Sigrid Müller y Eamonn Conway: “Es el momento de crear una nueva cultura de la teología en Europa”

Presidenta y expresidente de la Asociación Europea de Teología Católica

JOSÉ LUIS CELADA. Foto: SERGIO CUESTA | A finales de agosto, en el marco de su congreso anual celebrado en Viena, la Asociación Europea de Teología Católica (AETC) eligió como nueva presidenta para el período 2011-2013 a la que hasta entonces había sido su vicepresidenta: la profesora austríaca Sigrid Müller, quien sucedía en el cargo al sacerdote irlandés Eamonn Conway. Del organismo al que representan, con unos 800 miembros de 28 países, y del quehacer teológico en el Viejo Continente, pudimos conversar con ambos durante su última visita a España.

– ¿Qué momento vive hoy la teología católica en Europa?

Sigrid Müller (SM): Pasa por algunos desafíos. Con el Proceso de Bolonia, los países se asemejan más, por lo que es el momento de crear una nueva cultura de la teología en Europa. En el pasado, cada país tenía su forma de hacer teología, pero hoy estamos en disposición de comparar la calidad de la producción teológica, lo que hace que la teología viva un proceso de mayor unificación. Y el gran desafío es acompañar este proceso, a pesar de tantos idiomas y culturas diversas.

– ¿Qué grado de implantación tiene la AETC en el continente?

– SM: Hay mucha autonomía de las secciones nacionales, aunque hay cosas más comunes: jornadas para jóvenes investigadores, contactos con obispos, presentaciones públicas, encuentros con la prensa… Todo para que haya una comunicación más abierta en todos los países donde estamos, unos 28. ¡Nos falta España!

EC: Ha habido teólogos muy importantes en España, y es una lástima seguir adelante sin representación española en la AETC.

Problemas comunes

– ¿Qué opinan de la situación actual de la teología española?

EC: Tenemos los mismos problemas. De dinero, por ejemplo.

SM: Hay otro: la teología siempre ha estado en una encrucijada entre la sociedad, la Iglesia y la universidad, estructuras que se asemejan en muchos países europeos, por lo que los problemas también se parecen. Por una parte, se exige de la teología que sea muy científica (en sus argumentaciones, sus publicaciones…); por otra, la Iglesia nos necesita como promotora de la fe en una situación muy difícil; y, además, está la sociedad, cada vez más plural. En este contexto, la teología se presenta como una ciencia, una forma de pensar, con una historia muy antigua, pero a menudo no se entiende para qué sirve. Se olvida que el hombre busca dar sentido a su vida, y para eso hace falta la reflexión teológica.

EC: La teología en España tiene su propia historia, pero, por el idioma, con frecuencia no había comunicación. Hubo importantes teólogos españoles que formaron parte de la Asociación, pero en los últimos años no ha habido tanto contacto. Además, nos damos cuenta de la importancia del español como idioma para la teología, también por América Latina. Hay un cierto aislamiento que conviene superar.

“Ahora no  es el momento de los grandes nombres
como Rahner o Congar.
La situación actual requiere más pluralidad”.

– Rahner, Congar, De Lubac… ¿Hay teólogos también hoy que sean referente para sus colegas y dignifiquen la profesión?

EC: Ahora no es el momento de los grandes nombres. La situación actual requiere más pluralidad, porque también son muchos los campos donde la teología puede hacerse presente. La Iglesia es universal, no estamos aislados. Ya no hay una única teología, como antes la alemana. Hay manifestaciones nacionales, pero el pensamiento de cada día es a nivel mundial. La teología no solo da respuestas: está buscando; y, a veces, lo más importante es proponer buenas preguntas. Actualmente, hay tantos movimientos nuevos a nivel político o económico, que la teología quizás es también una forma más de buscar la mejor manera de vivir en este mundo, de practicar la fe. Y por eso debe estar abierta a las múltiples realidades existentes.

– ¿Qué futuro le aguarda a la teología?

EC: Como sacerdote, diré que el futuro de la teología en Europa depende también de que se acepten laicos como profesores de teología y teólogos. No solo porque hay menos vocaciones y más tareas, sino porque los laicos aportan una experiencia profunda de vida y de fe. Cada cual tiene sus tareas, pero tenemos un objetivo común. Y eso promovemos en la AETC: un camino común de todos los que buscan una teología buena, en contacto con la sociedad, con la Iglesia, con la universidad…

En el nº 2.771 de Vida Nueva (entrevista íntegra para suscriptores).

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