensad en el mañana”.
En el nº 2.836 de Vida Nueva.