‘La pesca del salmón en Yemen’: buena caña, mejor cebo

La pesca del salmón en Yemen fotograma de la película

La pesca del salmón en Yemen fotograma de la película

J. L. CELADA | Nadar a contracorriente. Este hábito tan propio de algunos peces es también el distintivo de ciertos realizadores como Lasse Hallström, que se ha ido haciendo un hueco –y un nombre– dentro de la industria cinematográfica gracias a producciones alejadas de los circuitos estrictamente comerciales, pero cuyos argumentos y repartos suelen conquistar al gran público.

Ahí están, por ejemplo, <em>Las normas de la casa de la sidra (1999) o Chocolat (2000), dos propuestas bien dispares, aunque hermanadas por el buen gusto, el oficio con la cámara y el excelente manejo de personajes y situaciones que exhibe el realizador sueco.

Su último trabajo no es ninguna excepción. Bajo el enigmático y sugerente título de La pesca del salmón en Yemen (deudor de la novela homónima de Paul Torday que inspira su guión), subyace una fábula contemporánea sobre viejos contrastes (fe-ciencia, Oriente-Occidente, tradición-modernidad…) y nuevos modelos de cooperación (en este caso, anglo-yemení), a cuenta de un proyecto tan descabellado como imaginativo: transportar 10.000 salmones de la fría Escocia a los wadis o cauces secos de ríos en zonas semidesérticas, introduciendo así la pesca con mosca en el país árabe.

Un plan insólito que, sin embargo, el director pone en marcha con el desparpajo de quien se siente como pez en el agua.

Comedia, drama, romance y sátira política se entretejen inteligentemente a través de una historia que se mueve y funciona con idéntica solvencia por los más diversos registros, gracias a la frescura –no exenta de oportunos destellos de profundidad– en sus diálogos y a la irremplazable presencia de su cuarteto protagonista.La pesca del salmón en Yemen fotograma de la película

A la cabeza figuran Ewan McGregor y Emily Blunt, unidos por “el capricho de un hombre con más dinero que sentido común”, un jeque dispuesto a convertir las áridas tierras de sus antepasados en un vergel apto para la pesca deportiva. Junto a ellos tres, la irrupción de la acelerada y a ratos esperpéntica jefa de prensa del primer ministro británico (una insuperable Kristin Scott Thomas) añade el toque preciso de humor –inglés, por supuesto– a una cinta que habla de lo divino y de lo humano, del amor y del matrimonio, de las relaciones internacionales y de la religión con libertad y desenfado.

Porque en La pesca del salmón en Yemen todo invita a disfrutar sin prisas del sueño imposible del padre y patrocinador de la idea, y del viaje físico y emocional de sus dos principales valedores (su joven relaciones públicas y el anodino funcionario del Ministerio de Agricultura y Pesca cuyos servicios contrata): su tono, su aire místico, su humanidad, su indudable encanto…

Paciencia, tolerancia y humildad son las virtudes que adornan a cualquier pescador que se precie. Si –como sucede en esta película– a ello le añadimos una buena caña y un mejor cebo, la tarde resultará redonda. Y con Hallström siempre parece más fácil lograrlo.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Salmon fishing in the Yemen.

DIRECCIÓN: Lasse Hallström.

GUIÓN: Simon Beaufoy, sobre la novela homónima de Paul Torday.

FOTOGRAFÍA: Terry Stacey.

MÚSICA: Dario Marianelli.

PRODUCCIÓN: Paul Webster.

INTÉRPRETES: Ewan McGregor, Emily Blunt, Kristin Scott Thomas, Amr Waked.

En el nº 2.799 de Vida Nueva.

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