En efecto, es una nueva luz

Jesús Sánchez Adalid, sacerdote y escritorJESÚS SÁNCHEZ ADALID | Sacerdote y escritor

“la Navidad no es la celebración de una fecha, sino de un hecho: el nacimiento del Salvador, evento decisivo en la historia de la humanidad…”.

Una vez más, el sector laicista militante la emprende contra la Navidad, con la martingala de que las fiestas del solsticio de invierno se han celebrado desde tiempos inmemoriales; y que el significado cristiano es muy posterior a su origen primigenio, que estaba enmarcado en la celebración de los ciclos naturales de la naturaleza y en el simbolismo que coincide con el final de la oscuridad otoñal y el nacimiento de una etapa vital.

Este significado no anda descaminado, pero los laicistas olvidan que, sin ser cristiano, no deja de tener un sentido religioso. Al final, se acaba cayendo en aquello que se pretende eludir. Pero con el agravante de querer saltarse dos siglos de civilización.

Hoy es imposible desarraigar de la sensibilidad natural el sentido de estas fiestas. Nadie es indiferente a ellas y el mundo entero las acepta como las fechas que marcan la historia del hombre: antes de Cristo o después de Cristo. No obstante, la Navidad no es la celebración de una fecha, sino de un hecho: el nacimiento del Salvador, evento decisivo en la historia de la humanidad.

Y, en efecto, la luz tiene un gran significado en el hecho. El viaje de los Magos guiados por una estrella y las dificultades en el camino guardan relación con el recorrido de la humanidad hacia Dios. La luz simboliza la fe, que nos guía y alumbra. Recordemos que la estrella desaparece al llegar a Jerusalén y que los Magos se desorientaron. Así la humanidad también puede encontrarse, en ocasiones, perdida. Pero Dios es el mismo y su luz siempre será nueva.

En el nº 2.830 de Vida Nueva.

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