“Es otra agresión al trabajo como principio de vida”
F. OTERO | No ha habido apenas manifestaciones públicas de la Iglesia y sus pastores sobre la reciente reforma laboral. De hecho, preguntado sobre esta cuestión, el portavoz del Episcopado remitió a la Doctrina Social de la Iglesia –donde se aboga por un trabajo decente, que satisfaga las necesidades de las familias y asegure unas condiciones dignas de jubilación, entre otras cosas– y a la nota que sobre la crisis moral y económica hizo pública en su momento la Conferencia Episcopal Española (CEE).
Mucho más contundentes se han mostrado la Juventud Obrera Cristiana (JOC) y la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), que, en un comunicado, recuerdan que estamos ante la 16ª reforma laboral en democracia.
“Hasta ahora, las sucesivas reformas laborales llevadas a cabo por los gobiernos, de uno u otro signo político, (…) han transformado la concepción y función del trabajo asalariado y están socavando los derechos de las personas trabajadoras y sus familias”.
En concreto, y sobre esta última, dicen que supone “otra agresión al trabajo humano como principio de vida”, al tiempo que recogen que una reforma así “tendría que responder a las necesidades de las familias trabajadoras y no a las exigencias impuestas por los mercados financieros o las grandes empresas…”.
Más precariedad
Del mismo modo, creen que “quiebra el derecho a la negociación colectiva y a la capacidad organizativa de los trabajadores, facilita y abarata la expulsión del mercado de trabajo, abre el camino para ajustar los salarios a la productividad y dificulta, cuando no impide o precariza, el empleo juvenil”.
La JOC y la HOAC dejan claro que no comparten la individualización de las relaciones laborales que propone la reforma, que no se puede eliminar derechos y protección con el argumento de combatir el desempleo y reducir la temporalidad, ni flexibilizar las relaciones laborales sin garantizar una vida digna para los trabajadores y sus familias.
A modo de conclusión, reclaman, como hizo Benedicto XVI, la reforma del sistema financiero internacional, así como el trabajo en común de todos los estamentos –sindicales, políticos, religiosos…– contra la crisis, y animan a la participación en las movilizaciones convocadas por organizaciones eclesiales, sociales y sindicales.
En el nº 2.790 de Vida Nueva.
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